lunes, 27 de octubre de 2014

Estudiantes y una victoria que alimenta la “otra” ilusión

NECESITÓ 80 MINUTOS PARA TORCERLE EL BRAZO AL COLISTA. UN PARTIDO MUY POBRE Y OLVIDABLE.

Le ganó al último y tomó moral para los choques con River


MATÍAS AGUIRREGARAY SE EMOCIONA HASTA LAS LÁGRIMAS CON SU GRITO DE GOL. DESAHOGO Y VICTORIA PARA EL PINCHA ANTE EL CERVECERO
MATÍAS AGUIRREGARAY SE EMOCIONA 
HASTA LAS LÁGRIMAS CON SU GRITO DE GOL. 
DESAHOGO Y VICTORIA PARA EL PINCHA 
ANTE EL CERVECERO
 
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Gol de Aguirregaray



COMENTARIO
Por ANIBAL GUIDI
Síntesis: Estudiantes - Quilmes AC 
La justificación estuvo y resulta comprensible: jugar con la temperatura de ayer fue tremendo y obligó a un esfuerzo físico extra. Pero lo que no se justifica es que hayan jugado tan mal los dos, y que de esta manera terminaran dándole forma a un partido horrible, muy mal jugado por ambos lados y que, si al final los puntos los sumó Estudiantes tuvo que ver que lo suyo, al final, no fue tan paupérrimo que lo que mostró su rival.
El único gol que resolvió el encuentro en el Ciudad de La Plata llegó a 10’ del final y cuando la visita jugaba con uno menos (Miguel Montaño) que fue expulsado al minuto de juego del complemento.
Y no se produjo en una jugada clara y bien elaborada. Arrancó con un centro del Chino Benítez al área buscando algún receptor (los que estaban atentos a ello eran Graciani y Damonte), pero se produjo un rebote y la pelota le quedó al brasilero-uruguayo Aguirregaray para entrarle de derecha y cruzarla de derecha a izquierda, venciendo la resistencia de Benítez.
Así pudo quebrar el local a un pobrísimo Quilmes que ayer fue la clara imagen de lo que refleja su ubicación en la tabla (último con 9 unidades), al tiempo que acumula siete partidos sin ganar, con 3 empates y cuatro caídas.
Estudiantes llegó a las 20 unidades, nada despreciables sin duda, y que volvió a ganar luego de un empate (Banfield) y una caída (dura, ante Racing). Con el primer partido de Copa ante River en el horizonte, una vez más salió a la cancha un alternativo que, por supuesto, lleva la impronta de su técnico. Por caso ayer, en la ofensiva estuvieron Vera y Auzqui. Pero, a la hora de la verdad, ante la falta de un afiatado funcionamiento colectivo, el equipo pincharrata necesita imperiosamente de las individualidades, y si éstas a la hora de la verdad tampoco asoman, entonces partidos como el de ayer, ante un rival tan discreto, se le puede complicar, no tanto en el juego sino en el resultado, ya que le costó mucho generar chances claras.
Uno x unoDos veces dispuso del gol Vera, y falló; el pibe Orihuela, de lo mejorcito ayer, también dispuso de otra chance que le frustró el golero Benítez, y pasada la media hora de juego fue otro de los promovidos, Oliva, el que exigió al golero Benítez. ¿Quilmes?, poco y nada. Recién apareció en el final con remates largos de Bontempo y Zacaría, bien resueltos por Navarro.
Lo que la gente visitante no esperaba, y menos la local, fue que al minuto de juego del complemento Montaño no respetara la distancia en un tiro libre, sumara la segunda amarilla, y se fuera afuera con roja.
Si el cervecero había sido tan poco con once, imagínense lo que pasó a ser con diez. Y la respuesta de Pellegrino se tradujo en cambios, ya que metió los tres en nueve minutos. Con Carrillo, Correa y Benítez adentro intentó darle el juego, primero, y la contundencia luego, de la que no había dispuesto hasta allí.
Carrillo probó de afuera y salvó Benítez contra el palo derecho; luego Graciani, habilitado por Correa, hizo cualquier cosa entrando libre al área por derecha; y luego de una sálida rápida en un tiro libre, Correa se filtró en el área por derecha y remató ante la salida del arquero, que mandó el balón al córner. Enseguida Graciani desperdició otra chance rematando cruzado pero muy desviado hasta que, finalmente, esa búsqueda más desordenada que criteriosa, tuvo sus frutos con esa definición del Vasco Aguirregaray que, dicho sea de paso, puso ciertamente las cosas en su lugar. Recién allí, con el golpe que significó el gol, Quilmes con más amor propio que otra cosa, trató de buscar el empate, y vaya que lo presionó al local contra su propia área pero no tuvo claridad ni determinación para cambiar una historia que se resolvió mucho más tarde de lo esperado. El partido no quedará en el recuerdo, pero le puede servir al entrenador pincharrata para corroborar que su equipo no ha alcanzado todavía una identidad futbolística, que depende mucho de las individualidades y que no todos los rivales serán tan pobres como Quilmes; a la vuelta de la esquina se le viene uno totalmente distinto en todo: River Plate. Y serán tres partidos en pocos días. 

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