El mal clima atentó contra una masiva convocatoria. De todos modos, los hinchas dieron otra muestra de pasión
“Esta
campaña volveremos a estar contigo...”, gritó durante buena tarde la
hinchada de Estudiantes, que ayer concurrió en buena forma al estadio
Ciudad de La Plata, para estar presente en la primera fecha del torneo.
El
marco fue más que digno, teniendo en cuenta que el horario de las 17, y
mucho más un viernes de febrero, fue todo un despropósito a la hora de
pensar en la concurrencia.
El público fue llegando lentamente a
partir de las 16. Pero fue sorprendente que a las 16:30, media hora
antes del inicio, la cancha estaba apenas completa en un 10%. A esa
altura todo fue dudas en cuanto a la verdadera convocatoria.
A
las 17, cuando el equipo saltó al campo, la popular y la platea oficial
ya tenían una pintura más que interesante. Y para los diez minutos de
partido se vio otra cosa, mucho más acorde.
El ingreso fue todo
un caos. En el centro, que a esa hora tenía la mayoría de sus semáforos
apagados por un corte luz, abundaron bocinazos y peleas de tránsito. Es
que muchos autos querían llegar hasta 25 y 32 luego de una jornada
laboral.
El mismo caos se vivió en la zona de la cancha. Autos
mal estacionados, gente caminando en forma acelerada, jóvenes
corriendo... Todo sea por ver los primeros minutos del Pincha en el
torneo.
Adentro de la cancha todo se desarrolló en paz. El
corazón de la popular al mando de Los Leales, y muchos bombos y
trompetas durante los 90 minutos.
“La Loma”, “City Bell”, “Altos
de San Lorenzo”, “Lavallol”, “Berisso”, “Tolosa”, “23 y 68”, “Mi genio
amor”, “Agrupación 16 de octubre”, “Los Hornos”, “Agrupación José Sosa” y
“Lanús te ama”, algunas de las muchas banderas que se colocaron
alrededor de la cancha.
La popular Norte no fue habilitada y los
hinchas que sacaron general se ubicaron en la popular Sur, junto al
resto de los socios. Quienes estaban en familia pudieron pasar el portón
para sentarse en el Pasillo 32.
EL AGUA NO AFECTO
Así pasó el
primer partido de 2014 en el estadio, que salvo por el agua que ingresó
en la sala de conferencias (Pellegrino tuvo que hablar en la puerta del
vestuario) y en un vestuario (que no se utilizó ayer), respondió como lo
indica su estructura: impecable.
Es cierto que a la hora del
partido no cayó una gota, pero no hubo ni rastros de toda la que había
caído durante las horas previas.
El césped fue un lujo teniendo
en cuenta la gran cantidad de agua que había caído durante la noche y la
mañana. “El campo drena hasta 50 milímetros por hora”, había dicho el
administrador Matías Sejem, cuando el partido estaba en duda. La verdad
es que se notó no bien salieron los equipos.
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