PRONOSTICO ERRADO. EL CLÁSICO FUE PAREJO SÓLO DIEZ MINUTOS
Uno tuvo varios trabajos individuales buenos y el otro, ninguno. El partido “terminó” cuando Auzqui convirtió el segundo gol
Por MARTIN MENDINUETA
OPINION
OPINION
Las marcadas diferencias
entre vencedor y vencido fueron tantas que la incógnita sobre el
resultado final duró mucho menos de lo previsto. Parecían llegar
emparejados en actualidad (así lo marcaba la tabla de posiciones), pero
desde el primer alarido de “La Gata” el trámite se hizo muy accesible
para Estudiantes y demasiado adverso para Gimnasia.
Sin haber jugado en un nivel superlativo, fue mucho
“¨León” para tan poco “Lobo”. Por eso, los tres goles de diferencia y
la firme sensación de que en caso de habérselo propuesto, Estudiantes
podría haber ampliado su collar de festejos. Fortísimo resultó el
impacto visual de advertir a Gimnasia totalmente abatido muy temprano.
Como resignado a que la derrota no tenía remedio después del gol de
Carlos Auzqui. Esa macana grande de Enrique Bologna (van unas cuantas en
el torneo) significó un mazazo para quien, de todos modos, no estaba
encendido ni peligroso buscando el empate.
Los hinchas albirrojos llegarán al viernes por la
noche (cuando vuelvan al Unico para el partido ante Defensa y Justicia)
debatiendo sobre quiénes fueron los que subieron al podio de los mejores
rendimientos. Gastón Fernández, Santiago Ascacíbar, Carlos Auzqui,
Jonathan Schunke y Facundo Sánchez quedaron muy bien conceptuados por el
tribunal popular, aunque Augusto Solari (gestó el desborde previo al
primer gol), Lucas Viatri. Israel Damonte y hasta el lesionado Juan
Ignacio Cavallaro también merecieron elogios.
Del otro lado, el panorama fue desolador. Sólo el
generoso despliegue de Facundo Castillón y un par de apariciones
valiosas del pibe Matías Noble rompieron la paupérrima monotonía del
huésped que decidió vestir camiseta alternativa. Así las cosas, nunca
hubo olor a milagro. Por el contrario, a los veinticinco minutos del
segundo tiempo el equipo de Troglio empezó a jugar sin apuro, como
deseando sólo que el partido terminara lo antes posible.
Gimnasia tiene una peligrosa predilección por
transitar por los extremos. Su cuerpo técnico pasó, en muy breve lapso,
de considerar que Walter Bou todavía no estaba preparado para jugar en
Primera, a elegirlo como titular por sobre Nicolás Mazzola. Claro, en el
medio de eso anotó varios goles, pero igual llamó la atención el
drástico cambio de parecer.
CADA VEZ MAS QUERIDO
Carlos Auzqui va a vivir muchos años como
futbolista profesional. Sus tremendas ganas de triunfar, la
inquebrantable voluntad y el carácter que gobierna a esos huesos duros
como piedras, lo han llevado hasta donde merece. Hoy ya nadie afirma que
no puede jugar. Dejaron de ser crueles con él porque se dieron cuenta
de todo lo que da. Es así: “Carlitos” da todo. Por eso los compañeros lo
adoran, los técnicos tanto lo valoran y los rivales lo sufren.
Evidentemente, tiene muy alto el umbral del dolor.
Se la banca. Jugó el clásico porque se moría de ganas. El gol fue su
recompensa y los aplausos, ese abrigo que durante años esperó en vano.
Todo llega para quien lo busca con perseverancia.
PAPELON EN LAS ALTURAS
La imagen de Gimnasia en el campo de juego fue muy
mala, pero aún peor resultó la que brindó desde ese palco vidriado donde
hubo gritos, empujones y trompadas. Allí no estaba la barra brava, sólo
había directivos e integrantes del plantel profesional. La adversidad
deportiva sacó lo peor de ellos. Lamentable. Gimnasia no para de
equivocarse. Ha perdido el rumbo nuevamente. ¿Cómo sigue esto? ¿Los
jugadores que reaccionaron serán sancionados por los mismos directivos
que insultaron a los compañeros que estaban en la cancha?
El replanteo que se impone en el club va mucho más
allá de si debió salir Faravelli o Brum para el ingreso de Franco Niell.
No confundamos los tantos. Una cosa es perder en el juego de la pelota y
otra, muy diferente, extraviar el rumbo en el comportamiento público de
los que están representando a la institución.
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