martes, 28 de abril de 2015

RUSO, ETERNAMENTE NUESTRO


Hoy se cumplen 13 años de su partida

Aquel 27 de abril de 2002 amaneció nublado: tal vez la llovizna era presagio de tristeza. Un año antes y con varios kilos perdidos, el “Ruso” Edgardo Prátola jugó su último partido oficial. Fue un 11 de marzo, cuando Estudiantes derrotó a Gimnasia por 2 a 1. Pidió jugar, tal vez con la convicción de que sería el adiós. Un adiós que nunca fue tal, sino un hasta siempre. 
El Ruso emprendió la pelea más difícil de su vida: le diagnosticaron cáncer de colon. A pesar de varias operaciones, interminables sesiones de quimioterapia y estudios médicos, nunca claudicó en su lucha. Afrontó la enfermedad con gran entereza anímica, aferrándose a sus afectos y a las interminables muestras de cariño del mundo del fútbol.    
Aguerrido en la vida como lo era en el campo de juego, volvió a trotar al Country unos meses después de la operación. En cada nota periodística afloraba su deseo de volver a jugar a la pelota, de volver a vestir los colores del club de sus amores. “Mi sueño es que me vuelvan a putear en una cancha los hinchas de Gimnasia” dijo alguna vez. 
En enero de 2002, el Pincha derrotó nuevamente a Gimnasia en Mar del Plata. En una de sus últimas apariciones públicas, el Ruso fue llevado en andas por Mauricio Piersimone (una imagen que queda para la historia) y se ganó la ovación de su vida. La ovación que merecen los luchadores.  
Aquel 27 de abril de 2002, Edgardo Prátola se convirtió en una leyenda del club. Fue una muestra fiel del ADN Pincharrata: defendió la camiseta albirroja con sacrificio, humildad y esfuerzo. Y desde aquel día, Estudiantes siempre tiene que poner huevos, porque el Ruso lo alienta desde el cielo… 

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