Por el gol de Núñez y las atajadas de Rulli tuvo su primer festejo
HAY
CARIÑOS QUE MATAN: LA MANO DE ZAPATA
EN EL ROSTRO DE MAXI NUÑEZ,
QUE
GRITA SU GOL.
SE ASOCIAN AL FESTEJO MARTINEZ Y LEO JARA
COMENTARIO
Por ANIBAL GUIDI
Por ANIBAL GUIDI
Para
Estudiantes fue algo así como sacarse un peso de encima (recordar que
no había ganado en lo que va de este año), mientras que para Boca
resultó algo así como el fin del mundo (hay que destacar que ya suma
diez partidos sin ganar, algo que no ocurría desde 1957). Todo eso se
dio así porque a los 16’ del complemento, cuando los dos habían aburrido
hasta el bostezo, Maxi Núñez, con todo el arco a su disposición, mandó
de derecha la pelota a la red, luego de que Orión había dado rebote a un
remate a quemarropa de Zapata, que había entrado a la carrera por la
derecha.
Ese de Núñez fue ayer el primer remate de Estudiantes al
arco. Se había consumido una hora de juego en el Estadio Ciudad de La
Plata cuando explotó el grito de gol en la tribuna albirroja, que cortó
además una sequía que había llegado a los 434 minutos, por lo que todo
resultó muy significativo, como significativo fue el festejo final del
técnico Mauricio Pellegrino que, al igual que sus jugadores, transpiró
ayer la gota gorda ya que se la pasó dándole indicaciones a todo el
mundo.
El triunfo, el gol de Núñez, la racha que se cortó de once
juegos sin triunfos con cuatro empates y siete derrotas, el rival que
tuvo enfrente, más allá que anda de capa caída, todo se rescató pero,
saltó a la vista, que existió ayer algo clave, fundamental, para que se
materializara este primer triunfo del año.
Y
todos los aplausos y, por supuesto, las mejores clasificaciones se la
llevó Gerónimo Rulli que, con sus intervenciones, frustró una a una las
chances que gestó Boca en el primer tiempo, y después, con otras más, le
terminó dándole más valor aún a aquel gol de Núñez.
El platense,
próximo a cumplir 21 años, ex jugador de Ateneo Popular y La Curva,
tuvo en el primer tiempo dos atajadas notables. Primero le ganó un mano a
mano al veloz Acosta, y acto seguido le sacó un cabezazo de gol al
uruguayo Silva, volando arriba contra su palo izquierdo. Pero había más
todavía, porque en el complemento también extremó recursos para tapar
otros remates envenenados que llegaron hasta su arco, y el que le atajó a
Paredes, merece un recuadro.
Al margen de todo esto, si
Pellegrino piensa que ya está todo, que el equipo está para dar pelea,
pues sería un grosero error. Su equipo mostró muy poco ayer. Estuvo
retenido, no manejó la pelota, no llegó hasta el arco rival y se lo vio,
en general, muy esquematizado, sin atreverse a dar ese paso hacia
adelante. Claro que, a su favor, jugó un Boca que no le fue en zaga y
porque, además, lo tuvo a Rulli en el arco.
El primer tiempo fue,
en lo futbolístico, de una pobreza franciscana. Y andaba en eso en el
complemento cuando llegó el gol local, que tuvo una cierta dosis de
fortuna ya que, tras el rebote, la pelota le quedó servida a Núñez.
El
ingreso de Martínez por el lesionado Gil Romero no varió mucho el
funcionamiento del equipo, que no se mostró como una fuerza sólida y
coherente, aunque con las ganas y el amor propio le alcanzó para
redondear el primer festejo del año.
Los xeneizes hace 10
partidos que no consiguen victorias. Con esta derrota, el equipo de
Bianchi sigue en los últimos puestos de la tabla de posiciones, con 9
puntos. El conjunto albirroja suma 7 unidades y continúa en la última
posición.
Decía José Hernández: “No hay tiempo que no se acabe ni
tiento que no se corte”, y para Estudiantes se acabó el tiempo de la
espera para el primer festejo. Y Boca deberá esperar para ponerle final a
esto que ya es una pesadilla.
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