Enfoque. El ciclo de Pellegrino está en discusión y Verón, Alayes y compañía se llamaron a silencio
El DT avisó el jueves que no es el único responsable. Fue un mensaje que no pasó desapercibido
M auricio Pellegrino ofreció una
conferencia parecida a otras luego de la derrota contra Atlético
Nacional, que dejó a su equipo algo complicado con relación a la
clasificación a los octavos de final. Pero al pasar dejó una frase que
retumbó en cada uno de los rincones del Country, la sede y demás.
“Hay dos dirigentes que conocen de principio a fin
este proyecto, son Sebastián (Verón) y Agustín (Alayes)”, dijo primero. Y
luego agregó: “Mi ciclo no va a depender de uno, dos o seis resultados,
sino de las personas que mandan, que ya tuvieron tiempo para darse
cuenta qué le puedo dar a Estudiantes de La Plata”.
De esta manera el DT albirrojo sacó pecho en un
momento delicado y avisó a los cuatro vientos que no está dispuesto a
renunciar. Y le mandó un mensaje a la dirigencia que no pasó
desapercibido.
Pellegrino llegó a Estudiantes en abril de 2013, en
un momento delicado del equipo, destruido futbolísticamente y a sólo
cuatro puntos del descenso. El director deportivo de aquel entonces era
Juan Sebastián Verón, hoy presidente. Fue él quien insistió con su
llegada, inclusive cuando el técnico todavía era Diego Cagna.
A los pocos meses Verón regresó a las canchas y
Agustín Alayes pasó a ocupar el cargo de la Brujita, bajo la
denominación de secretario técnico. Claro que conocen desde su gestación
los cimientos de este ciclo, con sus aciertos y errores.
El quiebre de la relación
Pellegrino-dirigentes empezó en el último mercado de pases. Por eso el
silencio distante de ambas partes
Estudiantes realizó campañas aceptables (algunas
muy buenas) y dos años después se encuentra disputando la Copa
Libertadores, un premio al trabajo, a los resultados y a la promoción de
juveniles.
Pero todo ese ciclo exitoso se empezó a descascarar
en enero. Se fueron Joaquín Correa y algunos más cercanos al técnico. Y
el club empezó a tomar un rumbo incierto. Se alertó de los problemas
económicos, abriendo el paraguas ante la lluvia de exigencias. El DT
pidió a Guillermo Sara, Diego Barissone, Guillermo Burdisso, Leonardo
Gil y Brahian Alemán. En silencio llegaron tres apuestas del ascenso, el
volante de Olimpo y nada más. La relación se empezó a poner tensa,
mucho más cuando el Pincha se clasificó al repechaje de la Libertadores.
Entonces una semana antes llegaron Alvaro Pereira y Luciano Acosta. Y
con el torneo iniciado Juan Sánchez Miño y Sebastián Domínguez.
Se apostó por jugadores de experiencia pero
desconociendo el presente de cada uno. No se gastó una barbaridad, pero
muchísimo teniendo en cuenta la situación antes planteada.
El DT aceptó y siguió para adelante. Entonces
aquellas palabras del jueves sirven a las claras para que los más
críticos entiendan por qué la dirigencia sostiene un ciclo que parece
herido. Hasta el 21 de abril a la medianoche, salvo una catástrofe
(goleada en Victoria o derrota fea con Central), el técnico seguirá
siendo Pellegrino. Los dirigentes saben cómo actuaron antes, durante y
después. Y saben que aunque a más de uno le disguste su trabajo, tendrán
que seguir con el capitán arriba del barco hasta el próximo puerto.
Ellos están arriba, con los jugadores y el cuerpo técnico.
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