lunes, 7 de junio de 2021

“Mi hermano el Doctor”, anécdotas de la familia Bilardo narradas por Jorge


 Compartieron 25 años la misma habitación de la antigua casa de Don Calógero, su padre, en Gavilán y Remedios de Escalada, a pocas cuadras del estadio de Argentinos Juniors. “Nunca peleamos, siempre fuimos muy unidos”

¿Quién sos?

-Jorge Bilardo, hincha del Pincha.

Así se presentó ante este medio el único hermano de Carlos Salvador. Dispuesto a contar mil historias de todo lo que compartió con el “Narigón”, su tono de voz y la manera de hilvanar las palabras (habla igual que el Bilardo famoso) impresionan todavía más que la simpática verborragia para desparramar anécdotas:

“Calógero, mi papá, era socio vitalicio de San Lorenzo y Carlos empezó a jugar ahí cuando tenía cinco años. El tema es que nos hicimos fanáticos de Estudiantes por todo lo que hubo que pelear... Costó mucho, a Estudiantes no lo querían ni lo quieren en Capital. Hubo discusiones bravas y peleas a trompadas. Los choques con Clarín fueron durísimos. ¡Y la época de la selección ni te cuento! Decí que estaban Pacha, Madero y el Profe (Echevarría), que iba al frente como loco. Nunca te dejaban solo. Cuando empezó, había muchos de Independiente, estaban Grondona, el Tano Di Pace, Giusti, Burruchaga, Trossero, Clausen...Al principio no había mucha onda, pero después demostraron ser gente de primera”.

“Jugaba bien. Me retiré joven por una lesión y Zubeldía me invitó a entrenar en Estudiantes” 

Cuando echa la vista atrás y apela a la memoria, brotan los recuerdos familiares: “Mi vieja, Angélica, era brava, nos pegaba cada cachetazos... ponía mano dura porque el viejo era todo fútbol y cuando Carlos debutó en primera estaba muy emocionado. Vivíamos en Gavilán y Remedios de Escalada. Casa de tanos; nunca nos faltó la comida en el plato. Dormimos 25 años en la misma pieza. Tenía techo de chapa y cuando llovía fuerte había que correr las camas. Para ir al baño tenías que cruzar el patio. ¡Sabés lo que era salir en calzoncillos! ¡Mamita! Había que ser muy macho”.

“MUEBLES BILARDO”, FÁBRICA Y NEGOCIO PARA VARIAS GENERACIONES

Jorge cuenta que la empresa lo cansó... “fueron casi cincuenta años con la mueblería. Los días de partido en Argentinos, las hinchadas salían y nos puteaban de lo lindo. Y cuando venía Gimnasia, tenía que avisar a la comisaría porque nos rompían todo. Ahora, está alquilado. Tener una empresa te desgasta. Impuestos, sindicatos, tuvimos casi cien obreros y todos te hacen el mangazo. Unas mesitas de luz para el inspector municipal, una del teléfono para el que viene en el patrullero...no parás nunca”.

ZUBELDÍA FUE UN MAESTRO, CAMBIÓ EL FÚTBOL

Jorge Bilardo admira profundamente al “Zorro”: “Don Osvaldo fue un adelantado, un monstruo. A veces viajaba en tren a La Plata con él, Madero, Manera y Carlos. Era una hora de cátedra. Todo fútbol, táctica y estrategia. Hablaba poco y claro. ¡Sabía un vagón!

Después de un partido de copa, Osvaldo Ardizzone (mítico periodista de El Gráfico) lo llamó aparte a Carlos y le dijo que ‘mirá que vamos a empezar a pegarles porque sólo vendemos la revista en La Plata. No es negocio. Salimos campeones de una Libertadores y pusieron en la tapa a Pinino Más. La foto de Estudiantes estaba arriba en un cuadrito. Ellos necesitaban que ganaran Boca y River”.

MAURO VIALE, ARAUJO Y LOS QUE ESTABAN EN CONTRA

Jorge no olvida a los que ayudaron y, menos, a los que pusieron “palos en la rueda”.

“En la misma cuadra que nosotros, casa de por medio, vivía Mauro Viale. Él quería ser periodista deportivo y Carlos lo metió con el Gordo Muñoz. Mauro y Paenza iban siempre al Country en el Fiat 600 de Marcelo Araujo. Dos por tres los jugadores dejaban el auto trabado para que no pudieran salir.

Con Mauro había una amistad y mucho respeto. Mi vieja le cobraba la jubilación a su mamá que estaba casi ciega. Los contras siempre fueron Pagani, Carlos Juvenal y varios más”.

Carlos y Jorge con sus padres, Angélica y Calógero/ “Doctor y campeón”

CÓRDOBA Y MÉXICO, MOMENTOS SUBLIMES ALCANZANDO LA GLORIA

“Siempre fuimos a todas las canchas. Con Calógero nos metíamos en la tribuna del Pincha. Jamás una platea. Y al Mundial de México, fuimos con mi hijo, Daniel Romeo y el Cai Aimar. Eso y el título con Estudiantes en Córdoba frente a Talleres fueron momentos especiales. Después de la final con Alemania esperé que Carlos saliera del vestuario y le di un abrazo. Nunca lo abracé, pero ese día habíamos ganado una lucha de años. Él me lleva cinco años y hasta me acuerdo cuando estaba por recibirse de médico. Cada noche me tiraba en la cama, me revisaba el estómago y me tomaba la presión. Hablábamos horas en la pieza. Me escuchaba. Sólo discutíamos por algunos jugadores. Siempre se fijaba en la familia, en su seriedad y yo le decía ‘dejate de joder, trae un atorrante, medio borracho pero que juegue bien...”

AL WING IZQUIERDO DE HURACÁN LO ARRUINÓ UNA LESIÓN...

Cuentan que Jorge jugaba bien: “En Huracán me querían, entrené en primera y hasta me llevaron a una selección juvenil. Era wing izquierdo, pero una operación de rodilla me sacó de las canchas. Tenía 20 años. Lloré desde la salida del médico hasta mi casa. Caminé 60 cuadras con un puñal en el pecho. Dos años después Zubeldía me dijo que fuera a entrenar en Estudiantes y saltó Carlos: ‘No Osvaldo, está todo roto”. Yo era más habilidoso, pero él salió campeón del mundo y yo tuve que ir a laburar”.

www.eldia.com.ar

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