ESTE BOCA. PERMITE TODO, HASTA QUE LE REGULEN EL CASTIGO
Si consigue mantener tan alto nivel de agresividad en ataque jugando de visitante, será uno de los mejores del campeonato. Vera acaparó flashes y aplausos, aunque Carrillo también se destacó
OPINION
Por MARTIN MENDINUETA
“¡Menos
mal que los improvisados de la AFA recapacitaron y no lo suspendieron;
mirá si nos perdíamos la oportunidad de hacer semejante negocio con este
Boca de cotillón!”. El comentario se escuchó temprano, a mitad del
primer tiempo, cuando el partido ya había tomado un rumbo inexorable.
Los
hinchas de Estudiantes, al igual que Mauricio Pellegrino, elevaron el
tono de la queja cuando se enteraron de que Luis Segura había aflojado
ante la arremetida de Angelici por cambiar de fecha el partido. Querían
jugar sí o sí.
Coincidían en que este era el momento ideal para
enfrentar a un rival al que sólo le quedó el nombre de poderoso. Tenían
razón, no podían dejar pasar la inmejorable oportunidad de seguir
“haciendo leña del árbol caído”. Ayer decidieron echar a Bianchi (suena
raro pero fue así).
“Viruta” hizo dos
golazos (uno de antología y otro en off side), pero además dio la
impresión de estar dispuesto a todo; a luchar, marcar y tirarse al piso
Hoy
Boca da pena, aunque eso no invalida que en las próximas horas llegue
el nuevo director técnico y pueda levantar su rendimiento.
Ante
este Boca desnudo de juego, sin líderes ni personalidad colectiva, el
“León” fue, cuando realmente se lo propuso, implacable. Buena presión y
absoluto convencimiento para atacar fueron las virtudes más seductoras
de quien necesitaba mostrarse firme ante su gente. Hizo lo que debía.
Aceleró a fondo y lastimó. El capítulo inicial resultó el regalo más
lindo que los jugadores albirrojos ofrendaron en los últimos tiempos.
La
inclusión de Diego Vera le otorgó una imagen de mayor fortaleza al
ataque. El ex Rafaela es el otro delantero que se sumó para armar en el
área rival un bloque más peligroso.
“Viruta” hizo dos golazos
(uno de antología y otro en off side), pero además dio la impresión de
estar dispuesto a todo; a luchar, marcar, tirarse al piso, ensayar un
sombrerito delicioso en el área chica, y nada menos que ante Agustín
Orión, y también a complementarse con la prolijidad natural de Carrillo.
Guido esta vez no salió en las fotos, pero su aporte al equipo
fue vital. La gestación del hermoso gol de Joaquín Correa lo tuvo como
brillante protagonista. Fue tan sutil como certero para manejar la
pelota en un laberinto de piernas antes de servirla en bandeja para el
lucimiento de quien está en plena etapa de crecimiento.
Boca miró
el partido sin jugarlo, como si se tratara de un combinado armado para
un cotejo amistoso con figuras interesantes del medio local. Juntó en
cancha a Carrizo, que se destacó en Central, Chávez, el que tantos goles
hizo en Banfield, Castellani, figura reciente en Godoy Cruz,
Echeverría, buen defensor de Tigre y Arsenal, y así seguían los
apellidos conocidos.
Jamás se mostró como un equipo. Inconexo y
de andar difuso, sus hombres sólo estaban unidos por la mirada resignada
del abatido “Virrey”.
45 MINUTOS DE RELLENO
El
segundo tiempo estuvo de más. Estudiantes aflojó claramente con
respecto al ímpetu inicial y Boca... para qué le voy a contar. Entre uno
al que sólo le preocupaba no cansarse de más, y otro que nunca tuvo ni
siquiera la esperanza de poder incomodar al anfitrión, el complemento
resultó un bodrio. Se hizo largo, aburrido, sin expectativas ni
misterio.
Recién sobre el final, Calleri, llegado al “combinado”
xeneize por su aciertos en All Boys, embocó una donde la defensa
“Pincha” y especialmente Agustín Silva quedaron mal parados.
Fue
la única mancha que se llevó Estudiantes para repasar en la intimidad
del Country. El arco sigue en observación permanente. El gran desafío
para el “Gori” será convencer a los hinchas del “León” de que pueden
estar tranquilos con él bajo los tres palos.
Misión cumplida con
creces por Estudiantes. Volvió a ganar de local, le alcanzó con ser
intenso medio partido y, además, constató que el frente ofensivo luce
mejor con la dupla Carrillo-Vera.
Ahora va por alcanzar otra
meta: jugar de visitante con la misma determinación. Si lo consigue, el
futuro le deparará elogios todavía más dulces.
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