ESTUDIANTES. MATÍAS AHUMADA ACUÑA VIVE UN PRESENTE SOÑADO: LLEGÓ A PRIMERA Y ESTE AÑO EMPIEZA A ESTUDIAR DERECHO
Le dicen Cata pero nació en Tucumán, es enganche, tiene cinco hermanos y vive solo en la pensión del Country
Por MARTIN CABRERA
Cuando nació Matías Ahumada Acuña, Juan Sebastián Verón ya jugaba en la Sampdoria, Rodrigo Braña llegaba a la Reserva de Quilmes y a Leandro Desábato le faltaba un año para debutar en la Primera de Estudiantes. Hoy, la vida lo puso en el plantel profesional que encabeza Nelson Vivas, una persona (junto con Fernando Ortiz) que le dio un tremendo impulso futbolístico. Por eso, su presente no puede ser más feliz.
A Matías le dicen Cata, pero nació en Tucumán.
“Como se fue a los tres meses de vida a vivir a Catamarca se siente de
allá y le quedó ese apodo”, avisa Sergio Escoz,
un socio de Estudiantes que lo cobijó como a un hijo luego de conocerlo
-junto a su familia- en las tardes de verano en el Country. Así
comienza una historia de las tantas que tiene el fútbol. Pero en esta,
el final se vislumbra feliz.
Nació el 5 de junio de 1998 y aunque en su familia
no hay futbolistas reconocidos, empezó a patear una pelota en Chacarita
de Catamarca. “Dice mi mamá que desde bebé ya tenía una pelota”, tira el
pibe, el benjamín del plantel, que en 2016 viajó con su categoría a
Oriente, primero a Malasia y luego a Qatar. Y ahora fue parte de la
pretemporada en Orlando junto al primer equipo.
Vino hace seis años a La Plata y al instante lo
ficharon. Es diestro, pero maneja de igual manera la pierna izquierda.
Juega enganche o extremo por izquierda. Le gusta atacar, gambetear y
tiene una buena pegada que lo invita a patear al arco.
“Estoy muy contento por este momento, pero no puedo
conformarme. Ahora viene lo más difícil que es permanecer en Primera”,
destaca el jugador que el viernes pasado ante San Lorenzo jugó por primera vez como titular.
El Cata es el cuarto de la familia. Hijo de Astrid
Acuña, menor que Maximiliano (26), Martín (25) y Noelia (23); mayor que
Guadalupe (15) y Camila (9). Esta es su familia, que el viernes organizó
una gran cena en Catamarca para ver el partido.
“Me vieja me vino a ver bastantes partidos en
Inferiores. Pero se pone mal porque me pegan patadas”, se ríe el jugador
que tuvo un 2015 para el olvido, con dos lesiones en el tobillo que lo
dejaron muy mal anímicamente. “Primero Vivas y después Ortiz me dieron
mucha fuerza para seguir. Nunca se me cruzó por la cabeza volverme, pero
cuando estaba en casa y tenía que viajar a La Plata lo pensaba mil
veces”.
Luego de tener continuidad en Quinta División y de
jugar varios partidos en Reserva, al Cata le llegó la hora pegar el
salto. A fin de año lo hicieron volver de Catamarca para el trámite de
la Visa y el 2 de enero le avisaron que el 4 de subía al avión para
EE.UU.
Este año, además de seguir en Primera, tiene otro
objetivo: poder rendir algunas materias de Derecho. En 2015 terminó la
secundaria en la escuela de Estudiantes, el año pasado hizo un curso de
inglés y ahora sigue por los pasos de su vieja, abogada.
Vive en la pensión del Country. Comparte pieza con
Franco Sivetti y Tomás Montiel. Le gusta el básquet y cuando tiene un
momento libre pide permiso para tirar al aro. Le gusta Lionel Messi y
ganó varias apuestas por él. Fanático de la gambeta pero no tiene Play
Station. “Si tengo que elegir un jugador de Estudiantes me quedo con el
Principito Sosa”. A pesar de su marcada timidez, esta frase sirve para
definirlo como futbolista. Es un apellido para anotar.
“Los más grandes me recibieron muy bien. A mí a
veces me da vergüenza, pero ya me senté en la mesa con todos ellos. Por
momentos no lo puedo creer”, se despide con una sonrisa. El pibe está
viviendo un sueño.
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