Pensar que el vínculo entre Estudiantes y Ricardo Zielinski comenzó cuando firmó contrato como entrenador o dirigió su primera práctica el 18 de enero pasado, es un gravísimo error. El Pincha y el Polaco (su sobrenombre original en el barrio, de grande en Chacarita un compañero le puso Ruso) se fueron conociendo hace años. “Estudiantes es una institución que siempre admiré, también a los jugadores y entrenadores que han pasado”, dijo al arribar en enero.
Cuando llegó a Argentino de Quilmes en 1981 (San Telmo recibió a cambio de su pase y el de un compañero, dos futbolistas y un colectivo) el técnico del Mate era Cacho Malbernat y llegó como refuerzo Juan Ramón Verón. “Fui muy amigo de Cacho (Malbernat). Lamenté mucho su pérdida y también la de Alejandro Sabella. Teníamos muy buena relación. Con Juan Ramón Verón compartí cancha, un orgullo para mí. Con él tenemos una relación muy linda”, supo declarar.
Su segundo contacto, fue cuando dejó de jugar. “Mi primera experiencia de entrenador fue como director de una de las Escuelas de Fútbol de Bilardo, una de las más grandes. Estaba el Tata Brown y su hijo Juani en ese mismo proyecto. Con Carlos (Bilardo) siempre tuve una muy buena relación y traté de aprender cosas de él”, supo contar.
En sus dos procesos como entrenador de Temperley se identificó mucho en la historia del Celeste y con el trabajo realizado por Carlos Pachamé. Es decir, sin haber estado nunca en Estudiantes, tenía clara la idea de trabajo y ese ADN de los entrenadores nombrados que pasaron por el Pincha.
Con el paso del tiempo, cada vez sorprende menos que un equipo de Zielinski saque buenos resultados. Con más de 20 años de carrera en el lomo como DT, este hombre de 61 años, guarda los códigos de barrio de su Lanús natal, donde aún vive. Habla poco. Trata de ser simple en el mensaje con el jugador.
Dueño de un perfil bajo, prefiere siempre vestir de color negro y no le gustan las notas. Apenas da conferencias de prensa. Para despejarse, en sus ratos libres le gusta pegarle a la bolsa de box.
Quienes habitan el Country Club de City Bell y lo recorren, se encontraron con un “tipo simple, que habla con todos los que se va cruzando”, dicen.
Cada mañana llega desde Lanús a City Bell. A las 7:30 ya está en el Country Club, preparando todo para la práctica que se inicia a las 9. Zielinski se reúne con sus colaboradores, Emmanuel Depaoli (ayudante principal), Guillermo Farré, el Pirata Czornomáz, el peparador físico Alfonso Meoni (profe que lo acompaña desde que ascendió con Belgrano) y el entrenador de arqueros Andrés Jemio Portugal; también se suman Leandro Cortizo y Martín Bocchino, ambos ya estaban en el Club.
Sus prácticas suelen durar dos horas, y los jugadores ya saben que deben estar preparados por que uno o dos doble turno en la semana, tienen. Prácticamente han desaparecido los doble turno en el fútbol argentino, cada vez se estila menos, pero esto pasa desde el primer día, y allí aprovecha para ensayar lo futbolístico y repetir movimientos.
Con frases simples, trata de transmitirle al jugador cuál es su idea y lo que pretende.
Zielinski trae cosas de décadas atrás. Mucho trabajo con pelota. Prácticas de fútbol once contra once. Las tareas físicas son fuertes y extensas. Pero al mismo tiempo supo aggiornarse a partir de sus colaboradores. Mantiene su filosofía futbolística, el libreto de antes, de técnicos como el Coco Basile y Mostaza Merlo, pero no se quedó en el tiempo.
Ya ha dicho que no se ata a un sistema táctico, deja que los jugadores resuelvan, y como el Padre Nuestro, ha repetido que el equipo se arma de atrás para adelante.
También repite una y mil veces que prefiere trabajar antes que hablar... Pero donde habla mucho es en las prácticas dando indicaciones a los jugadores. Luego, la relación con los futbolistas es buena, pero manteniendo una distancia.
Hoy es Ricardo Zielinski, tendencia en redes sociales, el entrenador que todos admiran. Para otros simplemente el Ruso, pero el se sigue sintiendo el Polaco, el que de chico alguna vez jugó contra Maradona enfrentando a “Los Cebollitas”, el que ama el espíritu del ascenso. “Un tipo simple”, como se definió alguna vez...
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