martes, 18 de marzo de 2014

Lejos de sentirse intimidado, supo construir un triunfo que lo marcará

ESTUDIANTES SE MUESTRA CADA VEZ MAS SEGURO DE SI MISMO

Jugó con la impotencia de Gimnasia. Schunke, Franco Jara y Correa se regalaron una actuación que jamás van a olvidar. Justa victoria de quien tuvo mejores intérpretes


EL FESTEJO FINAL DEL PLANTEL PINCHA JUNTO AL  DT PELLEGRINO EN MEDIO DEL ESTADIO DEL BOSQUE, DONDE HACIA MUCHO NO PODIA GANAR
EL FESTEJO FINAL DEL PLANTEL PINCHA 
JUNTO AL DT PELLEGRINO EN MEDIO 
DEL ESTADIO DEL BOSQUE, 
DONDE HACIA MUCHO NO PODIA GANAR

OPINION Por MARTIN MENDINUETA

La historia de los clásicos platenses probablemente le asigne un rol de quiebre a esta edición 151 de la era profesional. Luego de casi dos décadas sin satisfacciones grandes en el Bosque, un Estudiantes “made in City Bell” se convenció de que podía ganar en 60 y 118. Con temple e inteligencia, edificó un impacto que su joven camada de jugadores quizás señale como bisagra de su crecimiento.
No todos los triunfos son iguales. Este, el del último domingo, dejará huella en la piel del “León”. Este descansará en un sillón mullido de la memoria colectiva albirroja. Este marcará un salto de madurez y de coraje en los pibes que tragaron la amarga saliva de la transición. Ellos aprobaron un examen crucial. Se sacaron un peso grande de encima.
Luego de anotar, temprano, un gol de pulida elaboración, el equipo de Pellegrino impidió que el miedo se le metiera debajo de la camiseta. Fue una virtud clave. Lejos de “nublarse”, de sentirse intimidado, supo jugarlo. No se “abatató” con la victoria parcial. Por el contrario, la utilizó para dejar en evidencia el collar de carencias de Gimnasia.
 
UNA FIGURA POR LINEA
 
Mientras Mussis, Meza, Gastón Díaz, Pereyra y hasta Licht acumulaban imprecisiones y desatinos, Estudiantes descansaba su funcionamiento en una referencia muy eficiente por línea. Schunke atrás, Correa en el medio y Franco Jara adelante, fueron líderes en sus respectivas zonas. La impotencia del local fue la base que utilizaron los huéspedes para construir una merecida victoria.
Jonathan Schunke, el que cuando llegó Santiago Vergini parecía estar condenado a una pronta salida a préstamo, jamás olvidará la tarde en que sacó todo. Todo. Por lejos, resultó el mejor defensor del partido. El tucumano Correa, además de haber sido partícipe necesario en la gestación del gol, fue quien más peligro generó para el arco de Monetti. Si hubiera convertido en el hermoso tiro libre que devolvió el travesaño, seguramente hubiese sido llevado en andas por sus compañeros.
Mención especial para Franco Jara. La feroz mala suerte que lo persigue con lesiones, tuvo una merecida indemnización con la precisa definición que transformó en miles de alaridos a distancia. Se perfilaba como la gran estrella del derbi, pero sus músculos no sienten misericordia por los esfuerzos que realiza.
 
MONETTI Y LA VERGÜENZA DE POUSO
 
En frío, cuando decanten los verdaderos diagnósticos, seguramente Troglio utilizará la privacidad de Abasto para desmenuzar una floja labor que debería incluir la autocrítica de los jugadores. Gimnasia jugó mal. Sólo las piernas privilegiadas de Monetti y la vergüenza inquebrantable de Pouso, sobresalieron en un bajo nivel individual. No sorprendería que Gustavo Bou regresara a la titularidad. Ninguno de los involucrados en el libreto ofensivo está en condiciones de fastidiarse si le tocara salir. El “Lobo” extraña horrores la fuerza, el despliegue, las mañas y los goles del colombiano Erik Correa.
Al clásico, como a cada vivencia, se lo devorará el paso de las horas. Mientras tanto, con legítimo orgullo e inmensa felicidad, Estudiantes saborea lo que hizo. Lo merece. Después de tantas reprimendas por reiteradas muestras de inestabilidad anímica, supo estar, claramente, a la altura de las exigencias.

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