martes, 11 de junio de 2013

Estudiantes marcó la diferencia con su sello


EL DESAHOGO DE DUVAN ZAPATA, AUTOR DEL SEGUNDO GOL DE ESTUDIANTES FRENTE A LANUS, EN EL ESTADIO CIUDAD DE LA PLATA

Ganaba con dos goles de pelota parada hasta que llegó la suspensión

COMENTARIO Por Aníbal Guidi

Estas son las cosas -como las ocurridas anoche en el Estadio Ciudad de La Plata- que día tras día seguirán alejando a los buenos hinchas de los campos de juego.

Todo fue muy lamentable lo que ocurrió en el marco del partido entre Estudiantes y Lanús, del que se completaron solamente los primeros 45’ ya que, por el lamentable resultado que arrojaron los enfrentamientos que se produjeron entre los hinchas granates y la policía encargada de la seguridad, con buen criterio, el árbitro Patricio Loustau consensuó con la dirigencia de ambos clubes suspender el encuentro que ganaba Estudiantes por 2 a 0.

Lo que en principio pareció un simple cruce entre la hinchada y la seguridad por querer aquellos ingresar sin entrada, algo que es muy común, aunque se antojó por la cantidad de disparos que se efectuaron que la represión era exagerada, con el correr de los minutos las noticias que llegaban eran por demás inquietantes y, al confirmarse lamentablemente estas versiones, se antojó como atinada la medida de ponerle fin al partido.

Y con respecto al partido en sí, Estudiantes, que había arrancado mal perfilado, peleado con la pelota y con poca llegada, que ni siquiera las dos interrupciones que se produjeron producto de los incidentes que se registraron en la tribuna visitante, no le permitieron meterse en partido al equipo de Pellegrino.

Lanús fue el que dispuso de la pelota, el que tocó mejor, que buscó también con mayor insistencia, pero sin ese plus que necesariamente debe exponer un equipo que lucha por el título de campeón.

Pero, de pronto, el local anotó dos goles y dejó “no contest” a su rival que, evidentemente, sintió el primer impacto que le aplicó Desábato (no marcaba desde hacía 13 meses) que, dentro del área, conectó con zurda un centro que había enviado el Chino Benítez desde la izquierda. Se jugaba el minuto 36.

Hasta ese momento, y dentro de un partido extraño por lo que ocurría adentro y afuera, Estudiantes se sostenía con la solvencia de Desábato y la seguridad de Rulli, que ya superó la marca de 540’ con la valla invicta que era patrimonio de Marcelo Yorno. A partir de allí el local comenzó a crecer, crecieron los generadores de juego que estaban ciertamente opacados, y ese gol del capitán fue como un bálsamo para Estudiantes y un golpe de nocaut para el granate que comenzó a flaquear donde es peligroso: en defensa.

Ocho minutos después vendría el golazo de Duván Zapata –la concepción de la jugada corrió por cuenta de Benítez, Correa y Silva, el autor del centro, por la izquierda, con el posterior anticipo de cabeza del colombiano- que, para fortuna del colombiano, encontró tibia respuesta en el arquero Andrada, que no pudo desviar la trayectoria. A Estudiantes le costó, pero se recuperó y con dos jugadas de pelota detenida, simplificó lo difícil.

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