sábado, 11 de julio de 2015

Una versión apática de un equipo deslucido y sin juego

ESTUDIANTES. EMPATÓ 0-0 CON SAN MARTÍN DE SAN JUAN EN UN PARTIDO PARA EL OLVIDO

El Pincha casi no pateó al arco. Pereira se enojó con sus compañeros y se fue sin saludar

La imagen del final del partido, con Alvaro Pereira reclamando más actitud y yéndose sin saludar, puede resumir lo que hizo Estudiantes anoche en su empate 0-0 con San Martín de San Juan: un equipo que jugó mal, no tuvo frescura ni actitud y se retiró con una sensación negativa. La única certeza es que si repite esta actuación no podrá aspirar a nada pretencioso.

Sintesis

Sin peso en la mitad de cancha y sufriendo la falta de un delantero de área, el Pincha no pareció saber a qué jugó. Por momentos los movimientos fueron lentos y anunciados, típicos de jugadores confundidos. Y lo peor de todo, algo que no se perdona para un equipo profesional: pateó dos veces en toda la noche al arco.
Lo único positivo de la noche para Estudiantes es que no pasó sobresaltos defensivos, ya que enfrente tuvo un rival que no vino a La Plata más que para llevarse un punto. Distinta hubiese sido su suerte de haber tenido un oponente más ambicioso.
El plantel albirrojo está mal armado, sin volantes interiores que puedan explotar de mitad de cancha para adelante y con una alarmante carencia de delanteros. Así, y con un estilo futbolístico que pretende ir más alto de lo que puede volar, indudablemente tendrá un semestre complicado.

MUY TIBIO

En el primer tiempo el partido fue muy tibio, casi sin situaciones de riesgo en los arcos. En ese contexto Estudiantes estuvo un poco mejor, siempre con la iniciativa de querer generar buen juego en la mitad de la cancha. Pero como Luciano Acosta nunca pudo prosperar por el medio, las llegadas se dieron por las bandas, con desbordes de Alvaro Pereira y Mauricio Rosales. Y entonces ahí quedaron en evidencia todas las carencias del equipo, sin delanteros de área ni altura. Todas las pelotas fueron a las manos del arquero Luis Ardente o a la cabeza calva de Renzo Vera, que se divirtió despejando.
De todos modos, el Pincha tuvo un par de oportunidades como para desnivelar. La más clara en la cabeza de Jonatan Schunke, que reventó el travesaño. La otra en los pies de Leandro Desábato, que en una segunda jugada remató por arriba del arco desde una buena posición dentro del área. Ambas jugadas se iniciaron con sendas pelotas paradas desde la izquierda.
Pero si el primer tiempo había sido malo, el complemento fue infinitamente peor. En 45 minutos no hubo una jugada de riesgo para el local, que ni siquiera tuvo esa rebeldía de querer torcer la historia aunque sea con un pelotazo al área. Pases laterales y jugadas tan anunciadas hicieron que los hinchas fueran mutando del aburrimiento a la enorme preocupación al ver un equipo un par de escalones por debajo del semestre pasado, que ya había sido apenas regular.
Recién en los últimos cinco minutos, cuando el uruguayo Alvaro Pereira empujó de “guapo”, el equipo pudo mostrar sus dientes. Ya con un delantero de área (Diego Mendoza estuvo 20 minutos en cancha) y una mínima de actitud, cayeron dos o tres pelotas al punto de penal cuyano que hicieron levantar a los plateístas. Una pizca de emoción para un partido que a esta altura seguramente ya debe haber quedado en el olvido de los hinchas. O no, pero por lo malo.
En definitiva, el regreso a la actividad de Estudiantes fue poco alentador. Sin juego ni amor propio. Sin variantes ni individualidades. El Pincha dejó a su gente desmoralizada, porque la realidad dijo presente: así no va a ningún lado.

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