Pellegrino cree que se le da una dimensión exagerada. Se para enfrente de los que lo presentan como algo de vida o muerte. Reflexiones profundas
POR MARTIN CABRERA Y NICOLAS NARDINI
Llega
puntualmente a las 12:30. Vestido de buzo negro, medias blancas y
pantuflas deportivas. Saluda, pide una botella de agua mineral y mira el
reloj. Sonríe y habla con los periodistas. Avisa que lo está esperando
un guiso de lentejas para almorzar. Mientras tanto, desde el primer piso
del edificio del Country se ve cómo se retiran los jugadores del
entrenamiento. Mauricio Pellegrino, el técnico de Estudiantes, a minutos
de brindarse en una extensa entrevista con este diario en la que
hablará del presente y futuro de su equipo, su formación europea, los
técnicos que lo marcaron y su primer impacto del convulsionado fútbol
argentino.
- ¿Qué primer balance hace?
- La
predisposición de la gente es muy buena. Lo que yo esperaba del club se
cumplió con creces. Llevo un lapso corto acá, pero uno va sacando sus
propias conclusiones. De a poco voy conociendo a los jugadores y ellos
me van conociendo a mí.
-¿Qué es lo que le sorprendió del fútbol local, para bien y para mal?
-
Para bien, que hay muchos equipos con buenas propuestas, que buscan el
arco rival y tratan, aún en momentos difíciles, de mantener una
identidad. Mi desafío, a lo largo del tiempo, será lograr que
Estudiantes tenga una manera de jugar en la cual los jugadores estén
cómodos y los hinchas estén contentos.
-Hay una tendencia de crítica al nivel del fútbol argentino últimamente, ¿Cómo lo ve?
-
Nuestro fútbol es un reflejo de lo que somos socialmente. En mi época
de jugador, los protagonistas se iban a España o a Italia. En cambio hoy
se van a Chile, Rusia, Grecia, Turquía o Brasil. ¿Qué quiero decir con
esto? Que hoy el abanico es mucho más amplio. El fútbol viene de lo que
somos socialmente, no viene de Marte. Entonces estamos compitiendo
contra esos factores que nos limitan. Los jugadores se van cada vez más
jóvenes, sin explotar y eso es algo que nos daña. El jugador es mucho
más complejo que hace 15 ó 20 años, y tenemos distintas miradas. Yo,
como entrenador, quiero que mi equipo no sufra situaciones, mientras que
el espectador está esperando ver un partido abierto y el periodista
está esperando que haya muchos goles. Entonces, el fútbol tiene
muchísimas miradas. No es lo mismo un chico de 12 años que va a la
tribuna a alentar a su equipo, que recién va descubriendo el fútbol, que
un tipo de 60 años que va a estar recordando siempre equipos del pasado
porque tiene mil partidos vistos.
- ¿Le sorprende ver en nuestro fútbol que un presidente tenga que salir a explicar que no vendió el descenso de su club?
-
Lo que pasa es que el fútbol hoy tiene una dimensión social que no
corresponde. El fútbol no da para tanto, ni para mí como entrenador ni
para ustedes como periodistas. Yo puedo ser fanático de un club, pero
después hay cosas mucho más importantes. Lo que pasa es que como el
fútbol es un producto que sigue vendiendo y despierta en la gente algo
que ninguna otra cosa en el mundo logra, ha pasado a ser algo
importante, pero realmente no lo es.
- ¿Se ha convertido en vida o muerte?
-
Lo peor de todo es que te lo terminás creyendo. Yo escucho frases como
‘me da vergüenza mirar a la gente a la cara’ o ‘es una vergüenza que
estemos pasando este momento’ y llega un momento en que eso te lo creés.
Realmente, ¿es una vergüenza perder un partido o que te vaya mal? ¿O es
un mal momento? Yo me he ido al descenso y no tenía vergüenza. Hay que
tener mucho cuidado con todos los mensajes que vamos dando, porque todos
somos responsables del fútbol que tenemos, y debemos tratar de cuidar
el espacio en el que convivimos, porque hoy el fútbol somos nosotros, de
aquí a diez años serán otros y le dejaremos una clase de fútbol a los
más jóvenes. Nosotros hemos heredado de los Bilardo y los Zubeldía.
Ahora es cuestión de ver qué vamos a dejar.
- ¿Cuál es el momento que más disfruta de su profesión?
-
Disfruto los entrenamientos más que los partidos. La preparación del
partido también me gusta, el análisis, preparar una charla, también
disfruto mucho cuando un entrenamiento sale bien, me encanta que los
jugadores disfruten entrenando. Cuando llega el partido estoy tan metido
que pocas veces lo disfruto. No lo sufro, pero me pasa algo parecido a
cuando jugaba. Durante el partido estoy bastante tranquilo, pero antes
tengo esa sensación grande de ansiedad, de tratar de imaginar las
situaciones que se pueden llegar a dar.
- ¿Es difícil hoy llegarle al jugador joven, despertar en el dirigido esa pasión buscada?
-
Hay diferentes miradas sobre eso, hay jugadores cuya gran virtud es no
pensar mucho y juegan con una tranquilidad pasmosa cuando todo el mundo
juega excitado. Los tipos que tienen tranquilidad a la hora de pensar es
porque están frescos mentalmente. Quizás el que llega desgastado no lo
logra, se pone a maquinar tres o cuatro días antes y cuando llega el
partido está cansado. Los jugadores hoy están jugando en un fútbol mucho
más difícil que el de mi época. Los futbolistas de hoy tienen los
mismos problemas que tienen mis hijos: tienen mucha más información y
son producto de lo que les dimos desde jóvenes. En definitiva, lo que ha
cambiado es la sociedad, no sólo el fútbol.
- Para esos jugadores, ¿ve más difícil el fútbol argentino que otros?
-
Está cada vez más difícil jugar. Creo que con el tiempo a los jugadores
que no entiendan el juego se les hará más difícil jugar en alto nivel.
- ¿Hasta qué punto el entrenador le puede dar ese valor agregado al futbolista?
-
Trabajar desde chico es determinante, trabajar en un contexto
determinado. Si vos tocás el piano desde los 4 años, a los 30 sos un
experto. Esto es lo mismo.
- Hoy se da el hecho de tener que
trabajar con un jugador de primera, cosas que quizás antes se aprendían
en las inferiores, como la técnica individual...
- Nunca
terminamos de aprender, ni yo en mi profesión, ni los jugadores de 34
años. Todos tenemos cosas por aprender y por mejorar. El trabajo no está
nunca acabado, porque lo que se te plantea es de acá para adelante, no
para atrás. Entonces, hasta los mejores jugadores, todos tienen cosas
por mejorar. Después hay que ver el momento en que está metido, las
características de los jugadores y otras cosas. El fútbol es más
complejo que la técnica individual, porque ella, aislada, no tiene
significado. Lo difícil es recibir una pelota en el aire y dársela a tu
compañero en el momento justo, un metro más atrás o más adelante, eso es
lo difícil. Si uno convive con ese tipo de situaciones desde chiquito,
cuando viene grande es más sencillo.
- ¿Hasta qué punto ve como positivo aquello de dar innumerables indicaciones?
-
Yo creo que el jugador necesita la información justa, la relevante y
muchas veces incomodamos al jugador dándole demasiadas cosas. A mí no me
gusta estar encima durante el partido, porque lo único que hacemos es
demorarlo para la siguiente acción dándole un grito. Hay que esperar los
momentos pasivos del juego para hablar con ellos.
- ¿Se considera un obsesivo de su trabajo?
-
No lo sé, hago lo que creo que es necesario para darle lo mejor al
jugador. Lo que sí creo es que hasta que no termino de hacer lo que creo
mínimo indispensable no me quedo tranquilo. Lo que sí, es que uno, con
el correr de los años, va ganando en experiencia y logra hacer en menos,
más cosas por ejercicio. Nos pasa a todos. Perón decía: “La
organización vence al tiempo” y yo creo mucho en eso.
- Ha citado varias veces a Perón en frases.
- Esa la recordó el Profe Macaya, él la dijo y yo se la robé.
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