SIN HABER PODIDO GANAR, DIO OTRO PASO HACIA ADELANTE
“Made in City Bell”. De la nueva camada, Rulli y Gil Romero son los mejores alumnos. La transición dolió y duró bastante, pero terminó. El futuro ya no asusta

ESTUDIANTES PASO EL PERIODO DE TRANSICION
Y SE CONSOLIDA CON LA NUEVA CAMADA
DE JUGADORES JOVENES
OPINION Por MARTIN MENDINUETA
Con el calendario 2011 recién nacido, Alejandro Sabella decidió
renunciar como director técnico de Estudiantes. Aquel impacto resultó
tan sorpresivo como perjudicial para el club. No sólo el fútbol
profesional lo sintió hasta los huesos; el cimbronazo desparramó estupor
en la comisión directiva de turno y profunda pena en la tribuna.
A partir de aquel 2 de febrero nada sería fácil para el equipo que
había dado su última vuelta olímpica cincuenta días antes. En ese
momento comenzó la transición. Agria, incómoda y cruel. No respetó a
casi nadie. Devoró a Eduardo Berizzo (actualmente en Chile y cada vez
más reconocido en el contexto latinoamericano), a Miguel Russo, a Diego
Cagna, al “Vasco” Azconzábal y hasta le provocó heridas serias al joven
Martín Zuccarelli. Todos, en mayor o menor medida, sufrieron “el dolor
de ya no ser”. Estudiantes tenía un pasado reciente demasiado dulce y no
podía dejar de añorarlo. La transición parecía un agujero negro. Nadie
sabía cuándo iba a dejar de hacer daño.
El bendito momento
llegó. Al menos esa es la sensación que impregna el ambiente “Pincha”
después de ver jugar unos cuantos buenos partidos a la formación titular
que aglutina caritas frescas, sin arrugas, criadas en el mítico
Country. Más allá de lógicos matices en la mirada de cada hincha, que
Estudiantes empiece a repetir en cancha la presencia de Gerónimo Rulli,
Leonardo Jara, Jonatan Silva, Carlos Auzqui, Gastón Gil Romero, Joaquín
Correa, Guido Carrillo, Alvaro Klusener, Mauricio Rosales, el mismo
Agustín Silva (otro que padeció la transición) y algunos más que se
puedan sumar, otorga una inconfundible señal: La transición se acabó.
Terminó de disiparla este conjunto de pibes “made in City Bell”.
El post-Sabella fue durísimo, pero ya es historia. Exactamente tres
años después de ese quiebre emocional tan traumático, hay un equipo
respetado que se va asentando con el correr de los partidos, y que tiene
al futuro de su lado. El oro de la juventud, sumado a las condiciones
futbolísticas de este numeroso grupo, genera optimismo.
AL MARGEN DEL RESULTADO
Estudiantes
hizo un muy buen partido ante los “talibanes” de Alfredo Berti (tómese
como un elogio por su inquebrantable convicción para jugar, siempre, de
un modo tan estético como generoso con el espectáculo) y estuvo más
cerca del triunfo que su oponente. ¿Le faltó contundencia? Si y otras
cosas más también, aunque lo realmente valioso fue el modo en que se
plantó en el campo. Corrió un montón, la presión en bloque fue parte de
su libreto y terminó encerrando al rival cerca del área de Guzmán. En
este caso, el mérito alcanzado no necesitó el abrigo de la victoria para
ser reconocido.
ABANDERADOS
Los
que miran fútbol ya saben que Estudiantes tiene algunos jóvenes
destacados. Rulli y Gil Romero hoy son los mejores exponentes de la
nueva camada. No sólo son titulares, se van convirtiendo en pilares de
un equipo que empieza a necesitarlos tanto como a Verón y a Desábato.
Estudiantes
no ganó. De los últimos seis puntos cosechó uno. Eso no es lo
importante hoy. Ha vuelto a tener un equipo estabilizado y perfilado
para seguir creciendo. Que la transición sea parte del pasado,
constituye un triunfo clave. De los que valen muchísimo más que tres
puntos.
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