SIGUE MAL. Estudiantes dejó de ser confiable
Mientras siente que los que mandan le van retirando el apoyo, Pellegrino “tira y tira manotazos” que no arreglan el problema. La línea de tres o de cinco defensores, va en el gusto de quien la mira, le quita más de lo que le da. La gran deuda está en el medio. Entró Acosta... y se extravió en la confusión generalizada
Por Martin Mendinueta
Panorama complejo y clasificación a
octavos de final de la Copa Libertadores en duda. Estudiantes, que en un
momento no tan lejano daba señales de estar construyendo una identidad
colectiva bastante seductora, hoy no consigue escaparse de la peligrosa
pendiente en la que está atrapado.
Perdió muchos puntos y, también, confianza.
Actualmente no se muestra poderoso ni confiable en ninguna faceta del
juego. A tal punto llegó el retroceso, que el ciclo de trabajo que
comanda Mauricio Pellegrino acumula severos cuestionamientos.
Si bien rindió infinitamente mejor que ante Boca en
La Bombonera, y también superó lo mostrado frente a Racing la semana
anterior, el equipo dejó de ser confiable. Frente a Atlético Nacional
parecía favorito para imponerse con el aliento de su gente y, sin
embargo, la realidad lo dejó con las manos vacías. Desnudo de
individualidades en gran nivel, el rendimiento colectivo quedó sin
relieve, ofreciendo una imagen poco convincente. Es cierto que los
colombianos se llevaron demasiado, que el empate hubiera sido lo más
justo, pero así como está hoy, es el mismo Estudiantes el que empuja,
tanto a propios como a extraños, a poner una pesada cuota de suspenso
sobre lo que puede ocurrir en Guayaquil.
DECISIONES DISCUTIDAS
¿Por qué el DT puso a Mauricio Rosales y no a
Matías Aguirregaray por la derecha, cuando parecía un partido hecho a
medida para las naturales condiciones ofensivas del lateral uruguayo?
¿Por qué mantuvo la línea de tres-cinco para jugar como local, en vez de
manejarse con un esquema más clásico y colocando hombres de mayor
vocación de ataque? ¿Habrá quedado claro que si la idea es ubicar un
solo volante central, el indicado es Israel Damonte? Leonardo Gil,
luchando en soledad por el eje central, resultó el hombre de más bajo
rendimiento en el local.
¿El ingreso de Luciano Acosta, al inicio del
segundo tiempo, fue producto de la convicción estratégica de Pellegrino,
o acaso delató un “manotazo” desesperado del entrenador al ver que el
panorama no era alentador? Cualquiera sea la respuesta, está claro que
se trataba de una variante “obligada”, y es justo reconocer que el
enganche ex Boca aportó casi nada. Quiso y no pudo. Fue cayendo, con el
correr de los minutos, en el error de retroceder demasiado, alejándose
de la zona donde debe hacer pesar su cuota de desequilibrio. Acosta
estuvo lejos de convertirse en la solución tan buscada; como tampoco lo
fue Román Martínez, que pareció no estar a tono con la intensidad
desplegada por los huéspedes para defender la ventaja que consiguieron
con ayuda de la buena suerte.
Si a esto le sumamos que Guido Carrillo no
estaba en plenitud física y que Ezequiel Cerutti, aún mostrando ganas,
picardía y algunos desbordes interesantes, se mostró lejos del ideal, es
más sencillo entender por qué fue una tan mala noche copera para el
“Pincha”.
De todos modos, la gran deuda albirroja sigue
estando en el mediocampo. Allí, Juan Manuel Sánchez Miño ratifica, desde
un escalón de rendimiento bastante bajo, que no es un conductor
natural. Intenta convertirse en la “manija” del equipo, pero, por ahora,
“muere” en el intento. En Boca creció siendo un “ayudante” calificado
de Román Riquelme, oficiaba de “segunda guitarra” creativa. En cambio,
aquí lo dejan muy solo y es evidente que la responsabilidad de la
función lo supera.
NO ESTA DISPUESTO A IRSE ANTES
Todo el cuerpo técnico siente que la comisión
directiva encabezada por Sebastián Verón le ha ido retirando el apoyo.
Se ven solos. Lo perciben. Por eso, Pellegrino, que no quiere irse antes
de terminar su contrato, se pone firme en cada conferencia de prensa.
Allí no es tibio: “Sebastián y Agustín (Alayes, el Secretario Técnico)
me conocen, saben cómo soy y cuáles son mis métodos de trabajo”.
Inteligente, el coach les recuerda, sin decirlo abiertamente, lo
convencidos que estaban, hasta no hace mucho, de elogiarlo sin rodeos.
Es un juego de tensiones. Presiones públicas y
privadas. Discursos diplomáticos y susurros demoledores. Los resultados
mandan y los que mandan ejecutan. Nada nuevo. La habitual selva de
hipocresías convenientes. Podrá perder con Tigre el lunes próximo; esa
derrota no le hará tanto daño. En cambio, una caída en Ecuador
instalaría un escenario muy distinto. Si regresa al Country sin la
clasificación a octavos, será difícil que pueda resistir el embate
final.
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