ESTUDIANTES. VOLVIÓ A TRIUNFAR Y DEJÓ MUCHA TELA PARA CORTAR
Hasta con planteles similares, el Pincha le saca diferencia al Lobo. La ventaja es de 11 partidos.
Por Martin Cabrera Analisis
O tro clásico que se juega en la Ciudad y otro clásico que se lo lleva Estudiantes. Esta vez, a diferencia de otros, fue el partido que menos le costó al Pincha, que sin brillar ni ser una máquina pasó por arriba a Gimnasia. No hubo nervios, ni situaciones para cuestionar. Nunca, ni siquiera cuando el partido estaba todavía 1-0, dio la sensación de que el Lobo pudiese empatar o darlo vuelta.
El derby lo destrabaron dos jugadores de esos que no son los elegidos a la hora de jugar clásicos. ¿O sí? Augusto Solari desbordó por la derecha, sin esforzarse mucho, y tiró un centro al corazón del área, de esos que abundan y que generalmente terminan en nada, para que Gastón Fernández, luego de un buen bloqueo de Lucas Viatri, empujara la pelota al fondo del arco.
Solari y la Gata, que no son especialistas en tirarse a los pies, le dieron a Estudiantes la tranquilidad que todo equipo quiere para jugar un clásico: 1-0 a los 10 minutos de comenzado, cuando nada había pasado todavía.
A partir de ahí el partido se empezó a jugar como lo quería Nelson Vivas. La pelota la tuvo Gimnasia. Y no supo qué hacer. Ni Lorenzo Faravelli ni los extremos Facundo Castillón y Matías Noble pudieron hacer algo. Y Walter Bou, que hasta la semana pasada todo lo que tocaba lo convertía en oro, ayer fue una sombra.
Con el quite de Santiago Ascacibar e Israel Damonte en el medio, y la muralla futbolística de Jonatan Schunke, el Pincha le cerró los caminos al arco de Mariano Andújar, que respondió bien cuando lo buscaron por arriba.
Entonces el partido quedó abierto a alguna contra. Lo tuvo Cavallaro pero Bologna salió rápido y le achicó el arco. Desbordó Solari por la derecha, y la pelota pasó cerca del palo. Hasta Viatri lo tuvo de cabeza.
Si bien el partido estuvo con el signo de interrogación hasta el segundo gol, nunca dio la sensación de que Gimnasia pudiera empatar. El equipo de Pedro Troglio dejó una imagen gris en estadio Unico y mucho más después de que el técnico mandó a la cancha a Franco Niell a los 6 del segundo tiempo y lo sacó 25 minutos después. ¿Para que exigirlo y exponerlo? Sólo los protagonistas tendrán la respuesta.
Arrancó mejor Estudiantes en esa parte final. Carlos Auzqui le dio vértigo por la banda y se instaló en el área rival. Hasta que otra vez a los 10 minutos, como en el primer gol, el mencionado Auzqui se aprovechó del regalo de Bologna, que dio un innecesario rebote a un remate desde afuera del área de Facundo Sánchez (otra de las figuras) para poner el 2-0 y... cerrar el partido.
Adentro Nicolás Mazzolla por Bou y la intención de buscar una pelota parada. Pero a Gimnasia le faltó un conductor además de espíritu. Entonces en la primera contra, Facundo Sánchez puso quinta en la recta que le quedó por derecha y Romero (con sorprendente lentitud) lo bajó dentro del área. Claro penal que Pitana tardó en sancionar. Penal que la Gata Fernández cambió por gol para cerrar la goleada, picando la pelota con la seguridad que tenía todo el equipo por sobre la inseguridad del otro.
La casi media hora que faltó por jugar estuvo de más. Sólo sirvió para las cargadas afuera de la cancha y el respeto adentro. Estudiantes se sintió superior pero no canchereó. Y Gimnasia se ahogó en sus propias falencias, y en ese fantasma que lo persigue cada vez que enfrenta a Estudiantes.
Pasó otro clásico, el 155, que lo ganó el Pincha con un plantel austero y remendado, con poco presupuesto y con varios pibes de su cantera. Esa sana costumbre de ganar clásicos.
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