domingo, 14 de mayo de 2017

¡Vivas Estudiantes!

El Increíble Nelson le ganó el duelo táctico a Alfaro, el Pincha estiró su paternidad y el Lobo, sin técnico.

Ahí va Damonte. Para meter su cabeza platinada. Para gritar su primer gol en un clásico. Para festejarlo con su hijo Fidel en la platea. Hasta la victoria siempre, Estudiantes.
Ahí está Nelson, el Increíble Nelson. Si lo hubieran dejado, esta vez se habría desprendido la camisa de alegría, de desahogo. Un chaleco violeta se lo impide. Pero qué va. Este triunfo es suyo, sobre todo suyo. ¡Vivas Estudiantes! Ahí van el Chavo, el Chapu, Andújar… Para seguir con la paternidad que potenciaron hace ya una década. Para ganarse otra ovación y pelearse por entrar al podio del partido. Fuimos héroes. Somos héroes… Ahí está Estudiantes y su racha. ¿Quién dijo que eso, las rachas, están para cortarse? El Pincha, contra Gimnasia, es capaz de cambiar cualquiera regla. Pasan los jugadores de un lado y del otro. Pasan los técnicos (más de un lado que del otro)… Pasan las canchas (ahora Quimes). Y la última victoria del Lobo se sigue alejando en el almanaque. Ayer fue Damonte. Antes, la Gata Fernández y Auzqui. Pero a esta altura el verdugo de la foto podría ser cualquiera. El verdugo es Estudiantes. Que encima encontró un nuevo objetivo clásico: bajarle a su rival los entrenadores. Si cayó Troglio, cómo no iba a caer Alfaro… Justo Alfaro le había puesto un paréntesis a la racha con dos 0 a 0. En esas ocasiones, había vencido a Vivas en el duelo táctico. Pero ayer, Nelson se reivindicó. Le ganó el partido de pelota parada, sí, pero también con la cabeza. Le complicó la vida con Sánchez de extremo derecho y Solari en la banda izquierda. Lo doblegó en la segunda jugada. En la intensidad tras la pérdida de la pelota (Braña y Damonte, claves). En la actitud. Y en los cambios (bien con Cavallaro). Lechuga lo ayudó: puso a Licht en el medio, a Oreja y Ramírez a contrapierna y, en el ST, a un Lobos que no estaba para jugar.
La reacción de Gimnasia no fue suficiente. Regaló un tiempo y lo pagó caro. Pudo perderlo por más. Pudo empatarlo. Pero nunca salió a ganarlo. Alfaro fue, en eso, el peor jugador de la cancha. El que le dio revancha a Vivas. El que se fue sin lograr lo que otros tampoco pudieron: ganarle a Estudiantes.

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