BOCHORNO HISTORICO. LOS PROTAGONISTAS Y UN CONATO DE VIOLENCIA TAN LAMENTABLE COMO INADMISIBLE
El partido terminó antes de tiempo por una batalla campal entre los jugadores que tiñó de vergüenza al partido
Por NICOLAS NARDINI
ANALISIS
MAR DEL PLATA
ENVIADOS ESPECIALES
El fútbol se tiñó de vergüenza. El clásico platense en esta ciudad terminó de una manera escandalosa producto de una batalla campal de la que participaron casi todos los jugadores de ambos planteles, en un acto bochornoso e inadmisible en el marco de una actividad profesional. En tiempos en que la violencia es un flagelo que lastima al fútbol a diario, los protagonistas, lejos de brindar un ejemplo de civismo y seriedad, se tomaron a golpes de puño y puntapiés protagonizando un penoso incidente que dejó una mancha negra para la historia de las contiendas deportivas entre los dos equipos de la ciudad.
ANTES, HUBO UN PARTIDO
En el comienzo del partido el plano táctico arrojó sorpresas. Se presagiaba un enfrentamiento de módulos 4-2-3-1 (Estudiantes) ante un 4-4-2 (Gimnasia) pero finalmente Pedro Troglio metió una variante que había sido trabajada en la semana y se decidió por un dibujo 4-3-1-2, con tres hombres en la primera línea de la mitad de la cancha, Meza a la izquierda (se presumía que iría a la derecha), Mendoza de enganche y Niell como punta neto al lado de Nicolás Mazzola.
Del lado del Pincha Vivas apostó a lo que venía mostrando durante el verano. Dos medios de lucha en el círculo central, Solari y Auzqui volando por las bandas, la Gata manejando los hilos por el eje central de la cancha y Viatri como delantero central, para apostar a su buen juego de pivoteo de espaldas a la portería rival.
Con esas cartas sobre la mesa, Estudiantes pudo manejar un poco más la pelota en el primer cuarto de hora, gracias a su capacidad de gestación en la línea medular. En los costados el elenco de Vivas consiguió herir bastante y por momento algunos hombres del Lobo sufrieron el uno-dos a partir de la movilidad albirroja.
Se estudiaron bastante desde el minuto inicial y hubo algo en lo que coincidieron los dos: estuvieron desde el vamos con la idea clara de no dejar jugar el otro con comodidad, se luchó y se mordió mucho en la mitad de la cancha, a tal punto que rápidamente aparecieron los cartones amarillos porque se jugó al límite de los dos lados.
A los 16 se sacudió la red mens sana tras una pelota que quedó suelta dentro del área y que fue capitalizada de manera magistral por Carlos Auzqui, que definió cruzado, con tiro sutil, para poner el grito de gol en las gargantas de los pincharratas.
Después de la ventaja, el Pincha retrasó unos metros las líneas e intentó jugar con el nerviosismo albiazul. Del lado tripero, Franco Niell era uno de los hombres que lograba generar peligro, en el marco de un equipo que aún se está acomodando a la pérdida de su usina de fútbol, que era Nacho Fernández. Al no tener triangulación y volumen, el Lobo apostó al vértigo por los extremos y a las acciones individuales del “Enano” Niell, que fue el que generó la primera chance para el Lobo tras sacarse dos hombres de encima.
Estudiantes apostó todo el tiempo a saltear la primera línea de presión de Gimnasia y cuando lo logró, creó peligro a partir de la inteligencia de la Gata Fernández y de la potencia de Auzqui..
El último cuarto de hora del capítulo inicial lo tuvo a los de Troglio buscando, con insistencia pero sin claridad, mientras Estudiantes procuraba meter mas estiletazos para ampliar la diferencia.
El comienzo del complemento tuvo un sacudón en el trámite. A los diez minutos la expulsión de Alvaro Pereira por una durísima entrada contra Facundo Oreja dejó al Pincha con diez hombres y obligó a Vivas a meter una variante de nombres y táctica: perdió un hombre en la línea ofensiva del medio para colocar a Gil en búsqueda de equilibrio defensivo. Hasta ese momento, Estudiantes estaba logrando manejar la pelota con gran claridad de circulación, mientras a Gimnasia le costaba cortar el circuitote juego pincharrata.
Tras el primer cuarto de hora de la parte final, el partido entró en una meseta. El Pincha logró dosificar las energías sin pasar apremios, mientras el Lobo luchaba contra su propia impotencia. Salvo la clarividencia de Licht, que se puso la conducción al hombre, el conjunto tripero no lograba encontrar la manera de herir en ofensiva.
Sobre el final del partido llegó un momento verdaderamente penoso. Tras la expulsión de Ascacibar por una durísima falta sobre Medina, sobrevino el bochorno histórico. Se trenzaron los jugadores todos contra todos, como si se tratara de una pelea callejera entre vándalos. Se trató de un espectáculo vergonzoso y absolutamente inadmisible en un deporte súper profesional.
Tras esa batalla campal, el árbitro dio por terminado el partido y los jugadores de ambos equipos se juntaron en la mitad de la cancha. El bochorno fue de semejantes proporciones que la entrega de la Copa quedó de lado y los protagonistas comenzaron la retirada. En ese momento, se dio otro foco de violencia, ya que los hombres del Pincha volvieron al campo para festejar, ante lo cual reaccionaron sus pares de Gimnasia, aduciendo que los capitanes (Desábato y Licht) habían acordado que todos se retirarían del terreno.
En definitiva, fue una noche negra para la historia de los clásicos de la ciudad, que terminó con victoria del Pincha, aunque relegada a un segundo plano por el penoso incidente del final.
www.eldia.com.ar
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El fútbol se tiñó de vergüenza. El clásico platense en esta ciudad terminó de una manera escandalosa producto de una batalla campal de la que participaron casi todos los jugadores de ambos planteles, en un acto bochornoso e inadmisible en el marco de una actividad profesional. En tiempos en que la violencia es un flagelo que lastima al fútbol a diario, los protagonistas, lejos de brindar un ejemplo de civismo y seriedad, se tomaron a golpes de puño y puntapiés protagonizando un penoso incidente que dejó una mancha negra para la historia de las contiendas deportivas entre los dos equipos de la ciudad.
ANTES, HUBO UN PARTIDO
En el comienzo del partido el plano táctico arrojó sorpresas. Se presagiaba un enfrentamiento de módulos 4-2-3-1 (Estudiantes) ante un 4-4-2 (Gimnasia) pero finalmente Pedro Troglio metió una variante que había sido trabajada en la semana y se decidió por un dibujo 4-3-1-2, con tres hombres en la primera línea de la mitad de la cancha, Meza a la izquierda (se presumía que iría a la derecha), Mendoza de enganche y Niell como punta neto al lado de Nicolás Mazzola.
Del lado del Pincha Vivas apostó a lo que venía mostrando durante el verano. Dos medios de lucha en el círculo central, Solari y Auzqui volando por las bandas, la Gata manejando los hilos por el eje central de la cancha y Viatri como delantero central, para apostar a su buen juego de pivoteo de espaldas a la portería rival.
Con esas cartas sobre la mesa, Estudiantes pudo manejar un poco más la pelota en el primer cuarto de hora, gracias a su capacidad de gestación en la línea medular. En los costados el elenco de Vivas consiguió herir bastante y por momento algunos hombres del Lobo sufrieron el uno-dos a partir de la movilidad albirroja.
Se estudiaron bastante desde el minuto inicial y hubo algo en lo que coincidieron los dos: estuvieron desde el vamos con la idea clara de no dejar jugar el otro con comodidad, se luchó y se mordió mucho en la mitad de la cancha, a tal punto que rápidamente aparecieron los cartones amarillos porque se jugó al límite de los dos lados.
A los 16 se sacudió la red mens sana tras una pelota que quedó suelta dentro del área y que fue capitalizada de manera magistral por Carlos Auzqui, que definió cruzado, con tiro sutil, para poner el grito de gol en las gargantas de los pincharratas.
Después de la ventaja, el Pincha retrasó unos metros las líneas e intentó jugar con el nerviosismo albiazul. Del lado tripero, Franco Niell era uno de los hombres que lograba generar peligro, en el marco de un equipo que aún se está acomodando a la pérdida de su usina de fútbol, que era Nacho Fernández. Al no tener triangulación y volumen, el Lobo apostó al vértigo por los extremos y a las acciones individuales del “Enano” Niell, que fue el que generó la primera chance para el Lobo tras sacarse dos hombres de encima.
Estudiantes apostó todo el tiempo a saltear la primera línea de presión de Gimnasia y cuando lo logró, creó peligro a partir de la inteligencia de la Gata Fernández y de la potencia de Auzqui..
El último cuarto de hora del capítulo inicial lo tuvo a los de Troglio buscando, con insistencia pero sin claridad, mientras Estudiantes procuraba meter mas estiletazos para ampliar la diferencia.
El comienzo del complemento tuvo un sacudón en el trámite. A los diez minutos la expulsión de Alvaro Pereira por una durísima entrada contra Facundo Oreja dejó al Pincha con diez hombres y obligó a Vivas a meter una variante de nombres y táctica: perdió un hombre en la línea ofensiva del medio para colocar a Gil en búsqueda de equilibrio defensivo. Hasta ese momento, Estudiantes estaba logrando manejar la pelota con gran claridad de circulación, mientras a Gimnasia le costaba cortar el circuitote juego pincharrata.
Tras el primer cuarto de hora de la parte final, el partido entró en una meseta. El Pincha logró dosificar las energías sin pasar apremios, mientras el Lobo luchaba contra su propia impotencia. Salvo la clarividencia de Licht, que se puso la conducción al hombre, el conjunto tripero no lograba encontrar la manera de herir en ofensiva.
Sobre el final del partido llegó un momento verdaderamente penoso. Tras la expulsión de Ascacibar por una durísima falta sobre Medina, sobrevino el bochorno histórico. Se trenzaron los jugadores todos contra todos, como si se tratara de una pelea callejera entre vándalos. Se trató de un espectáculo vergonzoso y absolutamente inadmisible en un deporte súper profesional.
Tras esa batalla campal, el árbitro dio por terminado el partido y los jugadores de ambos equipos se juntaron en la mitad de la cancha. El bochorno fue de semejantes proporciones que la entrega de la Copa quedó de lado y los protagonistas comenzaron la retirada. En ese momento, se dio otro foco de violencia, ya que los hombres del Pincha volvieron al campo para festejar, ante lo cual reaccionaron sus pares de Gimnasia, aduciendo que los capitanes (Desábato y Licht) habían acordado que todos se retirarían del terreno.
En definitiva, fue una noche negra para la historia de los clásicos de la ciudad, que terminó con victoria del Pincha, aunque relegada a un segundo plano por el penoso incidente del final.
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