Con cierta frialdad e indiferencia recibieron ayer los hinchas de Estudiantes al técnico de Arsenal Gustavo Alfaro, quien se menciona como el próximo técnico del plantel pincharrata.
Su ingreso al campo de juego del estadio Ciudad de La Plata se había tomado como un termómetro en cuanto a si su figura concitaba, o no, la preferencia de los hinchas para que se transforme en el reemplazante del cesanteado Juan Manuel Azconzábal.
Pero lo cierto es que Alfaro ingresó tranquilamente, con las manos en los bolsillos, cruzó el campo de juego sin recibir ninguna demostración de la gente albirroja, y solo cuando se acercó al banco de suplentes, del sector de plateas, partieron algunos tibios aplausos.
Se saludó con su colega Martín Zuccarelli, con quien trabajó en la entidad de Sarandí, posó también para los fotógrafos, hizo un gesto con el pulgar de su mano derecha extendido, y después se dedicó a impartir órdenes desde el corralito a su equipo que, con el empate, dejó escapar una gran chance de acercarse más al líder Boca en la tabla de posiciones.
También en el final volvió a ocurrir lo mismo. Alfaro se retiró en medio de la indiferencia general y, en rueda de prensa, solo admitió que se debe a Arsenal hasta el cierre del campeonato y que luego está abierto a escuchar ofertas. Lo de Estudiantes es concreto, asoma firme, y hasta circuló la versión que le habría marcado a los dirigentes la contratación del zaguero Guillermo Burdisso. Si es así, pues resulta todo un dato más que significativo en cuanto a su desembarco en el club, más allá del silencio oficial.
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