viernes, 10 de diciembre de 2010

EN 2050 AUN SE HABLARA DEL DIA EN QUE RIVER LE ROGO CLEMENCIA AL PINCHA


Cuando Matías Sánchez la "clavó", se prendieron fuego los prejuicios

La creencia de que al líder le faltaría "vuelo" creativo en el medio, quedó en off side de manera escandalosa.

Por MARTÍN MENDINUETA

Sólo la vejez de estos cuatro azotes imponentes ubicará a la hazaña en el estante adecuado de la memoria. Hoy continúa muy fresco el gran martillazo de la penúltima fecha. La ficha no cayó. El eco es inmenso. Todavía hay gente que no recuperó la voz. Los periodistas de las próximas décadas llenarán páginas utilizando el archivo de semejante triunfo albirrojo. A mitad de este siglo enfermizo y cruel, cada hincha del "León" que haya estado en la altísima bandeja visitante del Monumental, pagará con gusto la vuelta de cerveza entre amigos con la condición de que no lo interrumpan mientras reviva el goce de aquella tarde tan parecida al paraíso.

Después del cuarto alarido, cuando dejó de ser triunfo holgado para convertirse en goleada memorable, el gran espectáculo se centró en el comportamiento imperturbable de Alejandro Sabella. El había pensado una táctica y una estrategia para suplir con altura y dignidad las ausencias de Verón y de Enzo Pérez. Para sufrir lo menos posible... También para intentar ganar... Pero la realidad lo superó de manera brutal. La criatura (un equipo reinventado por culpa de problemas físicos y de algunos desatinos disciplinarios) creció tanto, hizo todo tan perfecto, que hasta lo hizo sentir un poco incómodo.

Allí, justo donde él se crió con las medias bajas, donde el "Beto" Alonso no lo dejó brillar y donde un hermano elegido desde los afectos hoy manda ejerciendo un poder que nadie discute, su equipo dañado, armado en situación de emergencia, viene a ofrecer la mejor versión de los últimos tiempos. Correcto, señorial, mesurado y respetuoso tal cual es, muy probablemente se haya puesto un poco tenso por el daño causado a tanta gente amiga.

Después del genial cabezazo de Mercado (justamente a lo Passarella) Sabella ya no sabía qué hacer con las manos. Cruzaba los brazos procurando mitigar la timidez. Caminaba, bajaba la cabeza... pero el mismo toqueteo del "Chino" Benítez lo obligaba a mirar con bastante pudor. No quería hablar con Camino ni con Gugnali, ¡qué les iba a decir! El paseo era enorme, la fórmula preparada en el laboratorio del Country, la verdad, se le había ido de las manos.

CON LA BOCA ABIERTA

"Mercado, Braña, Sánchez y Rojo parece un mediocampo sólo preparado para recuperar la pelota. ¿Y qué van a hacer cuando la tengan? Va a quedar muy solo Benítez en la creación. Da la sensación de ser una primera línea de volantes que apuesta demasiadas fichas en un planteo conservador. River puede agrandarse y darle un dolor de cabeza. Sus atacantes son peligrosos..."

Todo eso lo pensé el mismo miércoles al mediodía y, como si fuera poco, buena parte dije por el micrófono de "La Redonda". Error grosero de pálpito. Nada parecido ocurrió. Estudiantes les obsequió a sus fieles un partido soberbio; con fútbol inteligente, carácter y concentración. Sin perder la humildad, jugó a lo grande. Y River, en cambio, apenas tuvo ínfulas para que Almeyda increpara a "La Gata" en un episodio vacío de trascendencia.

A dos días del capítulo final, la ansiedad se funde con la tensión instalando un gobierno de emociones contenidas. La cabeza va a mil y el corazón, al galope. Esto es puro nervio. El punto de ebullición ya está verdaderamente cerca. No es fácil sobrellevarlo. La receta recomendada por los especialistas es copiar a Sabella, ese amante perfecto de la discreción.

Estudiantes tiene lo que se merece: Otra oportunidad grande para ser campeón. Sin dudas, las decisiones profesionales y humanas de su director técnico han influido positivamente para que ello ocurra. Estudiantes tiene lo que se merece: Un Señor en el banco.

Diario El Día
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