ENTREVISTA CON GABRIEL “BAMBI” FLORES, LA FIGURA EN EL ÚNICO ENFRENTAMIENTO CON EL EQUIPO BRASILEÑO, EN LA PREVIA DEL DUELO COPERO
Estudiantes y el Peixe
se vieron las caras en diciembre del ‘69. Fue en La Plata y ganó el
Pincha 3-1. El arquero se atajó todo, al punto que O Rei dijo: “Nunca vi
un golero así”. La historia de una noche inolvidable
El Bambi Flores, arquero de finales de los ‘60, fue la figura en el triunfo de Estudiantes sobre Santos en 1969
En 1969 Estudiantes ya había
salido campeón del Metropolitano, había ganado la copa del mundo, la
Interamericana y dos veces la Libertadores. A la vista de todos tenía la
panza llena. Pero no. Había un objetivo silencioso que el plantel,
Osvaldo Zubeldía y la directiva quería alcanzar: ganarle al famoso
Santos de Pelé, el equipo de moda en aquellos años.
La
Supercopa que se jugó ese año (segunda edición) fue el lugar ideal para
encontrarse. Los campeones continentales frente a frente: Racing,
Peñarol, Santos y Estudiantes. No arrancó bien ninguno de los dos en la
competencia, con derrotas ante los uruguayos y la Academia. El 6 de
diciembre, en 57 y 1, se vieron las caras. Calor afuera y adentro. Un
partidazo. Ganó el Pincha 3-1 y la figura fue su arquero Gabriel “Bambi”
Flores.
La cobertura del partido en El Día
“El tema era confrontar de una vez
por todas con ese equipo preferido por la prensa mundial. Nosotros
habíamos ganado todo pero queríamos darnos ese gusto porque todavía
había gente que no nos respetaba. Nos debíamos esa victoria”, contó en
una larga entrevista con este medio la figura de aquella noche, que le
sacó un gol listo a O Rei sobre el arco de 55.
“Santos ya
no le daba mucha importancia a las competencias sudamericanas. Tenía un
concepto marketinero impresionante detrás de la imagen de Pelé.
Prefería jugar amistosos por el mundo. Por eso el partido tomó mucha
trascendencia”, continuó Flores que remarcó: “Jugué poco más de 50
partidos en la Primera de Estudiantes y uno de esos fue esa noche”.
“Antes del inicio del partido vino
una artista a dar el puntapié inicial. Ya se empezaba a ver el
marketing en el fútbol y más por la presencia de Pelé. Te voy a decir la
verdad, tenía la vista clavada en él”, recordó antes de contar
anécdotas jugosas de esa noche.
-¿Le pegaron muchas patadas?
-Ni
una. Se habló en la semana y lo remarcó Zubeldía en el vestuario. Si le
pegaban se enojaba y si se enojaba... jugaba muy bien. En el ambiente
se sabía que cuando el partido se friccionaba él se calentaba y
agarrate. Ojo, además también respondía y en un partido de selecciones
le quebró la nariz a un argentino. La consigna fue bien clara: no
hacerlo enojar.
-¿Y qué pasó?
-Arrancó
el partido y Pelé pateó un tiro libre sobre el vértice del área que
pegó en el travesaño. No la vi, te juro que no la vi. En un contragolpe
nos pusimos en ventaja y luego empató Manoel María, un wing que nos
volvió locos. Luego se produjo una jugada muy recordada: entró Pelé al
área con pelota dominada, avanzó con ese tranco especial, me eludió y en
lugar de patear quiso avanzar hasta debajo del arco para entrar con la
pelota. Entonces lo vi, corrí, me estiré y me tiré a sus pies. Cuando
quiso patear le mandé la pelota al córner. No me olvido más, fueron
segundos nomás. Cuando me eludió hubo un silencio total porque era gol. Y
de inmediato una explosión de gritos.
-¿Qué hizo luego Pelé?
-Se acercó, me miró y dijo: “Muito bom, bolero, bom”. Un caballero. Pero no termina ahí.
-...
-Después
del partido me volvió a felicitar y en declaraciones dijo que nunca
había visto un arquero como yo, con esa reacción. Cuando leí eso dije
pensé que era un diplomático.
-¿Te dijo algo Zubeldía después del partido?
-Sí, no me lo olvido más: “Pibe, esta noche te recibiste de arquero”.
Lo
recuerda y se emociona. Se le corta la voz. Y sigue: “Para que Osvaldo
te diga eso que no le regalaba un elogio a nadie... Fue un gran partido,
pude atajar y encima ganamos 3-1”.
-¿Lo volviste a ver a Pelé?
-Sí,
casi 20 años después me lo crucé en Punta del Este. Estaba en un evento
y se me acercó un empresario que estaba con él. ¿Sabés quién era? Paco
Casal. Lo curioso es que me dijo algo que me dejó helado.
-¿Qué?
-Que
él había sido alcanzapelotas en la final contra Palmeiras. Porque en
aquel momento el alcanzapelotas en partidos neutrales no tenía un
encargado y Zubeldía, que estaba en todo, reclutó a unos gurises para
esa tarea. Paco Casal fue uno de ellos. Siempre en la puerta de los
hoteles iban unos chiquilines a pedir autógrafos y esas cosas. Y Osvaldo
no lo dudó: los invitó a la cancha. ”Fue la primera vez que entré al
Centenario, no me lo olvido más. Por eso cuando te vi le dije a Pelé
quién eras y me dijo que te conocía”, me dijo Casal.
-¿Y se volvieron a ver?
-Sí. Vino al rato y le agradecí los elogios de ese partido. Y el Negro retrucó que los tenía bien merecidos. “Nunca vi un arquero así”, repitió. Un fenómeno, un grande adentro y afuera de la cancha. El mejor relacionista público del mundo.
Pero
luego de elogiar al astro brasileño no dudó en sacar chapa: “Nosotros
también teníamos a nuestro Pelé, que era Juan Ramón Verón”.
-¿Para tanto?
-No
tengas dudas. Nosotros dependíamos de la Bruja. Por eso Zubeldía decía
que tenía que dormir entre algodones para que no le pasara nada. Para mí
nació en el momento equivocado porque hoy sería Messi. En las prácticas
nos parábamos para verlo jugar. Y eso que en aquellos años el fútbol
era una cacería y el tipo jugaba como loco. Los bailaba a todos. Le
querían pegar y a veces no podían. El destino fue justo con él, porque
toda la trascendencia que no tuvo como jugador la tuvo su hijo Juan
Sebastián.
-¿Cuál fue mejor de los dos?
-La Bruja le decía a su hijo en broma cuando era chico: “Al medio juega cualquiera”.
La mascota del equipo
Bambi
Flores está las foto más emblemáticas de la historia Pincha: en Old
Trafford, en el Gasómetro en el ’67 y en la final contra Palmeiras. En
aquellos años el arquero suplente posaba con el equipo. Lo curioso era
su juventud.
“Siempre fui precoz. Con edad de Séptima
jugaba con la Quinta. Con 16 años me promovieron a Tercera y a los 18
era suplente de Primera. Todavía estaba en el colegio Nacional. Me
acuerdo que tenía que pedir permiso para faltar. Era la mascota del
equipo y había tocado el cielo con las manos”, relató con admiración.
-¿Y cómo manejaste estar en la cresta de la ola?
-Me
ayudaron mi casa, la formación que tenía y el club. Había un respeto
adentro tremendo. El mismo grupo no hubiera tolerado a un jugador
indisciplinado. Es que en Estudiantes nos prepararon para todo. En
inferiores un día Miguel Ignomiriello nos llevó a concentrar al
Provincial. ¿Para qué? Para que supiéramos cómo manejarnos en un hotel,
cómo agarrar los cubiertos, cómo relacionarnos con otras personas. ¡Nos
hicieron viajar en avión! Nos prepararon para todo lo que se venía. Este
club siempre fue distinto, con un nivel educativo diferente al resto.
Cómo era de avanzado que en Tercera teníamos psicólogo. ¿Sabés lo que
era para esa época?
En la entrevista contó que es amigo
del Loco Gatti, a quien conoció durante su paso por Gimnasia. “En
aquellos años no se fabricaban guantes en Argentina y yo le traje un par
de un viaje nuestro. ¡Pero eran rojos y blancos! Cuando el Loco los vio
me dijo ‘Bambi, me matan si me pongo estos’”.
A
la hora de elegir tres arqueros no dudó en poner primero de todos al
Flaco Poletti. “Era un maestro, nunca lo vi volar pero era el dueño de
la bisectriz. Fue el mejor arquero que pasó por Estudiantes”, tiró y
colocó a Juan Carlos Delménico y uno que estuvo poco en el Club: Héctor
Baley. Además elogió a Mariano Andújar y se reconoció amigo de Leandro
Desábato, el defensor menos amonestado del fútbol argentino. “Después de
Verón, el gran líder que tuvo Estudiantes adentro y afuera de la
cancha. Es mitad Madero y mitad Aguirre Suárez”.
-¿A qué edad te retiraste?
-A los 23 años. Me vinieron a buscar San Lorenzo un club de España y no quise.
-¿Por qué?
-Porque estaba hecho, había vivido todo en el fútbol. ¿Qué más podía hacer?
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