ESTUDIANTES SE MUESTRA CADA VEZ MAS SEGURO DE SI MISMO
Jugó con la impotencia de Gimnasia. Schunke, Franco Jara y Correa se regalaron una actuación que jamás van a olvidar. Justa victoria de quien tuvo mejores intérpretes
EL FESTEJO FINAL DEL PLANTEL PINCHA
JUNTO AL DT PELLEGRINO EN MEDIO
DEL ESTADIO DEL BOSQUE,
DONDE HACIA MUCHO NO PODIA GANAR
OPINION Por MARTIN MENDINUETA
La
historia de los clásicos platenses probablemente le asigne un rol de
quiebre a esta edición 151 de la era profesional. Luego de casi dos
décadas sin satisfacciones grandes en el Bosque, un Estudiantes “made in
City Bell” se convenció de que podía ganar en 60 y 118. Con temple e
inteligencia, edificó un impacto que su joven camada de jugadores quizás
señale como bisagra de su crecimiento.
No todos los
triunfos son iguales. Este, el del último domingo, dejará huella en la
piel del “León”. Este descansará en un sillón mullido de la memoria
colectiva albirroja. Este marcará un salto de madurez y de coraje en los
pibes que tragaron la amarga saliva de la transición. Ellos aprobaron
un examen crucial. Se sacaron un peso grande de encima.
Luego
de anotar, temprano, un gol de pulida elaboración, el equipo de
Pellegrino impidió que el miedo se le metiera debajo de la camiseta. Fue
una virtud clave. Lejos de “nublarse”, de sentirse intimidado, supo
jugarlo. No se “abatató” con la victoria parcial. Por el contrario, la
utilizó para dejar en evidencia el collar de carencias de Gimnasia.
UNA FIGURA POR LINEA
Mientras
Mussis, Meza, Gastón Díaz, Pereyra y hasta Licht acumulaban
imprecisiones y desatinos, Estudiantes descansaba su funcionamiento en
una referencia muy eficiente por línea. Schunke atrás, Correa en el
medio y Franco Jara adelante, fueron líderes en sus respectivas zonas.
La impotencia del local fue la base que utilizaron los huéspedes para
construir una merecida victoria.
Jonathan Schunke, el que
cuando llegó Santiago Vergini parecía estar condenado a una pronta
salida a préstamo, jamás olvidará la tarde en que sacó todo. Todo. Por
lejos, resultó el mejor defensor del partido. El tucumano Correa, además
de haber sido partícipe necesario en la gestación del gol, fue quien
más peligro generó para el arco de Monetti. Si hubiera convertido en el
hermoso tiro libre que devolvió el travesaño, seguramente hubiese sido
llevado en andas por sus compañeros.
Mención especial para
Franco Jara. La feroz mala suerte que lo persigue con lesiones, tuvo
una merecida indemnización con la precisa definición que transformó en
miles de alaridos a distancia. Se perfilaba como la gran estrella del
derbi, pero sus músculos no sienten misericordia por los esfuerzos que
realiza.
MONETTI Y LA VERGÜENZA DE POUSO
En
frío, cuando decanten los verdaderos diagnósticos, seguramente Troglio
utilizará la privacidad de Abasto para desmenuzar una floja labor que
debería incluir la autocrítica de los jugadores. Gimnasia jugó mal. Sólo
las piernas privilegiadas de Monetti y la vergüenza inquebrantable de
Pouso, sobresalieron en un bajo nivel individual. No sorprendería que
Gustavo Bou regresara a la titularidad. Ninguno de los involucrados en
el libreto ofensivo está en condiciones de fastidiarse si le tocara
salir. El “Lobo” extraña horrores la fuerza, el despliegue, las mañas y
los goles del colombiano Erik Correa.
Al clásico, como a
cada vivencia, se lo devorará el paso de las horas. Mientras tanto, con
legítimo orgullo e inmensa felicidad, Estudiantes saborea lo que hizo.
Lo merece. Después de tantas reprimendas por reiteradas muestras de
inestabilidad anímica, supo estar, claramente, a la altura de las
exigencias.
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