El Increíble Nelson le ganó el duelo táctico a Alfaro, el Pincha estiró su paternidad y el Lobo, sin técnico.
Ahí va Damonte. Para meter su cabeza platinada. Para gritar su primer
gol en un clásico. Para festejarlo con su hijo Fidel en la platea.
Hasta la victoria siempre, Estudiantes.
Ahí está Nelson, el
Increíble Nelson. Si lo hubieran dejado, esta vez se habría desprendido
la camisa de alegría, de desahogo. Un chaleco violeta se lo impide. Pero
qué va. Este triunfo es suyo, sobre todo suyo. ¡Vivas Estudiantes! Ahí
van el Chavo, el Chapu, Andújar… Para seguir con la paternidad que
potenciaron hace ya una década. Para ganarse otra ovación y pelearse por
entrar al podio del partido. Fuimos héroes. Somos héroes… Ahí está
Estudiantes y su racha. ¿Quién dijo que eso, las rachas, están para
cortarse? El Pincha, contra Gimnasia, es capaz de cambiar cualquiera
regla. Pasan los jugadores de un lado y del otro. Pasan los técnicos
(más de un lado que del otro)… Pasan las canchas (ahora Quimes). Y la
última victoria del Lobo se sigue alejando en el almanaque. Ayer fue
Damonte. Antes, la Gata Fernández y Auzqui. Pero a esta altura el
verdugo de la foto podría ser cualquiera. El verdugo es Estudiantes. Que
encima encontró un nuevo objetivo clásico: bajarle a su rival los
entrenadores. Si cayó Troglio, cómo no iba a caer Alfaro… Justo Alfaro
le había puesto un paréntesis a la racha con dos 0 a 0. En esas
ocasiones, había vencido a Vivas en el duelo táctico. Pero ayer, Nelson
se reivindicó. Le ganó el partido de pelota parada, sí, pero también con
la cabeza. Le complicó la vida con Sánchez de extremo derecho y Solari
en la banda izquierda. Lo doblegó en la segunda jugada. En la intensidad
tras la pérdida de la pelota (Braña y Damonte, claves). En la actitud. Y
en los cambios (bien con Cavallaro). Lechuga lo ayudó: puso a Licht en
el medio, a Oreja y Ramírez a contrapierna y, en el ST, a un Lobos que
no estaba para jugar.
La reacción de Gimnasia no fue suficiente.
Regaló un tiempo y lo pagó caro. Pudo perderlo por más. Pudo empatarlo.
Pero nunca salió a ganarlo. Alfaro fue, en eso, el peor jugador de la
cancha. El que le dio revancha a Vivas. El que se fue sin lograr lo que
otros tampoco pudieron: ganarle a Estudiantes.
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