Lo
diré en clave de Silvio Rodríguez: "Yo digo que no hay quien crezca más
allá de lo que vale/ y el tonto que no lo sabe/ es el que en zancos se
arresta".
Con lo que tiene,
Estudiantes está para eso: entre los ochos primeros del campeonato y los
ocho primeros de la Copa Argentina. Y ya es decir.
Es difícil, muy difícil, aspirar a más con un equipo que no dispone de
un buen arquero, ni de un buen 2, ni de un buen 5, ni de un conductor,
ni de un buen 9.
Para peor, Milito (que está haciendo un buen trabajo conste: tres derrotas en 22 partidos no está mal) contribuye con el pelotazo en contra cuando descuenta que Domínguez es mejor que Schunke, Mendoza es mejor que Anselmo y Barbona es mejor que casi todos. (Los historiadores del futuro nos desasnarán acerca de qué virtudes ve Gaby en Barbona, flojo de entendimiento y remiso a transpirar por la causa).
Entonces, haber supuesto que el partido estaba controlado es lo más parecido a la compra de un espejito de colores. Cuando no tenés nunca la pelota, y te olvidás de que en la otra punta hay un arco, y el rival es superior, debés encender velas para que no acierten ellos ni te equivoques vos.
Hilario es Hilario (no está entre los 25 mejores arqueros de la Argentina) y admitamos que estaba jugando por encima de la línea de su tendencia al blooper. Alguna vez volvería a pasar y pasó en el momento menos oportuno. Se hizo un gol de arquero improvisado en un picado en Villa Gesell un domingo de enero a las siete de la tarde.
Y en el segundo, además de la selfie que sacó Hilario (igual, gracias por todo, Hilario, tus penales atajados irán al bronce, dormí sin frazadas), hicieron lo suyo Carlitos Auzqui (otro que al que se le está terminando el dulce encantamiento en clave de Walt Disney y regresa al cánon de su naturaleza), Leo Jara y Domínguez, que como dirían los muchachos del tablón, está cerrando menos que Farmacity.
Es lo que hay. Y lo que hay es andar siempre con lo puesto.
Me despido a lo Mono Gatica. Buenas noches, buen provecho.
Fuente: Colugna de Walter Vargas
Para peor, Milito (que está haciendo un buen trabajo conste: tres derrotas en 22 partidos no está mal) contribuye con el pelotazo en contra cuando descuenta que Domínguez es mejor que Schunke, Mendoza es mejor que Anselmo y Barbona es mejor que casi todos. (Los historiadores del futuro nos desasnarán acerca de qué virtudes ve Gaby en Barbona, flojo de entendimiento y remiso a transpirar por la causa).
Entonces, haber supuesto que el partido estaba controlado es lo más parecido a la compra de un espejito de colores. Cuando no tenés nunca la pelota, y te olvidás de que en la otra punta hay un arco, y el rival es superior, debés encender velas para que no acierten ellos ni te equivoques vos.
Hilario es Hilario (no está entre los 25 mejores arqueros de la Argentina) y admitamos que estaba jugando por encima de la línea de su tendencia al blooper. Alguna vez volvería a pasar y pasó en el momento menos oportuno. Se hizo un gol de arquero improvisado en un picado en Villa Gesell un domingo de enero a las siete de la tarde.
Y en el segundo, además de la selfie que sacó Hilario (igual, gracias por todo, Hilario, tus penales atajados irán al bronce, dormí sin frazadas), hicieron lo suyo Carlitos Auzqui (otro que al que se le está terminando el dulce encantamiento en clave de Walt Disney y regresa al cánon de su naturaleza), Leo Jara y Domínguez, que como dirían los muchachos del tablón, está cerrando menos que Farmacity.
Es lo que hay. Y lo que hay es andar siempre con lo puesto.
Me despido a lo Mono Gatica. Buenas noches, buen provecho.
Fuente: Colugna de Walter Vargas
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