El equipo de Nelson Vivas fue demasiado inocente para jugar un partido de Copa Libertadores
Estudiantes está torcido. Pierde cuando juega mal y ahora también cuando no lo merece. Anoche, en el Nilton Santos de Río de Janeiro, cayó como visitante de Botafogo 2-1 en un partido que bien pudo haber empatado, sobre todo en el primer tiempo cuando le generó, de contra y por arriba, un puñado de opciones claras de gol. Y en el segundo, cuando luego de mucho esfuerzo lo había igualado. Como un niño de noche se durmió y chau.
El equipo local arrancó con todo, empujado por una multitud que ensordeció con sus gritos, fuegos artificiales y altoparlantes. Con tenencia de la pelota y con la movilidad de Camilo por la derecha, inclinó el juego para su lado. Toque y rotación, ante un Estudiantes que primero quiso sentirse seguro y luego contragolpeó.
A pesar de esa cautela logró tocar el timbre del arco del Gatito Fernández dos veces. A los 16’ con un remate desde afuera del área de Lucas Rodríguez que pasó muy cerca. Y a las 22’ con una corrida descomunal del colombiano Otero, que se llevó a la rastra a sus marcadores, ingresó por la izquierda al área y ante la falta de un compañero cerró los ojos para pegarle fuerte. Para desgracia del equipo fue al cuerpo del arquero. Pudo haber sido un gol clave para el control posterior del partido. Nada para reprocharle al colombiano que, está claro, no tiene la cualidad de los goleadores. Pero le sobra voluntad y velocidad.
Del otro lado, Botafogo se empezó a dar cuenta que no asustaba ni lastimaba sólo con la tenencia de la pelota. Por eso luego de unos tres o cuatro pases empezó a probar con centros cruzados. En el primero Joel Carli cabeceó a centímetros del palo derecho de Mariano Andújar. En la segunda fue gol: pelotazo cruzado que Rodrigo Pimpao regresó al medio de volea, a los pies de Roger, que con un buen gesto técnico la empujó al fondo de la red para el primer gol del local.
A partir de esa conquista el partido se abrió un poco más. Estudiantes asumió un rol más ofensivo y Botafogo comenzó a regular el tiempo y la pelota, pensando un poco más cada jugada.
Entre los 32 minutos (el gol de Roger) y el final del primer tiempo el Pincha tuvo tres chances claras de empatar. Lo mereció por situaciones y ambición. No pudo. A los 38 minutos Israel Damonte cabeceó muy cerca del palo izquierdo de Fernández y tres minutos después Lucas Viatri remató mordido, luego de otro ataque combinado mediante el cual la pelota llegó al área.
No pudo Estudiantes y por eso se fue al vestuario con la sensación de que esta vez las manos estaban vacían y bien merecía tener algo para saborear.
EN LA MISMA SINTONIA
En el segundo tiempo el trámite del partido siguió siendo el mismo. Estudiantes con la iniciativa para empatar, soltando a los laterales y con Otero siendo una pesadilla para los defensores locales. Botafogo, por su parte, perdió el fuego sagrado del arranque del partido y sólo con pelotazos cruzados llevó peligro. En una de esas jugadas casi llega el segundo. Por suerte para Andújar Pimpao estaba adelantado y su compañero remataba por arriba del travesaño cuando estaba en perfecta posición.
Hasta que a los 16 minutos llegó la justicia. Jugada rápida en la que participó Lucas Viatri, le ganó en velocidad a Marcelo, que le cometió infracción en la entrada al área. El tiro libre lo ejecutó el Cholo Otero, que clavó la pelota al ángulo para el merecido empate de Estudiantes.
Javier Iritier hizo su debut oficial con la camiseta de Estudiantes. Entró por Viatri a los 29’ del complemento
Era el momento, o bien para ganar el partido o para ponerlo bajo tierra. No hizo ninguna de las dos cosas. Como hace unos días ante Vélez se relajó, se durmió una siesta peligrosa y en un centro que nadie supo qué hacer Rodrigo Pimpao encontró una pelota para el segundo gol de Botafogo, enorme castigo para un equipo que parece increíble cómo perdió la solidez. De manera increíble perdió otro partido de esos que duelen, porque el rival nunca lo superó y en el balance no hizo más para ganar.
Estudiantes empieza a transitar un camino resbaladizo. El ABC de su árbol genealógico lo olvidó. No sabe manejar los partidos y le ganan siempre dentro de su área. Y pierde, como anoche, que se fue de Río de Janeiro con las manos vacías y una bronca enorme.
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