miércoles, 8 de diciembre de 2010

El León fue un verdadero equipo, y con chapa y oficio ganó por paliza


Todas las especulaciones previas, y las dificultades que podía presentarle el mejorado River al Estudiantes sin dos figuras, fueron echadas por tierra, porque el equipo de Alejandro Sabella demostró oficio colectivo y jerarquía de principio a fin. Puso las cosas en su lugar, ganó con baile y reflejó la real actualidad de cada uno.

No brilló el León en el toque, pero sí en el orden y en contundencia, porque hizo goles de pelota parada, de centro atrás en la línea final, de aire y hasta de rebote. Y algunos de ellos los marcó cuando más duele, al inicio del juego para desacomodar todo, al final del primer tiempo para irse más tranquilo al vestuario, y en la reanudación como para abortar todo tipo de reacción.

Con tranquilidad y sin responder al roce que propuso el rival, se jugó el partido como quiso, y literalmente, lo ganó por paliza, con un Agustín Orión casi sin sufrir. Demostró la dimensión de equipo que tiene por sobre uno que intenta empezar a serlo, y las diferencias fueron abismales.

Tan relajado terminó Estudiantes, que pensando en lo que viene, guardó piernas durante media hora, y hasta se dio el lujo de sacar a jugadores comprometidos con tarjetas y lesiones. Pudo haber sido más abultada la goleada, pero los defensores goleadores dijeron basta y quizás, se guardaron algunos para el domingo.

El ole del final fue reflejo de lo que acontecido, no sólo dentro del campo sino en los últimos años. Estudiantes es un Señor Equipo, que pelea hace tiempo y siempre merece ser campeón. Parece que el 2010, lo cerrará en lo más alto del fútbol argentino, como para ratificar algo que en realidad no necesita título.

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