Con doce partidos sin ganar quedó a uno de su peor racha sin éxitos. Sigue sin hacer goles. ¿Lo rescatable? La rebeldía del complemento
Por dónde empezar? Por algunos datos que pintan de cuerpo entero la grave crisis deportiva por la que atraviesa Estudiantes. Tras la derrota de ayer a manos de Newell’s, que lo venció por 1 a 0, el Pincha quedó al borde de dos registros verdaderamente dramáticos: el de la peor racha sin victoria de toda su historia profesional y el de la máxima sequía goleadora tomando la misma referencia.
El peor registro numérico de partidos sin éxitos tomando únicamente la competición local es de trece partidos, en el año 1956. El Pincha llegó a doce en el mismo rubro en la víspera en Rosario e igualó la marca si a eso se le suma la caída ante Deportivo Laferrere en la definición por penales (tras el 1 a 1 del tiempo regular).
El León quedó a 8 minutos de la peor sequía de su historia: en 1992 estuvo 640’ sin convertir goles
Y la peor marca sin convertir goles data del año 1992, cuando estuvo 640 minutos sin convertir entre la 16ta, fecha del Clausura de ese año y la segunda del Apertura. Tras el partido del Coloso Marcelo Bielsa, el Pincha llegó a los 632 minutos sin gritos de gol, una suma dramática y que ni siquiera hubiera imaginado el más agorero de los pronosticadores.
Con estos datos puros y duros como punta de lanza, es menester adentrarse en los motivos que llevan a este Estudiantes a semejantes registros. Es evidente que Leandro Desábato y su equipo técnico no le encuentran la vuelta al equipo, pero fustigar con exclusividad al cuerpo técnico sería una mirada corta, injusta y selectiva. Es que Estudiantes viene sin encontrar el camino que sus hinchas esperan desde la salida de Nelson Vivas. Aquella derrota ante Pacífico rompió mucho más que el orgullo del equipo. Terminó con la salida del mejor entrenador de los últimos años. El club decidió dejar sin efecto el borrador que ya tenía confeccionado para que el hoy ayudante de campo principal del Cholo Simeone en el Atlético de Madrid siga en el club. Fue una rabieta que, visto lo visto, costó demasiado caro, pues ninguno de sus sucesores se acercó a la efectividad del entrenador que inicio su carrera como jugador en Quilmes.
Llegó el trunco ciclo de Lucas Nardi, que ni siquiera llegó a ponerse al frente del primer equipo por aquellos viejos tuits que le pusieron a la gente en contra antes siquiera de asumir, luego Matosas, un DT que jamás fue aceptado por el paladar del hinchas albirrojo, que exige como primera medida contracción al trabajo, algo a lo que el oriental le fue bastante esquivo, Lucas Bernardi, quizás el más resistido de todos y el ciclo del Chino Benítez, quien tuvo banca popular por ser un hombre de la casa, pero que no pudo desplegar con claridad si idea futbolística y se fue sin lograr los resultados deseados.
Llegó el interinato de Pablo Quatrocchi -uno de los profesionales más valorados puertas hacia adentro por su capacidad y su conducta- quien pese a ganar un clásico volvió rápidamente a sus funciones y luego una nueva apuesta por Gabriel Milito. El Mariscal las tuvo todas en contra desde el vamos porque su primer ciclo no había terminado bien y no pocos creían que una segunda apuesta por sus servicios era, cuanto menos, riesgosa. La idea tampoco encontró eco en el rendimiento y los resultados no fueron los esperados, pese a las virtudes que se le resaltaron como conductor de grupo y formador de jugadores a partir de su notable carrera en Europa y los conceptos que aprendió al lado de un DT TOP a nivel mundial como Pep Guardiola.
Los lineamientos de trabajo y las ideas sólo resultan en un contexto y una realidad puntual. Milito no pudo transmitir todo ese bagaje en el último ciclo en Estudiantes.
EL CICLO NO DESPEGA
Así llegó Estudiantes a este ciclo que no despega y que preocupa. El Pincha no puede cortar su sequía goleadora y, por ende, no encuentra el camino a la victoria. En muchos partidos fue derrotado merecidamente, dejó sensaciones de indolencia y hastía. A diferencia de ello, en Rosario dio una muestra cercana a una reacción futbolística. Tras un primer tiempo flojo, sin ideas, sin peso, sin creatividad y sin solidez, intentó dar un golpe de autoridad encima de la mesa para el complemento.
Si bien no logró su cometido, estuvo mucho más cerca que en los partidos anteriores de alcanzarlo. Sin un plan pulido, pero con vergüenza deportiva, dominó como pudo a Newell’s y quedó al borde del empate.
Esa reacción, también, desnudó algunas decisiones equivocadas del DT: el chico Sarmiento no puede faltar en este equipo. Con sus ratos de fútbol, le dio al equipo el poder de desequilibrio que hasta su ingreso no había tenido.
El Pincha vendió cara la derrota, adelantó sus líneas y, a los ponchazos y con limitaciones, de todos modos estuvo cerca de empatarlo.
El ciclo de Desábato sigue, de momento, en pie. Eso sí, sólo podrá sostenerse si rompe los preocupantes registros.
www.eldia.com.ar
No hay comentarios:
Publicar un comentario