ESTUDIANTES. PERDIÓ COMO LOCAL 1-0 ANTE ATLÉTICO NACIONAL Y DEBE GANAR EN GUAYAQUIL PARA NO DEPENDER DE NADIE
Un error defensivo y enormes falencias en ataque, postales de una noche negra
Por MARTIN CABRERA
COMENTARIO
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Cuando el presente está
torcido cualquier pozo puede ser el detonante de un pinchazo de rueda.
Algo así le pasó a Estudiantes anoche en el Estadio Ciudad de La Plata,
donde perdió contra Atlético Nacional de Medellín y quedó complicado en
el sorprendente Grupo 7 de la Copa Libertadores. De primero en la tabla a
tercero, cuando queda una sola fecha. Pero lo peor parece ser el nivel
de un equipo que cada partido se va apagando como el sol del atardecer.
El Pincha no mereció perder el partido, eso parece
estar claro. Tampoco hizo méritos como para quedarse con los tres
puntos, principalmente porque le faltó oficio, jerarquía, algo de
rebeldía y, principalmente, suerte.
En los primeros 20 minutos mostró lo mejor del
último tiempo a esta parte. Bien Ezequiel Cerutti por la banda derecha,
muy bien Alvaro Pereira por la izquierda y muy activo Guido Carrillo, el
goleador que anda con la pólvora mojada y una lesión en su hombro que
indudablemente lo tiene más afuera que adentro de la cancha.
Estudiantes antes había perdido sólo tres partidos de Copa como local: con Barcelona en 1971, Olimpia en 1984 y Cruzeiro en 2011
En esos minutos generó fútbol a su manera, ante un
rival al que le costó hacer pie. Pudo ser de Leandro Desábato de cabeza,
pero el asistente levantó la bandera por off side. Y pudo ser de
Carrillo, que robó una pelota y corrió hacia el arco con el gol en la
garganta. Pero al pisar el área se quedó sin fuerza, trastabilló y cayó.
La tribuna reclamó penal, pero no hubo nada.
Esa jugada empezó a marcar el principio del fin,
porque sonó el despertador para la visita, que a los 34’ tuvo en los
pies de Alejandro Guerra el gol. La pelota salió a cinco centímetros. La
siguiente jugada fue gol. Robó Mejía en la mitad, corrió unos metros,
empujó a Leonardo Gil con el cuerpo y definió mordido, con tanta mala
suerte que la pelota rebotó en Schunke para dejar sin chances a Hilario
Navarro.
El gol fue un golpe de nocaut para el local, que de
todos modos en el último minuto tuvo en los pies de Carrillo el gol del
empate. El goleador la tiró afuera.
En la parte final Mauricio Pellegrino metió el
cambio que le pedían en la tribuna: Luciano Acosta. El ex Boca arrancó
con todo y asistió un par de veces a Carrillo, que erró dos veces por la
derecha. Pero no fue ese gigante que imaginaban los hinchas.
El DT no se quedó ahí. Adentro Carlos Auzqui y
Román Martínez. El Pincha apostó todo para ganar (dejó el medio sin
marca), pero se olvidó las ideas... y la convicción. El equipo no tuvo
inteligencia y se cansó de tirar centros para que los centrales se
divirtieran dentro del área. Encima no supo cómo ganar la parada en el
mediocampo, lugar en donde los colombianos -con el aval del árbitro-
manejaron el partido a su antojo.
Es más, en los últimos minutos estuvo más cerca
Atlético Nacional de llegar al segundo gol que Estudiantes de empatar.
Le faltó ese plus que se necesita para ganar un partido chivo de
Libertadores cuando la mano viene cambiada. El único que podía aportar
eso era Alvaro Pereira, que jugó de stopper en la línea de tres.
Así se quedó con las manos vacías y un rosario de
dudas en sus manos. Quedó tercero, un punto por debajo de Libertad y
Atlético Nacional, obligado a ganarle en Guayaquil a Barcelona, que por
lo menos está eliminado. Pero hace rato que al Pincha le cuesta ganar de
visitante y con este nivel no hay muchos motivos que inviten a soñar.
Pero tiene una chance más y dependerá de sí mismo saber aprovecharla o
no.
www.eldia.com.ar
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