LE GANÓ MILAGROSAMENTE 3-1 A NACIONAL Y ESTÁ ENTRE LOS MEJORES DE LA LIBERTADORES
Después de un primer
tiempo horrible, Estudiantes se puso de pie en el complemento. Arrolló a
un rival al que le quedó gigante el partido y desató una fiesta
interminable, con el delirio de protagonistas e hinchas
En Europa no se consigue. En
América, a veces, tampoco. Lo que pasó anoche en La Plata es difícil de
explicarlo. Nadie, ni el más optimista de los hinchas de Estudiantes
imaginaba esos gritos, abrazos, lágrimas y orgullo del final. Por más
que ahora digan lo contrario, no había esperanzas que ese equipo pudiese
marcar tres goles en media hora para avanzar a octavos de final. Pero
pasó, porque es fútbol, porque quedan duendes en la zona que aparecen
las noches de Libertadores y porque el equipo tuvo toda la rebeldía que
le faltó en el primer tiempo. Y buena parte del torneo. El Pincha le
ganó 3-1 a Nacional y se metió en octavos, pavada de logro cuando nadie
lo pensaba.
El segundo tiempo fue vibrante y desbordó de emoción.
Hasta los que no gustan del fútbol se prendieron a la tele para ver lo
que pasaba en La Plata. Es verdad que pasó de todo en los minutos
finales, cuando se sucedió lo que sucedió. Estudiantes, que no había
dado pie con bola en los primeros 60 minutos, que se arrastraba en la
cancha, que no daba una señal de dignidad, escribió un capítulo que
quedará en la historia por mucho tiempo.
Le ganó otra final a Nacional, como en 1969
y como en el 2009. Se dio cuenta que el rival empezó a dudar y cuatro
jugadores se calzaron el traje de héroes. Primero Juan Otero, que por
derecha descolocó a la defensa rival y se hizo cargo de los dos penales
(el segundo muy dudoso, es cierto, tal vez no debió sancionarse).
Mariano Pavone, como en las noches de 2006 fue el Tanque de los
milagros, bancando la pelota, atacando y luchando como debe ser. Jonatan
Schunke, de lo mejor del fondo en el primer tiempo, empezó a empujar y
generó los revolcones dentro del área. Y por último un escalón
compartido por Fernando Zuqui y Tití Rodríguez. El ex Boca se disfrazó
del expulsado Braña y el juvenil se hizo cargo de pedir la pelota y
llevarla hasta el arco rival.
En el primer tiempo Estudiantes jugó
un partido horrible. Digamos que indigno para su historia. Lento,
impreciso, distraído y sin alma. No pareció tener la necesidad de ganar,
y por dos goles. Fue un equipo deambulando por la cancha que encima a
los 3 minutos quedó en desventaja por el gol de Matías Zunino de cabeza
tras horror defensivo.
No pudo en todo el período para dar vuelta
la historia. Mal Sánchez en la derecha, muy mal Gómez en el medio y
flojísimo Lucas Melano en la ofensiva, errando situaciones de gol.
Pero
un aura, un rayo zubeldiano cambió la noche. La gente, desconcertada en
el primer tiempo, empezó a empujar a sus leones. Con bronca y viendo a
un rival livianito, llevó a sus jugadores a luchar el partido. A puro
pelotazo y sin hacer grandes cosas metió dos pelotas dentro del área. En
la segunda, penal que Otero transformó en gol.
Cinco minutos
después, cuando la noche empezaba a calentarse, llegó un desborde por
derecha de Facundo Sánchez, centro del área para que Melano marcara el
segundo. Aquí fue el momento quiebre, el que dejó en claro que la hazaña
era posible.
Para colmo que Nacional quedó aturdido, su delantero
Gonzalo Bergessio se hizo expulsar, primero por protestar en la jugada
del penal y luego por una infracción al Chavo Desábato. Roja. 2-1 y el
rival con un jugador menos.
El ingreso de Fernando Zuqui le
permitió a Tití Rodríguez recostarse por la derecha o pisar el medio. Se
hizo cargo de la pelota y con las subidas de Dubarbier y Sánchez empezó
a arrinconar a un rival que no supo ni cómo defenderse. Ni siquiera con
la roja a Rodrigo Braña ni tras la pésima definición de Melano en un
mano a mano Estudiantes se derrumbó.
Fue al frente, fue para
adelante como indicaba el partido y en una jugada muy dudosa Mario Díaz
sancionó penal a Pavone. Quedaron dudas, pero muchas menos que aquella
noche en Montevideo cuando el árbitro ignoró un penal a Banfield que lo
hubiese puesto en la zona de grupos. Penal que Juan Otero trocó por gol.
Un gol que se festejó con el alma por todo el Mundo Pincha, por la
clasificación y por el mal torneo jugado. Fue el gol de la clasificación
a falta de cinco minutos más el descuento. Nacional no volvió a pasar
la mitad de cancha.
Se clasificó Estudiantes. Milagro para
algunos, mística para otros. Pero la verdad es la realidad y el equipo
de Leandro Benítez llegó al lugar que se propuso a principio de año. Le
costó, dejó a un técnico en el camino y su dirigencia se equivocó en el
armado del plantel. Pero está dentro de los mejores 16 equipos y eso
nadie se lo podrá quitar.
Después del mundial empezará otra
historia para Estudiantes, seguramente con otro técnico en el banco y
con un brusco recambio en el plantel. Será un matar o morir para definir
fuera de La Plata. Pero para eso falta mucho y ahora se merece el
desahogo, el festejo, las lágrimas. Los duendes de Don Osvaldo volvieron
a un partido de Copa. Llegaron tarde, pero llegaron.
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