LOS CAMBIOS, TARDE. ANTES DEL EMPATE DE CENTRAL, SE VEÍA QUE EL LEÓN NECESITABA RETOQUES
El técnico insistió con Barbona y retrasó al equipo cuando estaba en ventaja. Se notó más que nunca que la Gata es irreemplazable
Por NICOLAS NARDINI
ANALISIS
ANALISIS
Llamó la atención, tanto
como en la previa del clásico, la apuesta de Gabriel Milito por David
Barbona. Ese, fue uno de los tantos puntos en que el entrenador
albirrojo dejó margen para, al menos, poner en tela de duda si sus
decisiones en la planificación y en el desarrollo del partido ante
Central fueron las acertadas.
A Estudiantes le faltó juego en la noche
sanjuanina. Sin ser ampliamente dominado por su rival, sí quedaron
expuestas las carencias gestacionales que sufre el equipo cuando no está
en campo Gastón Fernández, un futbolista que, en la actual coyuntura,
es irreemplazable. La capacidad conductiva, la visión de juego, la pausa
y la experiencia de la Gata, convierten al futbolista formado en River
en un protagonista de capacidades únicas en el marco de la actual
plantilla albirroja. Y esa ausencia se tornó anoche mucho más evidente
por la equivocada apuesta del DT, que cargó con la responsabilidad de la
conducción a Barbona y el ex Chicago lejos estuvo de poder ponerle el
cuerpo a semejante desafío.
Pero los problemas del equipo fueron mucho más allá
de esta cuestión específica. Al Pincha le faltó explosión por los
costados, Cerutti estuvo muy por debajo de lo que supo producir y
Auzqui, del otro lado, perdió mucho más de lo que ganó. Es más, a este
último hasta se lo vio cansado al promediar la etapa complementaria.
Tras la ventaja inicial a través de la pelota
parada, Estudiantes -en el primer tiempo- se sintió cómodo jugando a la
retranca y dándole la iniciativa a su adversario. El equipo se mostró
sólido e Hilario Navarro llegó, con grandes aptitudes, a las pelotas con
las que Central logró inquietar.
Los problemas comenzaron en el complemento. Y es
allí donde a Milito le faltaron reflejos para leer la dinámica del
partido y actuar en consecuencia. Los de Coudet ganaron la batalla de la
mitad de la cancha y el entrenador del León no atinó a mover la
estantería para cambiar el cuadro de situación.
Buscó frescura recién después de la sacudida del
empate transitorio de la escuadra rosarina, es decir, necesitó de un
cimbronazo para meter mano en el juego de un equipo que se veía superado
desde los primeros instantes del período final.
Cuando se decidió a cambiar figuritas, el partido
ya era otro. Central se había agrandado y una pérdida de balón en la
zona medular dejó al equipo mal parado, en la previa del segundo gol
canalla.
El Pincha tenía todo para encaminar la
clasificación, pero no puso reaccionar cuando, aún con el resultado a su
favor, ya había dejado de dominar el partido.
SIN REPROCHES PARA HILARIO NAVARRO
Es cierto que el error de Hilario Navarro en el
primer gol de Central fue grosero. Fue tan grave como que sin su
intervención la pelota no hubiera entrado. Era un balón que no tenía
destino de red, más allá de la peligrosidad del envenenado centro. Sin
embargo, no puede soslayarse que por sus extraordinarias aptitudes para
detener tiros desde el punto del penal el equipo llegó hasta los cuartos
de final de la Copa de la que anoche se despidió. Una cosa no quita la
otra.
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