COLOR. CON CAMISETA Y BANDERA DE ESTUDIANTES, ALENTARON AL EQUIPO ARGENTINO
Se mezclaron entre los hinchas albicelestes que, a lo largo de la serie, empujaron con su aliento a los jugadores
Argentina, liderada por el correntino Leonardo Mayer, el más efusivo del grupo, y secundado por Juan Martín Del Potro, Federico Delbonis, Guido Pella y el capitán Daniel Orsanic, se dio el gusto grande de dar la ansiada vuelta olímpica en la Copa Davis, pera el delirio de los hinchas que viajaron hasta la lejana Zagreb. Entre ellos, varios de nuestra ciudad, que embanderados con los colores de Estudiantes, vivieron una de las jornadas históricas del deporte argentino y que de seguro recordarán por el resto de sus vidas.
Los simpatizantes del Pincha, los que se dejaron ver fueron Pedro Eggenhofer, Facundo Ferella y Juan Blanco, quienes junto a Ramiro Soria fueron algunos de los “representantes” de Estudiantes y la pasión futbolera de la ciudad de La Plata.
Los croatas, muy respetuosos, aplaudieron a los argentinos mientras dieron la vuelta olímpica y también en el momento de mayor éxtasis, cuando el capitán y los cuatro integrantes del equipo besaron la “Ensaladera de Plata”, que se había negado en cuatro ocasiones, 1981, 2006, 2008 y 2011.
Los hinchas no paraban de gritar y los tenistas los imitaban abrazados adentro de la cancha, en una comunión que comenzó también con frío en Gdansk, la ciudad polaca que los albergó en marzo pasado, y tras pasar dos estaciones en Pesaro y Glasgow, los reencontró en Zagreb, también con tiempo inestable pero con menos frío en esta época del año.
El público aplaudió a rabiar a Del Potro y al “Yacaré” Mayer, quien con su humildad se ganó primero un lugar fijo en el equipo. En tanto, el hincha más fervoroso durante los tres días que duró la serie, fue Diego Maradona, quien miró y vivió los partidos con su pareja Rocío Oliva, tuvo el gesto de retirarse luego de que se consumara el éxito, en una clara y saludable intención del ‘10’ para no adueñarse del protagonismo de los tenistas en su gran día.
El equipo se unió a los dirigentes y festejó hasta la medianoche en Zagreb, mientras que los hinchas dejaron el estadio de a poco y se marcharon con la certeza de que fueron testigos de un hecho histórico, que se venía negando desde hace 116 años, demasiado tiempo acumulado, demasiada alegría contenida.
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