miércoles, 14 de noviembre de 2012

Estudiantes no puede jugar tan mal y ser tan ingenuo



Resultó algo impropio de Estudiantes. Que haya jugado tan pésimamente en el primer tiempo, de lo peor no solo en este torneo sino en mucho tiempo. Y también que lo hayan sorprendido, para dejarlo con las manos vacías, cuando ya se jugaba el último minuto del alargue.

¿Habrá tenido algo que ver que se haya jugado este partido un martes 13? En una de esas, si se cree en brujas... Se dice que en una fecha como ésta uno no se debe ni casar ni embarcarse. Y Estudiantes, contradiciendo a esta creencias ancestral, se embarcó ayer en el Diego Maradona de La Paternal en una actuación individual y colectiva de aquellas, para terminar casándose -mucho a su pesar- con una derrota (1-2) de esas que duelen y que dejan huellas, porque mortifican de la manera en que terminó concretándose, cuando ya se corrían los cortinados y precisamente con el equipo de Cagna buscando muchos más que el dueño de casa.

Argentinos, con Carlos Mayor como DT interino (se menciona a Darío Franco como el reemplazante del renunciante Leo Astrada), leyó mucho mejor el partido desde lo táctico y estratégico.

Tres toques y la búsqueda con pelotazo largo. Siempre buscando por los costados en donde Estudiantes, en ese primer tiempo, fue constantemente desbordado. Decidido, liviano, hábil y rápido, el local fue dueño de todo en ese arranque, en donde Estudiantes nunca pudo hacer pié ya que era desbordado de continuo y, cuando podía hacerse de la pelota, la presión del Bicho no lo dejaba hacer.

Tantos errores cometía la visita que resultaba una invitación a ser atacado, y así lo hizo Argentinos que hacía siete fechas que no ganaba en el torneo. Esa insistencia, que era sin solución de continuidad, tuvo su premio a los 17’ cuando Ramírez levantó un centro con chanfle desde la derecha. Villar se quedó, también Schunke y Placente la recibió solo por la izquierda. Con ángulo cerrado cabeceó hacia la valla vacía y Bárzola, entrando por el medio, solo la tuvo que empujar adentro.

Después se fue lesionado Villar (entró Silva), supuestamente con un tiró en el posterior izquierdo, y a despecho de los gritos de Desábato y los ruegos de Cagna, el equipo no logró enderezar el rumbo.

Argentinos siempre estuvo más cerca del segundo (solo le faltó haber sido más preciso en los centros) que Estudiantes del empate. Está claro que peor no podía haber seguido jugando, y la reprimenda en camarines sirvió de alguna manera. Así, el segundo tiempo fue diferente. Estudiantes cerró los costados, jugó como lo había hecho su rival en el arranque, ya que presionó, ganó la pelota y luego se desplegó bien en ataque, sumando a los volantes. Crecieron algunas individualidades -Schunke, Gelabert, Zapata, Martínez- y Argentinos como que se apichonó, se tornó especulativo, y sin la pelota fue otro equipo totalmente diferente.

A los 13’ maxi Núñez ejecutó un centro desde la izquierda que superó a arquero y defensores, y Zapata, que siempre está, puso la cabeza para el uno a uno.

Parecía que lo que pintaba podía madurar, que Estudiantes podía quedarse con todo ante el quedo manifiesto del local, pero a la hora de la verdad no acertó en la red. Dos veces lo tuvo Desábato pero la primera se la frustró Ojeda y la otra Garcé. Tras esa última acción, en descuento ya, Barrera metió desde la derecha el mejor centro de la tarde, Anangonó falló en un taco y el refresco Leonel Núñez apareció por izquierda para tocar con el botín y poner la pelota entre Silva y el palo derecho.

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