miércoles, 27 de noviembre de 2013

El verdadero y más útil triunfo lo gestó su mirada autocrítica

TODO ESTUDIANTES SABE QUE HAY MUCHO POR MEJORAR

Lejos de convencer en el campo, fue maduro y honesto en el análisis posterior. Mientras suma, afronta el gran desafío de crecer como equipo


LA ALEGRIA POR EL TRIUNFO NO BORRO LA FLOJA LABOR DEL PINCHA ANTE COLON
LA ALEGRIA POR EL TRIUNFO NO BORRO 
LA FLOJA LABOR DEL PINCHA ANTE COLON

OPINION
Por MARTIN MENDINUETA
Pocas veces un partido tan feo deparó tantas conclusiones positivas. Una vez facturada la victoria, ningún protagonista albirrojo se aferró desesperadamente a la dulzura del resultado (importantísimo para terminar de enderezar la campaña). La expectante y seductora ubicación en la tabla, el incuestionable dato estadístico que describe su fortaleza como local (el invicto en esa condición trepó a 15 presentaciones) y el orgulloso registro de contar con la valla menos vencida del torneo, pudieron haberlo confundido. Pero nada de eso ocurrió. La euforia no subió a escena en los vestuarios de 32 y 25.
Nadie quedó conforme con la actuación de Estudiantes. La incapacidad que demostró para lucirse ante un rival debilitado en todo aspecto, fue consecuencia directa de su abulia. En muchos momentos, el partido fue un suplicio para cualquier espectador que le haya prestado atención. Y al ganador, por considerarse que tiene un potencial, individual y colectivo, claramente mayor a su oponente, le cabe un reproche más severo.
Bastó que Leandro Desábato, sostén clave que apuntala desde el fondo, incrustara su furibundo cabezazo en la red de Montoya, para que el equipo empezara a deshilacharse. ¿Por qué le volvió a ocurrir? ¿Acaso por la inseguridad que lo abruma cuando se pone en ventaja? Lo que se vio fue tenencia precaria del balón, malas entregas, errores no forzados por el adversario, casi nula profundidad, malas decisiones y una imagen insalubre de liviandad e inconsistencia que generó fastidio y somnolencia.
Pellegrino, consciente del problema, no se animaba a sacar a Sebastián Verón porque entendía, con muy buena lectura del trámite, que si lo hacía, corría el riesgo de que su equipo terminará de desmoronarse. A Colón, achicado futbolística y emocionalmente, sólo podía agrandarlo uno o varios errores de este Estudiantes bipolar. Fue por eso que el DT estiró la permanencia en la cancha de una “Brujita” que, sin jugar en gran nivel, irradió el carácter, la vergüenza y el amor propio que les faltó a la mayoría de sus compañeros.
 
RECLAMOS VARIOS
 
El “Viejito” corrió y metió generosamente, equivocándose en muchas entregas, es cierto, aunque marcando siempre de modo certero el camino de actitud que tanto se le reclama a esta formación de andar irregular. El razonamiento es tan básico como acertado entre los inquilinos de la popular: Si Verón, con 38 años, el físico dañado y cerca del segundo retiro, puede esforzarse y es vehemente aún en el error, ¿por qué los más jóvenes no lo hacen?
Sentencias como “Hay que poner el cerebro en remojo”, “el fútbol se juega con los pies, pero empieza en la cabeza”, “falta entender más lo que hacemos”, “si no lo entendés, no podés hacer carrera” (Verón); “Tenemos una materia pendiente y es la de dar dos o tres pases seguidos”, “hay que hacerse cargo de la situación” (Desábato); “Nos faltó manejar más la pelota, juego asociado y combinaciones” (Pellegrino); retumbaron en la tardecita del feriado nacional. Y ayer el tema mantuvo la misma dirección extendiendo la autocrítica en la privacidad del Country. Corregir o intentar hacerlo desde la plataforma de un triunfo resulta un ejercicio no tan incómodo.
Si Estudiantes, a pesar de las fallas apuntadas, consiguiera derrotar a ese candidato al título bien perfilado que es San Lorenzo (esto es fútbol y no hay en el contexto nacional un equipo imbatible) se armaría un lío de novela. Ante semejante coyuntura, encontrar el equilibrio debe ser la meta del “León”. Por un lado, aparecen los 26 puntos que lo ponen al acecho, en una situación que a más de uno le gustaría tener. Y por el otro, sus carencias de maduración o de sapiencia para usufructuar escenarios que se le presentan favorables. Allí está parado Estudiantes, justo en la etapa de la transición donde se le reclama un salto de crecimiento.

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