ANÁLISIS
No dio cátedra de fútbol, pero le alcanzó para vencer cómodamente a Atlas y pasar a la siguiente ronda de la Copa Argentina. Sin subestimar pero sin pisar el acelerador, el Pincha sigue con vida en el certamen.
Avanzó en el certamen venciendo con comodidad a Atlas, le sobró contra el equipo de la Primera D. Pudo haber hecho más goles, aunque por momentos dejaron algunas dudas en cuanto al juego. Más allá de eso, consiguió el boleto a la siguiente ronda con contundencia.
Lo que le jugó a favor a Estudiantes es que se sacó la mochila de hacer el gol en los primeros minutos, la apertura del marcador le abrió la cancha y jugó con tranquilidad. No necesito acelerar ni dar el cien por cien, con controlar la pelota le sobró para controlar un partido que manejó sin inconvenientes.
El mediocampo se formó bien, González Pirez y Julián Marchioni fueron los que movieron la pelota y en la zona de fuego Toledo y Viatri los que tuvieron algunas chances para aumentar el marcador. El trabajo en conjunto estuvo, pero lo cierto es que Atlas no le puso demasiada resistencia como para hacerle difíciles las cosas al Pincha.
Fue un trámite para el Pincha, no hubo exceso de confianza en los jugadores, que en caso de perder se habría llenado de críticas por perder ante un equipo sumamente inferior. Hubo tres o cuatro minutos en los que el equipo contrario pudo manejar la pelota, luego el partido no tuvo otro actor que Estudiantes.
La diferencia se hizo notar en el terreno de juego, hizo tres goles, pero pudo haber hecho más. Le sobraron situaciones al elenco Albirrojo, más allá de las ausencias en el once inicial, lo que puso en cancha fue demasiado para un equipo que por perder ya recaudaba lo que puede juntar en dos años.
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