En una cancha donde tiempo atrás se cansó de ganar, el Pincha no pudo quebrar la racha
GUIDO CARRILLO SE PLANTO Y ALCANZO A CABECEAR LA PELOTA.
COMENTARIO
Por MARTIN CABRERA
Por MARTIN CABRERA
Fue
en el Centenario de Quilmes donde Estudiantes vivió noches mágicas en
la Copa Libertadores. Allí se gestó el equipo de Diego Simeone, en 2006,
que edificó una seguidilla de triunfos. Y fue allí donde tuvo el mayor
pico, en 2010, con aquel equipo dirigido por Alejandro Sabella que se
consagrara campeón. Por eso, algunos imaginaban que allí podía
reencontrarse con el triunfo, ese que se le niega desde la cuarta fecha.
No pudo ser, porque el Pincha no pasó del 0 a 0 con Vélez y de a poco
se empieza a despedir de la lucha por el título.
Con el de ayer,
el equipo de Mauricio Pellegrino sumó su sexto empate en nueve fechas.
No pierde, pero no gana. Y en un torneo tan irregular el punto no parece
ser el mejor camino para despegar. Por eso sigue navegando por la
mitrad de la tabla y no pueda dar el zarpazo para escapar de la zona de
abajo.
¿Cómo jugó Estudiantes? Aceptable. Tuvo la posesión de la
pelota en buena parte del partido. En el primer tiempo fue protagonista
absoluto y en el complemento alternó, pero en líneas generales fue quien
intentó llevar el dominio del partido. Intentó…
Al igual que en
las últimas fechas, esa posesión no le sirvió para ser mejor que su
rival. Es más, las opciones de gol más claras las tuvo de contra, como
una escapada de Guido Carrillo por derecha, a los 26 minutos del segundo
tiempo, que encontró dormido a Román Martínez debajo del arco.
Y
fue el propio Martínez, en una jugada similar, que estrelló un cabezazo
al travesaño del imbatible Alan Aguerre, de lo mejor de Vélez.
Esta
vez los laterales no pasaron al ataque en forma sistemática, tal vez
para no generar tantos desacoples defensivos. En el primer tiempo la
salida fue Jonatan Silva, de flojo partido. Y en el complemento el
Pincha intentó con Matías Aguirregaray, a quien le costó terminar una
jugada.
El tridente no pudo nunca encontrar la fórmula. Jorge
Luna por izquierda y Leo Jara por derecha no prosperaron. Tampoco Carlos
Auzqui, un jugador tremendamente voluntarioso pero con poco peso para
jugar detrás de Carrillo.
Y Carrillo, solo y rodeado de
centrales, se las ingenió para lastimar. Lo hizo en toda la noche, pero
no tuvo nunca un compañero para asociarse. Ganó de arriba, pero jamás
apareció un receptor de la pelota. Por eso cada pelota ganada no tenía
destino.
Del otro lado estuvo un rival con mucha clase. Vélez le
cedió la iniciativa a Estudiantes y buscó salir rápido de contra. Pero
anoche ni Mauro Zárate ni Lucas Pratto estuvieron en sintonía. O bien
fallaron a la hora del remate o fueron absorbidos por los defensores.
Sólo
Héctor Canteros se soltó del esquema para tirarse a los costados para
atacar. Lo hizo por momentos y fue la llave de su equipo en los primeros
15 minutos del complemento, los mejores del Fortín en el partido.
En
ese lapso el equipo de Ricardo Gareca tuvo muchas insinuaciones y una
chance clara, clarísima de gol: un remate cruzado de Ariel Cabral que
Gerónimo Rulli mandó al córner con brazo cambiado.
Así se terminó
el partido. Estudiantes resignado a otro empate que le pone un freno en
sus sueños de crecer. Y un Vélez que no se animó a dar el paso adelante
para demostrar que tiene con qué ser protagonista. Fue una mezcla de
conformismo con castigo. Y esos hinchas locales que recordaron viejas
cábalas, se lamentaron no haberse reencontrado con el triunfo.
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