FIESTA EN MAR DEL PLATA. EL PINCHA DERROTÓ 2-0 AL XENEIZE Y SE QUEDÓ CON EL TRIANGULAR
Con mucho oficio vapuleó al equipo de Arruabarrena con goles de la Gata Fernández y el Chavito Umeres.
Por
Martin Cabrera Analisis
Mar del plata Enviados especiales
C on fútbol, inteligencia y oportunismo, Estudiantes derrotó 2-0 a Boca para quedarse con la Copa de Oro, la primera caricia de un año que arrancó -hasta ahora- de una manera inmejorable. Baño de confianza en La Feliz para ratificar las expectativas que se están creando con este plantel totalmente renovado.
El equipo de Nelson Vivas fue de menor a mayor. Con algunas dudas en el primer tiempo, pero con absoluta superioridad a partir de los 34 minutos, cuando Gastón Fernández marcó el primer gol. El Pincha fue el equipo grande que dominó a un oponente de tremendo cartel pero lleno de inseguridades y nerviosismo.
No la pasó bien Estudiantes en ese primer tiempo, porque por el sector izquierdo de la defensa Boca le hizo mucho daño. Pablo Pérez, muy importante en ataque, primero le dio un pase a Messidoro. El pibe definió ante la salida del arquero y gol, anulado por un off side que no fue. Tras cortón el mismo Pérez tiró un centro preciso para la cabeza de Federico Carrizo. Era gol, imposible de errar. Pero Mariano Andújar demostró por qué es un arquero de Selección y con su cuerpo la sacó para un costado.
A partir de entonces, cuando el reloj marcaba los 20 minutos, el equipo de Nelson Vivas comenzó a controlar la pelota y animarse a pasar al ataque. En una contra, tras una pelota robada a Cubas, Augusto Solari la llevó unos metros por el medio, la abrió a la derecha para Carlos Auzqui, que levantó la cabeza y en lugar de patear al arco la tiró atrás para que Gastón Fernández, de primera, la clavara de derecha al palo izquierdo de Guillermo Sara.
Ese gol volvió a dejar arriba de la mesa la importancia de la jerarquía en el fútbol. Andújar cuando le tocó y la Gata en su primera aproximación al arco rival, pusieron a Estudiantes en ventaja y un poco más cerca de la Copa de Oro.
El gol, además, le movió a Boca la estantería. Y lo llenó de dudas. Eso quedó en evidencia al comienzo de la segunda parte, cuando primero Lisandro Magallán y luego Colazzo se durmieron y no soportaron la presión de Solari y Auzqui. Este último se hizo un pic nic con las dudas de la defensa rival y la entregó al medio (segunda asistencia) para el gol de Elías Umeres, en su primer gol con la camiseta de Estudiantes.
No lo podían creer en la platea y mucho menos en el banco de suplentes. Tampoco en Estudiantes, en donde se multiplicaban las sonrisas y la confianza al saborear el primer título del año, totalmente anecdótico, pero un envión anímico importante para encarar una temporada que lo tendrá como protagonista.
No fue una maravilla el Pincha ni mucho menos. Es más, con el 2-0 otra vez Andújar sacó un gol cantado en la tribuna. Esta vez a Pablo Pérez, que remató cruzado para que el ex Napoli la despejara con sus puños.
Con Fernando Gago en cancha y toda la presión de su gente, Boca intentó llevarse por delante a su rival. Entonces el juego se volvió más friccionado que en el primer tiempo. Los centrales tuvieron trabajo, pero mucho más la pareja de doble cinco (Ascacíbar-Damonte), que batalló y muchas veces caminó por la cornisa, sobre todo en una jugada contra Gago que dejó en silencio al banco de suplentes al temerse una fea lesión, que por suerte no ocurrió.
Además edificó su victoria por el aporte de dos jugadores que muchas veces no salen en las fotos. Uno Carlos Auzqui, incansable corredor y asistidor por partida doble. El otro Augusto Solari, que llegó con más dudas que otra cosa y en dos partidos aprobó con creces.
Estudiantes fue inteligente. Aprovechó las oportunidades que tuvo, mantuvo el orden, fue solidario y nunca se dejó avasallar. También, por supuesto, tuvo en el arco al jugador más determinante de la noche: Mariano Andújar. Apareció antes, durante y después. Cada intervención fue clave para el juego. Por eso (y por la rapidez de sus jugadores ofensivos) ganó con absoluta claridad y se quedó con el triangular. Además llenó el tanque de confianza para lo que se le viene, primero el clásico y luego el inicio del torneo.
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