Patito Rodríguez, en la mejor jugada del cotejo, puso el ajustado 1 a 0
LA FELICIDAD SE REFLEJA EN EL ROSTRO DEL PATITO RODRIGUEZ,
TRAS SU GOL. GUIDO CARRILO CORRE PARA FELICITARLO
Video del gol
COMENTARIO
Por ANIBAL GUIDI
Por ANIBAL GUIDI
Este
Estudiantes que transita por el torneo Inicial, del que ya se
consumieron trece fechas, se debate entre los gozos y las sombras.
Se sabe, especialmente en lo que hace al fútbol, las expectativas
creadas son todas positivas y hasta que no discurra la competición se
desconoce si las previsiones se cumplen hasta que aparezcan,
inexcusablemente, las sombras.
El equipo albirrojo ha transitado
por un camino repleto de obstáculos y, por distintas circunstancias, no
ha podido hacer buen pié, que literalmente se puede resumir así: jugar
bien y ganar. Anoche, con el regreso de su capitán Juan Sebastián Verón,
el equipo pudo volver al triunfo, pero le costó horrores poder imponer
supremacía sobre un muy mediocre rival, que cerca estuvo de complicarle
el resultado, como que en el primer tiempo malogró un tiro penal.
Patricio Rodríguez, a los 18’ del complemento, marcó la exigua
diferencia que existió entre uno y otro, aprovechando la que resultó la
mejor jugada que se gestó anoche en el Estadio Ciudad de La Plata. Su
definición con pierna derecha al palo izquierdo de Peratta, llegó luego
de una buena combinación que por izquierda elaboraron Verón y Silva, y
un posterior centro atrás de Franco Jara, también por izquierda, que
había recibido una entrega dentro del área.
El equipo albirrojo
sumó su segundo triunfo en tres presentaciones. Estos éxitos fueron como
local en donde arrastra un invicto de 13 partidos, con 7 éxitos y 6
empates.
Quilmes,
en donde debutó el técnico Blas Giunta, en su primera experiencia en
primera división en el metier, no viene bien de visitante ya que perdió
en 3 de las últimas 4 salidas y, por lo que futbolísticamente brindó
anoche parece estar condenado a estar peleando en la tabla de los
promedios.
Estudiantes sigue sin enamorar. Conquista sí con sus
amagues de juego cohesionado, ayer con el plus que le dio Verón en
cuanto a su claridad para descargar corto y largo o estar donde debe
estar para recibir e iniciar la salida, lógicamente siempre prolija,
pero sigue arrastrando problemas de definición. En el primer tiempo,
hasta que llegó la mano de Gil Romero en el área y el penal que el
capitán Caneo estrelló en el palo derecho de Rulli, había llegado más
pero sin la debida contundencia. Dispuso de varios córners, también
muchas jugadas con pelota detenida, pero sistemáticamente falló en la
definición ante Peratta. No aprovechó tampoco lo poquito que fue el
rival. Que se manejó con lentitud, sin sorpresa, sin ingenio, pero que
casi le da un dolor de cabeza si Caneo hubiera resuelto mejor desde los
once metros.
En el complemento las cosas venían para que todo
siguiera igual. Y luego de que Braña dejara la cancha aplaudido a rabiar
por la gente albirroja, que el volante no le quedó más que agradecer
tamaña demostración de afecto, llegó ese gol que se hizo tanto esperar y
que había desesperado a todo el mundo (hasta generó un entredicho entre
el capitán y el técnico). La gran jugada elaborada por
Verón-Silva-Franco Jara la resolvió el Patito Rodríguez entrando por el
medio y rematando con el empeine del pié derecho al palo izquierdo.
Luego sí se acentuó la desesperación local. Quilmes se le vino encima y
dispuso de chances para empatar (la más clara, de Garnier, la tapó Rulli
con sus pies), y fue allí cuando Estudiantes se hizo un equipo
ordinario y previsible, lejos de lo que puede generar.
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