DESABATO Y EL MELLIZO GUILLERMO, MANO A MANO EN UN PASAJE DEL ULTIMO CLASICO
ENFOQUE Por EDUARDO TUCCI
Después
de dos años vacíos la llegada del choque más esperado por todos los
platenses no sólo nos lleva a advertir cómo la ansiedad se fue
instalando en cada rincón de la Ciudad sino también a sumergirnos en una
historia escrita al máximo voltaje.
A quienes ya llevamos
varios años como testigos de este inigualable choque de Triperos y
Pincharratas no podemos evitar mirar hacia atrás para recordar, vibrar y
emocionarnos.
Fueron hasta ahora 149 encontronazos
oficiales, muchos más por copas o topetazos amistosos, siempre dominados
por la escenografía que únicamente el León y el Lobo pueden
representar.
HECHO UNICO
Del
mismo modo que surgen como recuerdo los traslados hasta 1 y 57 o a 60 y
118 desde cualquier barrio para seguir a los colores preferidos de
amigos, que se separaban durante dos horas para ingresar por una u otra
puerta de acuerdo a los colores que dictara el corazón, saltan a la
escena infinidad de pinceladas propias de un acontecimiento único.
En
épocas en las que el fútbol también era para todos, las emociones se
palpitaban de otra manera, los goles no eran patrimonio exclusivo de la
TV sino la marca registrada de los relatores radiales, una compañía
inseparable para quienes preferían seguir el gran partido desde su casa.
En EL DIA del lunes la columna de Mercurio del recordado Osvaldo
Tomatti no dejaba detalle sin comentar, mientras la Gaceta 6ta, pocas
horas después del partido, ofrecía a los más ansiosos los primeros
comentarios y las fotos recientes del súper partido.
MUCHOS RECUERDOS
A
la hora del recuerdo se mezclan nombres, apellidos y episodios
imborrables del choque que empezaba bien temprano con “la que mata”, la
tercera pincharrata que hizo historia o los goles de Valentín Sánchez,
el pibe que se cansó de sacudir redes para alegría del triperío.
La
historia nos devuelve los históricos topetazos entre el Loco Gatti y el
narigón Bilardo, como los duelos memorables que tuvieron entre los
actores centrales, en tiempos diferentes, a la Bruja Juan Ramón Verón,
Carlitos Della Savia, el Tata Brown, los Bayo, Cacho Malbernat, Chirola
Pignani y el tucumano Aguirre Suárez, por mencionar algunos pocos.
De
cada clásico siempre quedaron temas para la discusión, aunque el
marcador no pasara de un inexpresivo 0-0 o se rubricara con goleadas
históricas. Momentos que hicieron historia como los goles de Pellegrina,
el “terremoto” del uruguayo Perdomo, los goles de Calderón, los
cabezazos mortíferos del Tanque Rojas y los tiros libres de Ponce o la
decisión que tomó el delantero albirrojo Raúl Echeverría que después de
marcarle tres goles a Gimnasia en la década del 20 dejó el fútbol porque
había “colmado sus aspiraciones”. Siempre a fondo, con tribunas llenas y
pasión desbordante.
En todo este tiempo hubo varios que
vivieron el inigualable duelo lugareño defendiendo una u otra camiseta y
aunque resultaba raro no se dramatizaba. El Cochero Antonio, Beto
Infante, el flaco Delménico, el Muerto Pedraza, Lito Solía, el Tano
García Ameijenda, el Flaco Zucarelli, Juanchi Taverna o Palito Bertero,
por nombrar sólo a algunos, vivieron la contienda desde las dos veredas
sin quitarle autenticidad ni fragor.
Hay muchos otros que
permanecen en el recuerdo por haber estado plenamente identificados con
una de las dos casacas como el Gallego Rosl, Carlos Pachamé, Pedro
Galeano, Miguel Russo, los Barros Schelotto o la Brujita Verón, todos
actores de la histórica trenzada aunque en épocas diferentes. En
definitiva todos forman parte de esta experiencia inolvidable que en
pocas horas más volverá a reeditarse y condensará como ayer, hoy y
siempre la atención del mundo futbolero.
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