martes, 4 de marzo de 2014

Los jóvenes van madurando y ahora sí se consolida un nuevo Estudiantes

SIN HABER PODIDO GANAR, DIO OTRO PASO HACIA ADELANTE

“Made in City Bell”. De la nueva camada, Rulli y Gil Romero son los mejores alumnos. La transición dolió y duró bastante, pero terminó. El futuro ya no asusta


ESTUDIANTES PASO EL PERIODO DE TRANSICION Y SE CONSOLIDA CON LA NUEVA CAMADA DE JUGADORES JOVENES
ESTUDIANTES PASO EL PERIODO DE TRANSICION 
Y SE CONSOLIDA CON LA NUEVA CAMADA 
DE JUGADORES JOVENES

OPINION Por MARTIN MENDINUETA

Con el calendario 2011 recién nacido, Alejandro Sabella decidió renunciar como director técnico de Estudiantes. Aquel impacto resultó tan sorpresivo como perjudicial para el club. No sólo el fútbol profesional lo sintió hasta los huesos; el cimbronazo desparramó estupor en la comisión directiva de turno y profunda pena en la tribuna.
A partir de aquel 2 de febrero nada sería fácil para el equipo que había dado su última vuelta olímpica cincuenta días antes. En ese momento comenzó la transición. Agria, incómoda y cruel. No respetó a casi nadie. Devoró a Eduardo Berizzo (actualmente en Chile y cada vez más reconocido en el contexto latinoamericano), a Miguel Russo, a Diego Cagna, al “Vasco” Azconzábal y hasta le provocó heridas serias al joven Martín Zuccarelli. Todos, en mayor o menor medida, sufrieron “el dolor de ya no ser”. Estudiantes tenía un pasado reciente demasiado dulce y no podía dejar de añorarlo. La transición parecía un agujero negro. Nadie sabía cuándo iba a dejar de hacer daño.
El bendito momento llegó. Al menos esa es la sensación que impregna el ambiente “Pincha” después de ver jugar unos cuantos buenos partidos a la formación titular que aglutina caritas frescas, sin arrugas, criadas en el mítico Country. Más allá de lógicos matices en la mirada de cada hincha, que Estudiantes empiece a repetir en cancha la presencia de Gerónimo Rulli, Leonardo Jara, Jonatan Silva, Carlos Auzqui, Gastón Gil Romero, Joaquín Correa, Guido Carrillo, Alvaro Klusener, Mauricio Rosales, el mismo Agustín Silva (otro que padeció la transición) y algunos más que se puedan sumar, otorga una inconfundible señal: La transición se acabó. Terminó de disiparla este conjunto de pibes “made in City Bell”.
El post-Sabella fue durísimo, pero ya es historia. Exactamente tres años después de ese quiebre emocional tan traumático, hay un equipo respetado que se va asentando con el correr de los partidos, y que tiene al futuro de su lado. El oro de la juventud, sumado a las condiciones futbolísticas de este numeroso grupo, genera optimismo. 

AL MARGEN DEL RESULTADO
 
Estudiantes hizo un muy buen partido ante los “talibanes” de Alfredo Berti (tómese como un elogio por su inquebrantable convicción para jugar, siempre, de un modo tan estético como generoso con el espectáculo) y estuvo más cerca del triunfo que su oponente. ¿Le faltó contundencia? Si y otras cosas más también, aunque lo realmente valioso fue el modo en que se plantó en el campo. Corrió un montón, la presión en bloque fue parte de su libreto y terminó encerrando al rival cerca del área de Guzmán. En este caso, el mérito alcanzado no necesitó el abrigo de la victoria para ser reconocido.
 
ABANDERADOS
 
Los que miran fútbol ya saben que Estudiantes tiene algunos jóvenes destacados. Rulli y Gil Romero hoy son los mejores exponentes de la nueva camada. No sólo son titulares, se van convirtiendo en pilares de un equipo que empieza a necesitarlos tanto como a Verón y a Desábato.
Estudiantes no ganó. De los últimos seis puntos cosechó uno. Eso no es lo importante hoy. Ha vuelto a tener un equipo estabilizado y perfilado para seguir creciendo. Que la transición sea parte del pasado, constituye un triunfo clave. De los que valen muchísimo más que tres puntos.

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