lunes, 31 de octubre de 2016

Todavía falta “una eternidad”, pero todos ya están pensando lo mismo

CLIMA UNICO. PARECIÓ UNA VELADA DE LA COPA LIBERTADORES
¿Cómo hacer para frenar la ansiedad? El corazón de Estudiantes empuja a un equipo muy bravo
Viatri se llenaba la boca de gol. Empezaba la remontada de este Estudiantes que se anima a soñar en grande y es más líder que nunca
Empezaba la remontada de este Estudiantes que se anima a soñar 


POR MARTIN MENDINUETA
OPINIÓN
Sólo los que estuvieron en el estadio sintieron la real dimensión del estruendo. Fue un estallido salvaje que brotó de cada pecho. Y quedará guardado en algún bolsillo de la memoria. ¡Cómo habrá sido de intenso el desahogo que hasta Nelson Vivas lo gritó desaforado! Ese gol de Javier Toledo tuvo el insuperable valor de aquello que cuesta mucho conseguir. Se sabe, no todos los goles valen ni significan lo mismo. El propio rodaje del torneo dará la cotización exacta de tamaña emoción; aunque el mismo sábado a la noche, todos los que llevan a Estudiantes latiendo en el corazón tuvieron la certeza de que un alegrón así no se encuentra tan fácil.
Haber ganado este partido áspero como una lija significó superar otra prueba cargada de exigencia. El “León” empezó mal. Lo del primer tiempo había sido flojo, nada convincente. Por eso, cuando Federico Beligoy (desalineado e inseguro en su modo de arbitrar) los mandó a descansar un rato, la multitud albirroja sintió alivio. “¡Menos mal que terminó!”, fue el latiguillo repetido camino al baño.
Racing había jugado mejor. El empate transitorio fue un premio inmerecido para ese anfitrión incómodo, precario en el juego asociado y desnudo de peligro cuando se acercaba al vecindario de Agustión Orión.
Todavía hoy Emiliano Insúa debe seguir arrepintiéndose de haber hecho una mano tan grosera como innecesaria. No hay demostración científica que lo avale, pero ese penal fue un quiebre en la noche que resultó clave para ayudar al puntero. Lucas Viatri fusiló como lo hacía el “Tata” Brown en el ‘82 y entonces todo Estudiantes sintió que había empezado a enderezar el rumbo. Racing acusó recibo del impacto. Lo había tenido agarrado del cuello y, de repente, se encontró cabizbajo en su vestuario intuyendo que el líder podía recuperar parte de su funcionamiento. Y así ocurrió. Los protagonistas intercambiaron roles. Estudiantes pasó de dominado a dominador con un plus decisivo: su protagonismo lució más seductor que los buenos momentos del huésped.
Racing sintió el cansancio, Perdió convicción en ataque; entre otros factores porque un pibe de sacrificio generoso empezó “a comerse la cancha”.
Hubo una jugada menos determinante que el penal de Insúa, pero muy representativa de lo que significa la identidad “Pincha”. La llevaba al pie y amagando Oscar Romero, el talentoso número diez de la Academia, cuando el “Rusito” lo corrió, se le puso a la par y le trabó con fiereza. Ganó limpio, sin falta, la posesión del balón y salió jugando con la cabeza en alto para entregársela a un compañero. La ovación surgió con idéntica fuerza de la popular y de las plateas. No paraban de aplaudirlo. Al hincha de Estudiantes le encanta que sus representantes en el campo “no negocien el esfuerzo”. La entrega total los emociona. Y este rubiecito que sigue corriendo cuando casi todos están agotados, encarna a la perfección dicha petición popular.
No hay dudas, Santiago Ascacibar es un hijo pródigo. Tiene el ADN de los que llegan a ídolos de este club.
EL MEJOR ELOGIO
Aunque les cueste reconocerlo, los que más y mejor valoran las virtudes del único puntero son aquellos que lo han enfrentado. Es probable que delante de un micrófono le resten méritos, le critiquen las formas y hasta no lo tengan en cuenta para la recta final del campeonato. Para muchos, queda bien criticarlo con dureza afirmando que no es vistoso. Que no tiene los rasgos de un genuino y fiel representante del fútbol que le gusta a la gente (¿?)
Impotencia maquillada con palabras de ocasión. Es una pose, una táctica poco eficaz para cambiar el eje del debate y, hasta en algunos casos, para justificar que no le pueden ganar. El mejor elogio radica en que no lo quieran enfrentar. Levante la mano aquel que desee jugar contra Estudiantes...
Aunque la formación dirigida por Vivas tenga defectos, errores y ciertos “pecados” de cabeza dura (por ejemplo, la salida a ras del piso desde el fondo sin mensurar el peligro que acarrea), y está lejísimo de ser imbatible, nadie se siente cómodo frente a su extrema dureza. Estudiantes es bravo. Muy bravo. Por eso, cuando todavía falta “una eternidad” para conocer el final de esta película, es lógico que todos sus hinchas estén pensando lo mismo. ¡Sí,en eso que nadie quiere decir en voz alta!
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