viernes, 30 de septiembre de 2016

“En los clásicos no importa cómo viene cada uno”


En la antesala de una nueva edición del duelo platense entre Gimnasia y Estudiantes,El Clásico reunió a Ricardo Rezza y Oscar Malbernat en una charla a puro fútbol 
Ricardo Rezza fue el primero en llegar.  Inmediatamente pidió un café. Oscar Malbernat lo hizo un rato más tarde: optó por un cortado, después de la sesión de fotos.
El saludo fue en un marco de afecto y respeto. La cita se dio en la Catedral, un punto emblemático de la ciudad que los ve transitar a diario sus calles y que ya comienza a palpitar una nueva edición del clásico entre Gimnasia y Estudiantes. 
Ricardo fue jugador, técnico y actualmente es mánager del Lobo. Cacho, futbolista, entrenador y buscador de talentos en el Pincha. Dos historias enfrentadas, como la rivalidad de sus clubes, sobre todo en los albores de la década de 1970, pero con un punto en común: la pasión por el fútbol. 
Para recordar historias, analizar el presente y presagiar lo que puede suceder el domingo, El Clásico los convocó en una charla imperdible.
—¿Cómo vivían estos días previos en su etapa de jugadores?
OM:—Nosotros nos criamos en La Plata y la presión la sentías cuando caminabas por las calles. Siempre fue igual, los clásicos son clásicos, no importa cómo viene cada uno. 
RR:—Eran otras épocas. Igualmente, en la semana previa a un encuentro con Estudiantes, por más tranquilo que fueras, la procesión iba por dentro, porque entendías lo que significaba el cotejo para la gente y el club. 
—¿La pasión es la misma pero cambió la relación entre los hinchas? 
OM:—Les voy a contar una anécdota: un día, Osvaldo (Zubeldía), por todo lo que se hablaba y para descomprimir, nos dijo que fuéramos caminando desde 1 y 57 hasta la cancha de Gimnasia. La gente no lo podía creer, se sorprendía. Ojo: fuimos con buzo, no con la camiseta, y bordeando el lago (risas). Hoy no sería posible. 
RR:—Recuerdo que en muchas oportunidades nosotros compartíamos el Bosque. Muchas veces por la zona del lago entrenaba Estudiantes y nosotros lo hacíamos enfrente de nuestra cancha. Había rivalidad pero nos conocíamos todos. 
—¿Qué clásico los marcó para siempre?
OM:—Recuerdo un triunfo 6 a 1 en la cancha de Gimnasia, en 1968. Hubo otro en el Bosque que me echaron en el primer tiempo. Me fui al vestuario y era tanta la bronca que tenía que me bañé, agarré mis cosas y me tomé un taxi hasta mi casa. Una vez arriba del auto, el chofer iba escuchando música y le dije que pusiera el partido. O sea, jugué el primer tiempo y el segundo lo escuché arriba de un auto (risas). Por suerte empatamos. 
RR:—Los clásicos que más recuerdo son dos que se jugaron en 1970 por la Copa Genaro Rucci. Ganamos 4 a 1 el primero y el partido siguiente lo perdimos por el mismo resultado. Sinceramente, ellos tenían un potencial muy grande. Venían de ganar muchos títulos con Zubeldía, pero noso­tros hicimos buenos juegos a pesar de los momentos de cada uno. 
—¿Como técnicos sintieron un mayor sentido de responsabilidad y obligación?
OM:—La responsabilidad es total. Cuando jugás la dividís por once, pero acá uno es la cabeza del grupo y es el que tiene que tomar todas las decisiones. Nunca hay que perder la calma.
RR:—Hay más presiones, de eso no hay dudas, porque tenés que estar en todos los detalles. Se sufre de otra manera y se disfruta de otra forma también.  
—¿Quién llega mejor al domingo? 
OM:—¿Alguna vez escuchaste que alguien de Estudiantes dijera que se gana fácilmente? Nosotros nunca vamos a decir eso. 
RR:—Más allá de los últimos resultados, estamos bien. Estudiantes viene afilado, es un equipo serio, pero nosotros jugamos de locales y tenemos un agregado para poder ganarlo.
 —¿Cómo se ven después del partido?
OM:—Los partidos son todos distintos. Te lo imaginás de una manera y sale de otra. Por eso no hay que adelantarse. Veremos qué pasa.  
RR:—Primero espero poder disfrutar del espectáculo y después recuperar los puntos perdidos para alegría de toda la gente. 
Anécdotas, historias y la rivalidad de siempre
La buena onda fluyó desde el primer momento. Inmediatamente, tras la presentación formal, comenzaron  a aflorar los recuerdos, las anécdotas y, por supuesto, la rivalidad, que, según ellos, solamente se siente dentro de la cancha. 
“Me acuerdo de un clásico en el que hice debutar a Jorge Reina y empatamos 2 a 2”, comentó Rezza, sin necesidad de exigir su memoria. “¿No fue cuando se cayó el alambrado? Me acuerdo de ese partido”, intentó aportar Cacho, quien no pudo ocultar sus ganas de contar su mejor anécdota con los hinchas de Gimnasia: “El partido en el que más me insultaron no fue en un clásico, sino cuando dirigía a Argentino de Quilmes. En aquella época Carlos Pachamé había sacado a la Bruja Verón del plantel y, como yo había agarrado la dirección técnica en el Mate, me lo llevé conmigo. Gimnasia estaba en la B y nos tocó enfrentarlos. Cuando salimos del túnel, en el banco y hasta que nos fuimos, ¡nos putearon con ganas!”. 
Buceando en el pasado, ambos coincidieron en que a veces la memoria juega una mala pasada. “¿Jugamos algún clásico de verano?”, preguntó Malbernat. “No nos enfrentamos en Mar del Plata, pero sí en alguna Copa, como la Genaro Rucci. Ahí les ganamos 4 a 1”, recordó con picardía Rezza. “Noso­tros también la ganamos, fue un triunfo para cada uno”, retrucó el excapitán albirrojo. 
Más allá de las bromas y el buen clima, tanto Rezza, símbolo del Lobo, como Malbernat,  gloria de Estudiantes, coincidieron en un solo deseo: “Que sea un clásico en paz y ¡que gane el mejor!”. 

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