DEJO ESCAPAR UNA BUENA POSIBILIDAD. TODAVÍA NO APARECE LA MANO DE SU ENTRENADOR.
Partido con escasas emociones y de muy pobre nivel general
Por ANIBAL GUIDI
COMENTARIO
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A esta altura, ya con varios
partidos a cuesta del nuevo entrenador de Estudiantes, cabe preguntarse
en que cambió aquel equipo de Pellegrino a este de Milito. Y si nos
atenemos a lo que sucedió ayer en el Ciudad de La Plata se puede
concluir que muy poco, o casi nada.
El empate en cero (no ha podido aún ganar de local
con Milito) ante un necesitado y discreto Colón resultó otro paso atrás
para un equipo que parece tener buenas intenciones, algunas hasta se
puede decir que saludables, pero finalmente todo termina muriendo en la
más absoluta intrascendencia.
Si al final de cuentas los jugadores más valiosos
estuvieron en la línea de fondo (Aguirregaray, Domínguez), ya este dato
alcanza y sobra para reflejar la pobre actuación que tuvo el equipo
local.
Resumiendo, Estudiantes fue una muestra de
intenciones pero sin poder dar la estocada final. Que no se le dio
cuando intentó jugar ni cuando, en el cierre, con Carrillo y Vera
arriba, se aferró al centro para vulnerar a una heroica retaguardia
“sabalera”.
Las subidas del Vasco Aguirregaray, la actitud de
Acosta rompiendo líneas y algunos relumbrones de Cerutti, que jugó en
inferioridad física, parecieron ser los argumentos más efectivos que
mostró anoche Estudiantes para poder quebrar a Colón, pero nunca pudo
poner cara a cara con Broun a ninguno de sus jugadores, lo que es un
dato que ciertamente preocupa.
La visita, que transita por una etapa complicada en
lo futbolístico y con una vida interna convulsionada, hizo lo esperado.
Se plantó con dos líneas de cuatro, derrochó solvencia con los
centrales Lazzaroni y Conti, y solamente se insinuó peligroso en los
primeros minutos del partido con la velocidad y determinación de
Villarruel, pero en la misma medida en que desapareció de escena Ramírez
y Domínguez lo controló bien a Alario, prácticamente dejó de
inquietarlo a Navarro.
Estudiantes completó cinco encuentros sin derrotas
(dos victorias y tres empates), mientras que de local registra cuatro
partidos sin caídas (dos triunfos y tres empates). En lo que hace a los
santafesinos, que fueron eliminados de la Copa Argentina, también
completaron cinco presentaciones sin caídas (dos triunfos y tres
empates).
El equipo Pincha dejó escapar la chance de enhebrar
la tercera victoria al hilo, pero lo más llamativo es que no consigue
una regularidad en su juego, ya que con buenas intenciones está visto
que no alcanza. Generó muy poco en ataque, con el agravante que cuando
desbordó y puso algún buen centro al área no lo aprovechó, y cuando
apeló al recurso del pelotazo, tampoco le sacó un buen rédito. A los que
gustan de las estadísticas, se puede agregar el siguiente dato: de 15
remates (9 dentro del área y 6 desde afuera) efectuados uno solo fue
directo al arco. Muy poco como para romper el cero.
A la hora del balance, Milito admitió que “tuvimos
muchas llegadas pero pocas situaciones”, como lo reflejaron al final los
números.
La intención de jugar, de salir tocando desde el
fondo, por ejemplo, se vio muy poco y, algunas de ellas, especialmente
esta última, por momentos resultaron peligrosas ante la presión alta que
ejerció el rival.
Habrá que ver que resulta del equipo durante el
receso, en donde el cuerpo técnico intentará, de una vez por todas,
darle su impronta a un equipo que anoche, de local, dejó escapar una
buena posibilidad de agregar otra victoria para intentar de escaparle a
la mitad de la tabla en donde ha morado desde que se puso en marcha el
campeonato largo. Ni siquiera con los cambios que intentó pudo revertir
la situación y la pobre actuación del equipo fue reprobada por la gente,
incluso muchos de ellos se retiraron antes del pitazo final persuadidos
de que ni siquiera le podía salir el tiro del final como otras veces.
Habrá que darle crédito nomás a Milito para que termine de darle otra
fisonomía al equipo que, hasta aquí, no parece estar emparentado con la
capacidad individual que posee.
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