Los equipos suelen ser un reflejo de los técnicos que lo dirigen. A Estuidantes este axioma le cae como anillo al dedo y ayer demostró una vez más adentro de la cancha que es una réplica de Diego Cagna.
El Pincha no defiende bien ni mal, tampoco ataca mal ni bien, ni mucho ni poco. Trata de jugar, le cuesta, por momentos duerme los partidos pero al más mínimo descuido da ventajas que terminan siendo fatales y pierde, como ayer en la última jugada.
Así transitó las catorce fechas que lleva el Torneo Inicial. Sacando algunos buenos resultados pero sin poder encadenarlos en el tiempo, al punto tal que sólo en una ocasión ganó dos de forma consecutiva.
No lo había pasado por arriba, pero el sábado ante Rafaela había mostrado quizás su mejor cara. Sin embargo ayer, ante un rival que arrastraba una racha de siete sin ganar, casi no pudo acercarse al arco más allá del gol de Zapata.
Así es que suma el 50% de los puntos, ni más ni menos. 21 sobre 42. Con demasiados altibajos que no pueden atribuirse al famoso "torneo de transición", ya que los juveniles que debían empezar a aparecer y sumar minutos brillan por su ausencia.
Eso es Estudiantes hoy. Un equipo que suma sin saber bien para qué, que en algún momento pensó en la Libertadores como una utopía y que hoy no tiene más objetivos que conseguir algunos puntos más que no servirán de mucho.
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