ENTRO COMODO. LA EFICACIA DEL CICLO NO ESTÁ EN DISCUSIÓN
Ilusiones moderadas para quien tiene una línea de juego que convence a medias
Por MARTIN MENDINUETA
OPINION
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Sin reproches para la tarea de Gabriel Milito. El balance arroja un resultado claramente positivo. Aquella sorpresa que sacudió el ambiente Pincha en el momento de su contratación ha ido mutando, en base a seriedad y a coherencia profesional, en una etapa fructífera que los hinchas respetan de manera unánime. La eficacia del ciclo comandado por el ex-defensor de Independiente está a la vista. No se trata de una cuestión meramente interpretativa, sino de una realidad palpable con sólo mirar los números de su productividad en la tabla de posiciones.
La clasificación obtenida para disputar la Liguilla Pre-Libertadores constituye el primer logro significativo de quien llegó al club con muy escaso respaldo popular. Ünicamente Sebastián Verón podía proponerlo como técnico en Estudiantes. A cualquier otro presidente lo hubieran fustigado de inmediato hasta hacerlo retroceder.
Ya ubicado con holgura entre los diez primeros y arañando la quinta ubicación, el plantel siente que el esfuerzo valió la pena. Después de la salida de Mauricio Pellegrino y, muy especialmente, de las transferencias de Guido Carrillo y de Diego Vera, el pronóstico deportivo albirrojo sembraba preocupación. Hoy, después de haber mostrado rendimientos buenos, regulares y malos, verlo erguido, con 51 puntos acumulados luego de 30 presentaciones, permite que el optimisno entre por el viejo portón del Country Club sin tener que pedir permiso.
Todavía lejos de provocar un enamoramiento masivo, el equipo propone y desarrolla el estilo que le imprime su entrenador. Su bajada de línea es tan clara como la obediencia de sus dirigidos. Primer punto a favor para el técnico debutante: los jugadores le hacen caso. El les pide una determinada manera de jugar y ellos le responden, independientemente de la efectividad, ejecutándolo en el campo. Así llegó hasta acá, donde muchos quisieran estar, pero no sumaron lo necesario.
A esta altura de los acontecimientos, la idoneidad de Milito no está bajo sospecha. El tema pasa, como en tantos órdenes de la vida, por la identificación o no con sus tan respetables ideas.
SIEMPRE POR ABAJO, AUNQUE HAYA RIESGOS
Frente a los suplentes de Unión, la ya conocida partitura se desarrolló casi sin contratiempos. Con extremada paciencia, Estudiantes salió jugando a ras del piso desde el fondo posicionando a Leonardo Gil (algo parecido le pedía Pellegrino) como el vértice de una línea de tres; con Schunke por la derecha y Desábato por la izquierda, que debía prolongarse por las bandas en Leo Jara y Alvaro Pereira, respectivamente. “Toco, busco, me muevo, recibo y, si no se puede, volvemos a empezar”, la orden tuvo en el técnico, como ya es costumbre, a un apuntador permanente. Pocas veces quieto y siempre más cerca de la línea del campo que del banco de suplentes, Milito gritó, alentó, felicitó y corrigió a los representantes de su idea sobre el césped. No parece dudar. Se lo nota convencido. Muy concentrado en las acciones. El primer gol (convertido por Juan Manuel Sánchez MIño, casualmente uno de los que más defiende públicamente la ideología futbolera del DT) resultó la concreción exitosa de ese libreto innegociable. Sin embargo, el festejo del entrenador fue tan sobrio como cada uno de sus actos.
Milito no “vende humo”. Es serio y eso le juega claramente a favor. Los hinchas reconocen en él a un hombre dedicado intensamente a su labor que no busca un protagonismo impostado. El sano debate hace foco en una tenencia de pelota a veces exagerada que no consigue la mejor respuesta en el plano de la efectividad. Por momentos, hasta se torna tedioso observar tantos pases irrelevantes. Por supuesto que la calidad de los intérpretes tiene mucho que ver. Por ejemplo, la obligada ausencia de “Tití” Rodríguez se sintió. En muy pocos partidos el juvenil se transformó en un hombre necesario para darle desequilibrio y vértigo a la propuesta colectiva.
El principal riesgo sigue siendo caer en el pantano de la intrascendencia. Enfrentar a un rival de mayor jerarquía que el alternativo “Tatengue” y tocar sin poder penetrar (eso le ocurrió en el primer tiempo del clásico). Está claro que al fútbol se juega a los pases, construyendo sociedades creativas, y que para dársela a un compañero primero hay que conseguir la pelota, pero a no confundirse, la tenencia del balón en sí misma no representa una virtud.
¿Encontró Estudiantes en Gabriel Milito a un entrenador ideal como para edificar un trabajo a largo plazo? Difícil responderlo ahora. Como cualquier mortal, dependerá de los resultados que obtenga. Es un criterioso exponente de la joven guardia, de eso no hay dudas.
Tiene lo que merece y va por un lugar en la Copa más linda que se disputa en esta parte del mundo de la pelota. Si lo consigue, terminará su primer almanaque como director técnico de primera división con un boletín envidiable.
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