domingo, 29 de septiembre de 2013

Estudiantes oscila entre atacar con paciencia y pecar de “fulbito” apático

MEJORO SIN PERDER LA ESENCIA Y ESO PUEDE SER VIRTUD O DEFECTO

Pellegrino, director técnico novato, todavía no consigue que su equipo imponga un juego convincente. La falta de gol atenta contra su voluntad de crecimiento


DESABATO, JARA, CARRILLO, LUNA Y SILVA, AL DEJAR EL CAMPO DE JUEGO. ESTUDIANTES EMPATO CON VELEZ Y LLEVA CINCO FECHAS SIN PODER GANAR
DESABATO, JARA, CARRILLO, LUNA Y SILVA, 
AL DEJAR EL CAMPO DE JUEGO. 
ESTUDIANTES EMPATO CON VELEZ 
Y LLEVA CINCO FECHAS SIN PODER GANAR 
 
OPINION
Por MARTIN MENDINUETA
Pudo ganar. Con los cabezazos de Román Martínez y de Carrillo, especialmente. También, pudo haber perdido. En alguno de los tiros bajos de Mauro Zárate, en el hermoso remate de Cabral (Gerónimo Rulli volvió a hacerse notar con participaciones eficaces), o en la comba de Cubero que paso cerquita de un ángulo. El empate no lo condenó, simplemente le otorgó lo que merecía su juego, un poco mejorado en la conexión de sus mediocampistas ofensivos y siempre obsesivo en la búsqueda mecanizada del gol.
Ya todos saben cómo juega Estudiantes. Lo bueno es que tiene identidad. Sabe lo que quiere y aplica una receta táctica para intentar conseguirlo. Lo malo radica en que nunca cambia la fórmula de terminar cada ataque por la banda, para que el centro encuentre lúcido y bien ubicado a su goleador de Magdalena. La repetición, tan carente de vigor como de eficacia, lo condena a un andar grisáceo. Se ha vuelto previsible. Y no hay peor rasgo para quien ataca que hacerlo desnudo de sorpresa.
Días atrás, durante un encuentro con la prensa, alguien le hizo notar al entrenador albirrojo que a su equipo le estaba faltando agresividad. Pellegrino se molestó y dijo que no. De ninguna manera. Pudo haber sido un error semántico del colega, pero su apreciación fue clara. Inequívoca. Y muchos la comparten.
Puede ser que el término correcto no sea agresividad, pero todos saben hacia dónde apuntó el diagnóstico correcto. ¿Vigor? ¿Convicción? ¿Acaso enjundia? ¿Aceleración en la elaboración de la jugada? ¿Ser menos burocrático con la pelota? ¿Desfachatez de los intérpretes? ¿Aprender a manejar el factor sorpresa?
LA MERA TENENCIA NO ES UN MERITO
Póngale el rótulo que desee. En este caso, la etiqueta es lo de menos. Lo realmente valioso es darse cuenta de que el modo de atacar tiene directa relación con el bajo promedio de gol y, por añadidura, con su ubicación en la tabla de posiciones. El técnico no parece dispuesto a modificarlo. Y eso habla de su convencimiento. O de su capricho.
Estudiantes tiene como rasgo distintivo progresar en campo ajeno apostando a la tenencia del balón. Generalmente, lo hace con paciencia, aunque esa misma virtud se convierte en defecto cuando el toque excesivo adquiere la silueta de lo que el hincha denomina “fulbito”. Eso es tenerla sin dañar al adversario. Cuando entra en escena el fulbito, se pone de manifiesto el fastidio de los hinchas.
Estará en el cuerpo técnico albirrojo trabajar para erradicar la apatía que gobierna, durante varios pasajes, el modo de llegar hasta el arco rival.
La reciente igualdad ubicó el nivel de protesta en una zona media. El tema es que más allá de la chapa del resultado, el funcionamiento colectivo no genera conformismo en la tribuna.
Mauricio Pellegrino, que acumuló datos, experiencia y roce internacional como colaborador cercano del DT español Rafael Benítez, se largó como cabeza de un cuerpo técnico hace poco (el año pasado) y antes de su arribo a Estudiantes, sólo tuvo la responsabilidad de conducir al Valencia de España. Joven para la función y novato en la misma, es probable que el ex zaguero todavía esté buscando la madurez que seguramente alcanzará con la acumulación de temporadas en el rol de conductor. Su impronta de líder de grupo por ahora promete más de lo que ha concretado.
Después de un mercado de pases intenso, donde el club le acercó varios y buenos refuerzos que tuvieron su aprobación, al juego de su equipo le falta “cocción” (si se permite la metáfora). Quizás tenga agresividad; el problema es que su manera de buscar los goles que no llegan sigue sin convencer.
Más allá de los puntos sumados, el estilo que impulsa Pellegrino ofrece un terreno fértil para el debate de ideas. ¿Hacia dónde va Estudiantes? ¿Va camino a convertirse en una formación paciente, que apuesta a la tenencia y que así hilvanará muchos triunfos? ¿O justamente abusa de dicha tenencia y corre severo riesgo de convertirse en un exponente del “fulbito” inexpresivo?
El paso del tiempo se encargará de clarificar lo que hoy aparece difuso. 

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