lunes, 23 de septiembre de 2013

Hubo de todo pero lo mejor fue la entrega


GASTON GIL ROMERO Y GASTON DIAZ LUCHAN POR LA PELOTA EN UN PASAJE DEL CLASICO
GASTON GIL ROMERO Y GASTON DIAZ 
LUCHAN POR LA PELOTA EN UN PASAJE DEL CLASICO

ENFOQUE Por EDUARDO TUCCI
Se jugó como debe jugarse un clásico, con dientes apretados, sin regalar nada, peleando en todos lados. No faltaron las polémicas, las peleas y los expulsados. Algunos dirán con razón que como expresión futbolística, por lo demostrado en la cancha, quedaron en deuda pero la entrega desde uno y otro lado nos hizo rememorar otros encontronazos de hacha y tiza, disputados sin renuncios, con actitud y muy caliente.
Para agregar incertidumbre al desarrollo temprano tuvieron que dejar la batalla por lesiones, ni más ni menos que la Brujita Verón y el colombiano José Erik Correa, que instantes antes de la contractura se había anotado en la historia del encontronazo lugareño marcando la apertura.
No faltaron las rojas ni las emociones que se fueron prolongando hasta el segundo final, con llegadas sobre Monetti y Rulli, manteniendo la incertidumbre sobre el resultado definitivo hasta el pitazo del cuestionado Saul Laverni.
En el “clásico de los debutantes” -recordar que sólo cuatro jugadores de los 22 que iniciaron el choque habían participado en anteriores ediciones del derby, por el lado pincharrata el mayor reconocimiento quedó para el uruguayo Aguirregaray, que puso todo y anotó la igualdad.
En la escuadra de Pedro Troglio -enojado como pocas veces con el árbitro-, el batallador Franco Mussis se puso los pantalones largos en la mitad de la cancha con una actuación casi consagratoria.
Una lástima, a la hora del repaso final, que tanto fervor no haya podido ser compartido por ambas tribunas. Quizá allí esté el único déficit de la edición 150: la ausencia de público visitante por la controvertida decisión surgida a raíz de la loca violencia que sacude al fútbol. Porque si bien el local aportó al colorido propio de una fiesta de esta envergadura, faltó el ida y vuelta que sólo pueden provocar los hinchas de los dos grandes de la Ciudad.
El partido subió la temperatura progresivamente y alcanzó su máxima intensidad a lo largo del período complementario.
El Lobo con uno menos -por la discutida interpretación del juez en la acción que determinó la salida de Facundo Oreja-, se multiplicó para sortear la inferioridad numérica y el León puso toda la carne en la parrilla para empardar. El 1-1 que estampó Estudiantes dejó servida la mesa para un epílogo de ida y vuelta.
Treinta meses sin verse las caras. Una eternidad. El reencuentro se vivió con intensidad como ha ocurrido a lo largo de la historia. Los dos se vistieron alternativamente de protagonistas y consiguieron disimular la desprolijidad con entrega. El choque 150, que terminó con el mismo tanteador final que tuvo el primer clásico de la era profesional -fue también 1-1, el 14 de junio de 1931 en campo tripero-, ya es historia.
No defraudaron. La eterna rivalidad se extenderá en discusiones y polémicas sin fin hasta la próxima vez que se encuentren para dilucidar este pleito único.


www.eldia.com.ar

No hay comentarios: