Christian Alemán se transformó en un par de partidos en el jugador mimado del hincha. Su desparpajo para jugar lo llevó a darle un aire fresco al ataque y a ser fundamental para ganar el partido del otro día ante Arsenal. Como fueron sus inicios, quién es su ídolo y cuál es el tatuaje más le gusta mostrar. El desequilibrio que buscaba Matosas brilla en su mejor versión y va por la titularidad.
Pocos jugadores logran generar expectativa en el público
como sucedió con Alemán en el encuentro ante Arsenal. No bien saltó del banco
para comenzar con los movimientos precompetitivos, los hinchas en la zona de
plateas se codeaban sin parar. Un poco incrédulos por lo mal que jugaba el
equipo y otro poco por el pequeño físico del ecuatoriano, que mostró un enorme
grado de desequilibrio en velocidad en los minutos que jugó en Paraguay ante Nacional.
Justamente ese pequeño envase de no más de 1,75 fue la clave para que el equipo
de Matosas consiga una victoria tan dura como impensada minutos antes de su
ingreso. No por sea Messi o Maradona, sino porque a partir de sus manejos, el
equipo encontró el desborde y la movilidad necesaria para encontrar la llave al
gol.
“Yo me fui muy contento por el resultado y por lo que se generó con la victoria. La verdad es que debo seguir mejorando porque me sentí impreciso, pero en Argentina se entrena como se juega y eso me va a ayudar”, dijo Alemán tras la victoria.
Alemán se formó en Emelec. Llegó al club a los 5 años y se
fue recién a los 19. Con “Los Eléctricos” ganó dos títulos: en 2013 y 2014. Con
apenas 19 años y sin tanta continuidad decidió irse a probar suerte a
Universitario, dónde no le fue nada bien, ya que jugó 4 partidos en seis meses.
Luego jugó en Manta (14 PJ y 5 goles) y Deportivo Quito (16 PJ y 9 goles).
Justamente por esa última campaña lo fue a buscar Barcelona. Llegó al club en
2016 con sobrepeso. Tenía 4 kilos más de lo que aconsejaban los médicos. Hizo
un plan especial para ponerse en forma y no le fue nada mal: jugó 23 partidos
y, aunque convirtió un solo gol, tuvo un rendimiento sumamente destacado. La
diferencia en la cantidad de goles está centrada en la posición: mientras al
principio era delantero, en Barcelona jugó como volante. Allí no hizo goles,
los hacía hacer.
El ecuatoriano llegó al país acompañado de su agente y está
en pleno proceso de adaptación. Tiene varios tatuajes en su cuerpo y el que más
le gusta es el que tiene en su brazo izquierdo. Es un retrato de su hijo, a
quien llamó Christian Denilson. En su cuenta de Insatagram, que usa
activamente, pueden verse varias fotos en la que comparte varias imágenes a su
lado.
Como cualquier jugador, Alemán tiene un ídolo. Y ese ídolo es
Ronaldinho. Hace un tiempo su representante coincidió con el crack brasileño en
un evento y el 10 le dejó un saludo que lo emocionó hasta las lágrimas.
Con apenas 21 años, Alemán parece tener los pies sobre la
tierra. Lejos de creérsela, busca ganar confianza en nuestro país para
afianzarse en un equipo que parece precisarlo como el agua. Por su desfachatez,
por su desequilibrio y, principalmente, por su juventud. Su gran desafío es
encontrar continuidad para ganarse el puesto entre los 11.
Fuente: Revista Animals
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