Estudiantes es uno de los clubes que más huellas ha dejado en la Selección Argentina y, la más fuerte, se dio en el Mundial de México 1986. A 30 años de aquel hito del fútbol argentino, recordamos el equipo que formó Carlos Salvador Bilardo, hijo pródigo de la escuela albirroja.
Tras la decepcionante actuación de la Selección Argentina en el Mundial de España 1982, la Asociación del Fútbol Argentino decidió dar un golpe de timón y llamar a Carlos Salvador Bilardo como el sucesor de César Luis Monetti. El Narigón acababa de salir campeón con Estudiantes en el Torneo Metropolitano 1982, demostrando lo capaz que era de conducir un equipo.
Teniendo tatuado a fuego las enseñanzas de Osvaldo Zubeldía, su trabajo en el seleccionado fue miticuloso, buscando que no se le escape ni el más mínimo detalle. En cuanto al juego terminó instaurando el esquema 3-5-2, con un líbero, dos zagueros, cinco mediocampistas (con dos volantes laterales que hacían toda la banda) y dos delanteros, el cuál la revista inglesa World Soccer lo catalogó como el “último sistema táctico del siglo XX”.
El camino al Mundial no fue para nada fácil, y la frase de Zubeldía “A la gloria no se llega por un camino de rosas” se vio ciento por ciento reflejada. Pero a pesar de las críticas negativas, especialmente de los grandes medios de comunicación, Bilardo siempre insistió en su proyecto, dándole el tiempo la razón.
Su cuerpo técnico estuvo conformado por hombres que también salieron de la escuela albirroja: Carlos Pachame, Raúl Madero y Ricardo Echeverría. Los dos primeros habían sido compañeros del Narigón en el Estudiantes multicampeón de fines de la década de 1969, mientras que el restante venía de ser el preparador físico del conjunto pincharrata campeón 1982.
En las Eliminatorias, en dónde el cuerpo técnico apostó por varios jugadores de Estudiantes, uno de los mejores equipos de la época en el fútbol argentino junto a Independiente, la Argentina terminó clasificando por los 9 puntos conseguidos en el Grupo 1. Igualmente la ansiada plaza a la Copa del Mundo recién la aseguró en la última fecha, en un agónico empate 2-2 ante Perú en condición de local.
Para la Copa del Mundo Bilardo sabía que la altura de México podía jugar una mala pasada, así que decidió instalarse con tiempo en aquel país, haciendo base en el predio de América. En cuanto al plantel seleccionado, Luis Islas fue el único jugador que se encontraba en ese entonces en Estudiantes, aunque si aparecían hombres como José Luis Brown y Marcelo Trobbiani, quiénes habían hecho historia con la camiseta albirroja años pocos años atrás.
El camino hacia la gloria comenzó el 2 de junio con un 3-1 a Corea del Sur en el Estadio Olímpico, y continuó con un empate en uno ante Italia y un triunfo por 2-0 frente a Bulgaria. Estos cinco puntos le permitieron a la Albiceleste acceder a los octavos de final en el primer puesto del Grupo A.
En el comienzo de la Segunda Fase eliminó a la siempre difícil Selección de Uruguay con un triunfo por 1-0, teniendo que enfrentar en la siguiente ronda a Inglaterra. Con la Guerra de Malvinas de 1982 aún fresca, y con un Diego Maradona inspirado, la Argentina venció a los ingleses por 2-1 en el que es considerado uno de los mejores partidos de la historia de la Albiceleste.
Ya entre los cuatro mejores se topó ante Bélgica, al que descartó con un triunfo por 2-0, metiéndose en su tercera final del mundo de la historia. El rival en el partido decisivo era Alemania Federal, comandada por el mítico ex jugador teutón Franz Beckenbauer.
El escenario para la final fue el Estadio Azteca, el cuál albergó a 114 600 espectadores que esperaban con ansías el gran encuentro. Los conducidos por Bilardo comenzaron con el pie derecho, ya que a los 23 minutos Brown, surgido de la cantera albirroja, puso el 1-0 con un certero cabezazo. Ya en el segundo tiempo, más precisamente a los 10 minutos, Valdano estiraría las cifras por 2-0.
Pero cuando parecía que era un triunfo cómodo para la Albiceleste, Alemania llegó al empate con dos pelotas paradas, algo que enojó al Narigón inclusive tras el triunfo, y le puso suspenso al partido. Pero faltando siete minutos para el final, y apenas tres más tarde del empate alemán, Burruchaga colocó el 3-2 definitivo con el que la Argentina se proclamó campeona del mundo.
“Perdón Bilardo”, fue una de las banderas con el que la multitud recibió al plantel argentino de México. Con un estilo “mamado” en Estudiantes, Bilardo y su cuerpo técnico superaron todas las adversidades y lograron conformar un equipo que llevó a la gloria al fútbol argentino, algo que desde aquel 28 de junio hasta la fecha nadie ha logrado. Y, paradójicamente, las dos finales a la que llegó la Albiceleste en ese período fueron también con un hombre de la escuela albirroja: Bilardo nuevamente en Italia 1990, y Alejandro Sabella en Brasil 2014.
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