COMENTARIO. LANÚS GANÓ 2-1 GRACIAS A DOS ZAPATAZOS QUE TUVIERON UNA AYUDA IMPENSADA
Jugó mal, pero aun así el empate era el resultado más justo. Fue un equipo tibio e inocente
CARLOS AUZQUI FUE UNO DE LOS MEJORES
CONTRA INDEPENDIENTE, PERO AYER
TUVO UNA TARDE PARA EL OLVIDO
Por MARTIN CABRERA
En
el partido pasado entre Estudiantes y Lanús (que ganó el Pincha en La
Plata) el referente de aquel equipo, Juan Sebastián Verón, había
utilizado una palabra que rebotó durante días en el mundo albirrojo: el
bidón. Lo citó para relacionar a su equipo con la estrategia bilardiana y
para decir que habían ganado con astucia, picardía y fútbol. Ayer se
volvieron a ver los mismos rivales y, en este juego de las
comparaciones, hay que decir que el bidón lo tuvo el Granate, que ganó
2-1 porque fue más pícaro dentro del área, tuvo la fortuna que le fue
esquiva a Estudiantes y porque en el final defendió el resultado con las
mismas armas que tanto había criticado unos meses atrás.
El
Pincha, así, cosechó su segunda derrota en forma consecutiva jugando
como visitante y no termina de acomodarse en el campeonato. Lo
lamentable es que las dos derrotas fueron con equipos que no lo
superaron futbolísticamente, pero que sí tuvieron ese plus de picardía
como para quedarse con los tres puntos. Algunos lo llaman bidón.
Estudiantes
ayer volvió a jugar mal, tal como lo había hecho contra Arsenal e
Independiente. Si bien tuvo iniciativa, nunca pareció ser un equipo
hambriento y picante. Para colmo volvió a estar quebrado en el medio y
sufrió horrores por la banda derecha, ya que Lautaro Acosta en el primer
tiempo le dio un dolor de cabeza a Carlos Auzqui y Leonardo Jara.
Pero
lo más preocupante es que le convierten fácilmente. Arsenal lo había
hecho mediante un cabezazo bombeado y de una posición distante. Ayer,
Lanús le hizo el primero de tiro libre mediante Víctor Ayala por errores
compartidos. Primero culpa de Mauricio Pellegrino que le pidió a Auzqui
que se fuera de la barrera. Luego del propio jugador, que le pifió a la
pelota cuando quiso rechazarla. Y en tercer lugar de Agustín Silva, que
si bien tuvo poco margen para reaccionar, cuando lo hizo la pelota ya
estaba adentro del arco.
Luego
de un frío primer tiempo, el técnico admitió sus errores y mandó a la
cancha a dos jugadores, algo poco habitual en él. Con Sebastián Prediger
y Diego Vera el equipo pareció ser más compacto y combativo. Le peleó
la mitad de la cancha a su rival y empezó a llegar por las bandas.
En
diez minutos hizo más que en 45. Por eso no extrañó cuando llegó el
empate de Joaquín Correa con un tiro libre (segundo gol mediante esta
vía que estuvo en el placard durante años) al palo izquierdo de Agustín
Marchesín.
Fue el mejor momento del partido para Estudiantes, que
no supo (o no pudo) aprovechar. Peor que eso. Diez minutos después tuvo
una distracción en la salida, un remate del paraguayo Ayala que pegó en
la espalda de Jara y un gol que no estaba en los planes de nadie. Ni
siquiera del mellizo Guillermo.
Algunos jugadores están en un bajo nivel individual y el equipo lo está sufriendo
Pero
en el fútbol los merecimientos no existen y el local tuvo ese plus para
ganar el partido que el Pincha no mostró. Se puso 2-1 con muy poco y se
encargó de defenderlo con uñas y dientes. Hizo todo lo necesario para
quedarse con la victoria y lo celebró como uno de esos triunfos que
marcan el rumbo de cara al futuro.
Estudiantes no juega bien, se
defiende con inocencia, no sabe cómo atacar y encima pierde partidos sin
merecerlo. Hoy por hoy, a pesar de que llegaron refuerzos costosos por
pedido del técnico, parece estar muy por debajo de lo mostrado el año
pasado. No tendrá margen para corregir demasiado porque jugará cada 72
horas en el próximo mes. Entonces tendrá que recurrir a la experiencia
(o al bidón) para cambiar la imagen y recuperar el camino.
www.eldia.com.ar
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