LA GRAN FIGURA CONTRA BOCA MERECE LO QUE TIENE
El querible crédito de Magdalena hizo todos los deberes como para disfrutar este presente
GUIDO CARRILLO, DOS GOLES PARA CONFIRMAR
QUE EL EQUIPO PUEDE OLVIDARSE DE ZAPATA
OPINION Por Martín Mendinueta
Minuto
cuarenta y seis del segundo tiempo. Penal para Estudiantes y nadie
tiene dudas sobre quién lo va a patear. Va él. La figura de la cancha.
Está encendido. Como nunca antes jugando en primera. Orión, vestido de
amarillo intenso, es un ropero que achica el arco, pero no para Guido.
Pocos pasos de carrera, derechazo abajo, cruzado, contra el palo derecho
y a cobrar. Dos a cero al Boca de Bianchi y de Riquelme. Dos de
Carrillo. ¡Cómo no perdonarle que corra en el festejo, se saque la
camiseta y señale en la parte baja de la platea a otros Carrillo, pero
muy especialmente a su papá! Marcelo, el padre de Guido, también jugó al
fútbol, también era centrodelantero, dicen que cabeceaba mejor que su
hijo y, sin embargo, una lesión le impidió debutar en la primera de
Independiente. A los Carrillo, una familia numerosa e identificada
sentimentalmente con Boca, les importó nada que su equipo preferido
fuera víctima de los azotes goleadores del “nene”. Fueron muchos años de
sacrificio. Magdalena no queda cerca de City Bell. Los viajes eran
cansadores. Sólo Marcelo, vendedor de seguros, y Laura, su esposa, saben
de la perseverancia de su hijo para alcanzar eso tan lindo que, recién
ahora, está empezando a cosechar.
Cuando era chico, Guido
iba a ir a probarse en Gimnasia, pero un amigo, Gonzalo Vega, un año más
grande, ya jugaba en Estudiantes y su papá, “Coni”, fue el que
convenció a los Carrillo para que lo llevaran al “Pincha”. Hoy todos
están chochos de la vida. Hoy, en Magdalena hay fiesta. El “Olé, olé,
olé, olé... Gui-do, Gui-do” de la multitud exultante fue una canción de
gloria. La gélida noche del 25 de Agosto de 2013 Carrillo se ganó
definitivamente la confianza de los hinchas. Sin título, sin papeles que
lo avalen, se convirtió en el número nueve de Estudiantes.
LE FALTA MARKETING
Uno
lo ve vestido de traje y tiene pinta de estudiante universitario. No
usa arito, lejos está de teñirse, no tiene tatuajes, su corte de cabello
es sobrio y, como si todo esto fuera poco, gobierna a sus movimientos
una sencillez pueblerina que trae de cuna. Guido es buenazo. Nunca entra
en conflicto. Jamás discute. En la cancha no habla, ni gesticula, sólo
juega. Y lo hace cada vez mejor.
El último domingo se
divirtió en el juego aéreo ganándole siempre al “Cata” Díaz; pivoteando,
cuidando la pelota, también despejando el peligro cerca de Rulli,
jugando, como suele hacerlo, en función de equipo. Tiene internalizados
los movimientos que indica el manual del delantero centro. Por todo eso,
cuando marcó el primer gol, con un sablazo envenenado, muchos pensamos
lo mismo: se lo merece.
En una muy positiva actuación de
Estudiantes, con la primera media hora de alto nivel estético en el
libreto ofensivo, y desplegando en cada cruce una saludable dosis de
carácter firme que sus hinchas supieron valorar, Guido acaparó todos los
flashes. Después de haber escuchado durante un buen tiempo (debutó en
primera en 2011) que sus condiciones no le iban a alcanzar para ser el
nueve titular, arrasó con esos juicios categóricos, borró las dudas y se
encamina para continuar facturando como tantas veces hizo en las
juveniles.
Claro, a Carrillo le falta marketing. Pero no
es grave. Ni siquiera es un problema. Su claridad conceptual y el
apetito voraz por triunfar en el fútbol que lo acompaña desde los
primeros viajes en micro de Magdalena a La Plata, serán el combustible
que lo hará festejar seguido junto a ese papá incondicional que
cabeceaba como los dioses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario