NECESITÓ 80 MINUTOS PARA TORCERLE EL BRAZO AL COLISTA. UN PARTIDO MUY POBRE Y OLVIDABLE.
Le ganó al último y tomó moral para los choques con River
MATÍAS AGUIRREGARAY SE EMOCIONA
HASTA LAS LÁGRIMAS CON SU GRITO DE GOL.
DESAHOGO Y VICTORIA PARA EL PINCHA
ANTE EL CERVECERO
Gol de Aguirregaray
COMENTARIO
Por ANIBAL GUIDI
Por ANIBAL GUIDI
La
justificación estuvo y resulta comprensible: jugar con la temperatura
de ayer fue tremendo y obligó a un esfuerzo físico extra. Pero lo que no
se justifica es que hayan jugado tan mal los dos, y que de esta manera
terminaran dándole forma a un partido horrible, muy mal jugado por ambos
lados y que, si al final los puntos los sumó Estudiantes tuvo que ver
que lo suyo, al final, no fue tan paupérrimo que lo que mostró su rival.
El único gol que resolvió el encuentro en el Ciudad de La Plata
llegó a 10’ del final y cuando la visita jugaba con uno menos (Miguel
Montaño) que fue expulsado al minuto de juego del complemento.
Y
no se produjo en una jugada clara y bien elaborada. Arrancó con un
centro del Chino Benítez al área buscando algún receptor (los que
estaban atentos a ello eran Graciani y Damonte), pero se produjo un
rebote y la pelota le quedó al brasilero-uruguayo Aguirregaray para
entrarle de derecha y cruzarla de derecha a izquierda, venciendo la
resistencia de Benítez.
Así pudo quebrar el local a un pobrísimo
Quilmes que ayer fue la clara imagen de lo que refleja su ubicación en
la tabla (último con 9 unidades), al tiempo que acumula siete partidos
sin ganar, con 3 empates y cuatro caídas.
Estudiantes llegó a las
20 unidades, nada despreciables sin duda, y que volvió a ganar luego de
un empate (Banfield) y una caída (dura, ante Racing). Con el primer
partido de Copa ante River en el horizonte, una vez más salió a la
cancha un alternativo que, por supuesto, lleva la impronta de su
técnico. Por caso ayer, en la ofensiva estuvieron Vera y Auzqui. Pero, a
la hora de la verdad, ante la falta de un afiatado funcionamiento
colectivo, el equipo pincharrata necesita imperiosamente de las
individualidades, y si éstas a la hora de la verdad tampoco asoman,
entonces partidos como el de ayer, ante un rival tan discreto, se le
puede complicar, no tanto en el juego sino en el resultado, ya que le
costó mucho generar chances claras.
Dos
veces dispuso del gol Vera, y falló; el pibe Orihuela, de lo mejorcito
ayer, también dispuso de otra chance que le frustró el golero Benítez, y
pasada la media hora de juego fue otro de los promovidos, Oliva, el que
exigió al golero Benítez. ¿Quilmes?, poco y nada. Recién apareció en el
final con remates largos de Bontempo y Zacaría, bien resueltos por
Navarro.
Lo que la gente visitante no esperaba, y menos la local,
fue que al minuto de juego del complemento Montaño no respetara la
distancia en un tiro libre, sumara la segunda amarilla, y se fuera
afuera con roja.
Si el cervecero había sido tan poco con once,
imagínense lo que pasó a ser con diez. Y la respuesta de Pellegrino se
tradujo en cambios, ya que metió los tres en nueve minutos. Con
Carrillo, Correa y Benítez adentro intentó darle el juego, primero, y la
contundencia luego, de la que no había dispuesto hasta allí.
Carrillo
probó de afuera y salvó Benítez contra el palo derecho; luego Graciani,
habilitado por Correa, hizo cualquier cosa entrando libre al área por
derecha; y luego de una sálida rápida en un tiro libre, Correa se filtró
en el área por derecha y remató ante la salida del arquero, que mandó
el balón al córner. Enseguida Graciani desperdició otra chance rematando
cruzado pero muy desviado hasta que, finalmente, esa búsqueda más
desordenada que criteriosa, tuvo sus frutos con esa definición del Vasco
Aguirregaray que, dicho sea de paso, puso ciertamente las cosas en su
lugar. Recién allí, con el golpe que significó el gol, Quilmes con más
amor propio que otra cosa, trató de buscar el empate, y vaya que lo
presionó al local contra su propia área pero no tuvo claridad ni
determinación para cambiar una historia que se resolvió mucho más tarde
de lo esperado. El partido no quedará en el recuerdo, pero le puede
servir al entrenador pincharrata para corroborar que su equipo no ha
alcanzado todavía una identidad futbolística, que depende mucho de las
individualidades y que no todos los rivales serán tan pobres como
Quilmes; a la vuelta de la esquina se le viene uno totalmente distinto
en todo: River Plate. Y serán tres partidos en pocos días.
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