AMBICIOSO PLAN. PRESIÓN EN BLOQUE Y AGRESIVIDAD
La idea de Milito es tan seductora como exigente
Por MARTIN MENDINUETA
OPINION
OPINION
No hay una buena idea,
planteo táctico o estrategia de juego que logre ser exitosa
prescindiendo de rendimientos individuales eficientes. Aquello que
elabora en su cabeza el director técnico necesita, indefectiblemente, de
la idoneidad, primero, y de la aplicación inteligente, después, de los
intérpretes en cuestión. Aplicando esta máxima al recién nacido ciclo de
trabajo liderado por Gabriel Milito en Estudiantes, hay que dejar en
claro que ofreció las dos caras de la moneda en una misma noche copera.
En el primer tiempo frente a Independiente Santa Fe
de Bogotá, el “Pincha” fue un alumno obediente, práctico, intenso y
efectivo. Antes de cumplirse la media hora inicial ganaba dos a cero y
ofrecía la seductora imagen de dominar completamente la escena. Guiado
por la vocación vertical de Aguirregaray, la picardía de Acosta, el
toque fino de Sánchez Miño, algunas trepadas de Pereira por la izquierda
(como la que originó el primer alarido), el despliegue incansable de
Auzqui y la peligrosidad siempre latente de Carrillo, el local supo
establecer claras diferencias que pudo plasmar en el marcador.
Ese lapso lo mostró ejerciendo una presión alta que
desarticuló por completo al huésped colombiano. No dejó jugar a su
rival. Lo incomodó y le robó la pelota casi en un mismo acto. Allí fue
también determinante el equilibrio que ofreció Damonte, participando
como primer eslabón de la cadena de pases y solucionando algunos
desacoples que empezaba a mostrar la dupla de zagueros.
Los aplausos que abrigaron la caminata de los
jugadores albirrojos hacia el vestuario significó una merecida corona
para quienes habían cumplido con el flamante “libreto”. La tertulia del
entretiempo, tanto en los palcos como en la zona de plateas y en la
tribuna popular, compartió el eje de la aprobación contundente. Sin
brillar, había hecho lo que debía.
EL APAGON
El cambio fue tan marcado como negativo en el
complemento. Creció mucho el que había jugado mal y se apagó casi por
completo aquel que había hecho de la presión un rasgo identificatorio.
Cansado, al menos eso fue lo que pareció, y con notorias dificultades
para ejercer la tenencia de la pelota, Estudiantes borroneó su imagen y
sembró el virus de la preocupación.
Sólo Hilario Navarro se destacó en un contexto nada
agradable para la visión de los hinchas. Leonardo Jara, el
polifuncional que tranquilamente podría ser probado en el lugar de
Sebastián Domínguez, ingresó aportando frescura por la banda derecha,
pero el pozo colectivo terminó devorándolo.
Volviendo a Domínguez, su nivel actual desentona
con claridad. ¿Por qué se lo nota tan lejos de aquel que supo ser
bastión y garantía de confianza en un Vélez poderoso? Pareciera no estar
en plenitud física y eso jugarle en contra de la estampa segura y
atlética que tantos elogios le deparó. Hoy, él y el “Chavo” no están
formando una pareja de centrales que irradie seguridad. ¿No será este el
momento de juntar la experiencia y el oficio de Desábato con la
juventud, el relieve técnico y la velocidad de Leo Jara? El partidazo
que se “regaló” el juvenil ante Rosario Central, con gol incluido, asoma
como un antecedente positivo a tener en cuenta.
Estudiantes ganó. Eso es muy valioso. Sacó un
aprobado indiscutible en el primer tiempo y una calificación baja en la
parte final. ¿Y entonces? ¿Qué nota se le pone?
Ninguna, por ahora. Lo aconsejable es esperar. El paso del tiempo será el encargado de elaborar el diagnóstico más certero.
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