COMENTARIO. EL LEÓN LE GANÓ 3-2 A ATLÉTICO TUCUMÁN CON UN GOL DE PENAL A LOS 48 MINUTOS DEL SEGUNDO TIEMPO
El Pincha quedó a tres puntos de Lanús y promete dar lucha hasta el final
Por MARTIN CABRERA
COMENTARIO
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No te declares vencido aun vencido, dice el himno de Estudiantes que anoche volvieron a pasar en la previa. Le hizo caso el equipo de Nelson Vivas, que ganó un partido increíble cuando parecía que estaba derrumbado y sin chances: perdía, lo dio vuelta, le expulsaron un jugador, se lo empataron a falta de dos minutos, tuvo un penal en tiempo de descuento, lo falló, lo volvió a patear y así le ganó 3-2 a Atlético Tucumán.
No jugó bien Estudiantes, pero tuvo tanto temple, tantas agallas y tanto corazón, que la fortuna le dio la derecha en el final de un partido polémico, insólito y memorable, para sumar tres puntos que le permiten seguir a tres puntos de Lanús. Y soñar despierto con jugar la final o, de lo contrario, asegurarse un lugar en la próxima copa Libertadores.
El primer tiempo fue tan intenso como extraño. De principio a fin el que manejó la pelota fue la visita, que con dos extremos y un jugador entre los centrales le provocó un enorme dolor de cabeza a la defensa albirroja, principalmente a Facundo Sánchez, que no pudo encontrar a Leandro González y se vio privado de pasar la mitad de la cancha.
Ese inteligente planteo del Vasco Azconzábal dejó sin juego a Estudiantes, que a los 5 minutos se vio en desventaja, por el gol de Rodrigo Aliendro. El volante quedó solo ante Mariano Andujar, luego de que Menéndez se llevara la pelota de izquierda al centro, apilando y agrupando defensores. Pase profundo y gol.
Pero no se conformó el Decano, ni pudo reaccionar Estudiantes, incómodo en todos los sectores de la cancha. A los 11 casi aumenta la Pulga Rodríguez, a los 15 el arquero le sacó un gol a Aliendro y un minuto después el defensor Franco Sbuttoni remató por arriba del travesaño una pelota que había quedado sin dueño tras un corner.
El Pincha no podía encontrar la pelota y mucho menos reaccionar. Pocas veces en el torneo había estado así. Pero como un boxeador contra las cuerdas, encontró una bocanada de aire y se levantó. Mejoró la pareja de centrales, pero al equipo lo sacaron Israel Damonte y Gastón Fernández. El platinado corajeó para generar una infracción en el extremo izquierdo del área, que la Gata mandó al fondo del arco de tiro libre.
Iban 19 minutos y parecía que el partido podía cambiar. Pero Fernando Espinoza, el árbitro, empezó a tomar protagonismo. Pitó por todo y en cuatro minutos le mostró dos veces la tarjeta amarilla a Carlos Auzqui, la segunda por un excesivo reclamo.
Con 10 hombres y antes del final del primer tiempo, otra vez la Gata hizo explotar al estadio. Pelota recuperada que manejó por la izquierda, levantó la cabeza y con un delicioso derechazo con la parte interna del botín puso la pelota en el segundo palo de Luchetti. Golazo para que Estudiantes, sin merecerlo, por actitud y jerarquía individual se pusiera arriba en el marcador.
El partido cambió en el segundo tiempo. Con la ventaja y por el cambio de Nelson Vivas, el Pincha se acomodó. Afuera un inexpresivo Lucas Viatri y adentro Juan Cavallaro. El equipo se refugió en su campo y eligió tener la pelota para defenderse. Por momentos lo consiguió e incluso tuvo con Fernández, Cavallaro y Solari alguna aproximación.
El partido se jugó de mitad de cancha hasta el área de Estudiantes. Allí esperó el local para contragolpear. A diferencia de lo ocurrido en el primer tiempo controló el partido y dominó. No pasó sobresaltos, más allá de algunos revolcones de Mariano Andujar.
Tuvo en Leandro González Pirez una muralla y un jugador con capacidades para salir desde el fondo. Y en Israel Damonte a un jugador en su mejor versión desde que volvió. Así, el Pincha estuvo agazapado para defender la diferencia y con el cuchillo para clavar el primer pedazo de carne para cerrar el partido. Pero en la jugada menos pensada, en un centro pasado de los que hay varios por partido, la visita llegó al empate a través de Cristian Menendez, que empujó una pelota muy mal despejada por Facundo Sánchez. El reloj marcaba los 43 minutos.
Las luces del partido parecieron apagarse. Algunos plateístas, con resignación, empezaban a levantarse de sus butacas. Las caras en el banco lo decían todo: decepción. Pero el Barba quiso darse una vuelta por 25 y 32. En tiempo de descuento Cristian Lucchetti se llevó puesto a Nicolás Talpone en un arrebato albirrojo por forjar la hazaña. Penal que no dudó en cobrar un árbitro que antes había cobrado todo. Pateó Schunke, tapó el arquero pero el asistente 2, Gonzalo Pedro, avisó que se había adelantado. Luego de las protestas volvió a patear. Y entonces así, gol, explosión, abrazos múltiples y un desahogo para festejar un triunfo increíble y memorable, que le dio a Estudiantes tres puntos clave para seguir respirándole en la nuca a Lanús.
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